A contracorriente de la demasiado difundida desculturización que conlleva el mensaje vinculado con el fútbol, respecto de una serie de lugares comunes –que por comunes no dejan de ser perniciosos– como “tomar precauciones”, “el mejor ataque es una buena defensa”, “es fundamental contar con futbolistas altos y fuertes”, “entrenamientos en tres turnos”, “lo que importa es no perder”, “abdominales, médanos, paracaídas y demás antes que la pelotita”, y tantas paparruchadas más, quienes desde 1956 entregan el llamado Balón de Oro han privilegiado en mucho a los futbolistas de creación y de definición, por encima de los defensores, arqueros y mediocampistas de contención.

Yashin, Zoff, Oliver Kahn y Buffon son los arqueros que en los últimos 57 años ocuparon alguno de los tres primeros lugares, aunque quizás el máximo disparate haya sido elegir al italiano Cannavaro como el número uno en 2006, seguramente por haber ganado su selección el Mundial de ese año.

En medio de tanta menesterosidad mediática, oxigena un poco que, una vez más, ahora en esta edición, se haya optado por los que crean y/o definen, y los candidatos sean Messi, Ribéry y Cristiano Ronaldo.