FúTBOL › OPINION
Ahora vienen por Bielsa
Por Diego Bonadeo
Más de una vez, quien esto escribe ha insistido desde las páginas de este diario, respecto del reconfortante y a la vez respetuoso ninguneo mediático de Marcelo Bielsa en referencia a dirigentes, periodistas y merodeadores, cuando de cuestiones más vinculadas a la banalidad mediática que al debate de ideas respecto del fútbol se trataba.
Discordando muchas veces en términos del juego con el técnico de la Selección, resulta sin embargo reivindicable su postura en cuanto a los límites recíprocos, que tan sabia y casi perogrullescamente proclama la teoría del abuso del derecho. Aquello de que mi derecho termina cuando empieza el tuyo. Y son justamente esos límites –más que si el seleccionado juega bien o mal, que parece importarles poco a la tilinguería comunicacional y directriz– los que a uno le parece exasperan a quienes parecen necesitar siempre la opinión del otro por no tener la propia. Y cuando el otro no opina por entender que no le corresponde, no hay rating para la corporación dirigentes-comunicadores.
En un país hecho trizas con concurrencia responsable también de los medios y con la inminente necesidad de varias revoluciones –la cultural también, y fundamentalmente– que en un programa de medianoche de la corporación (a ellos, que no vieron Bowling for Columbine, la película de Michael Moore, les gusta llamarla “compañía” porque son yanquis de Paraguay o de Sarandí) aparezcan Los Ratones Paranoicos o Los Caballeros de la Quema con Bilardo haciendo palmas como si allí estuvieran Miguel de Molina o Pedrito Rico, puede ser bizarro. Y desde el país hecho trizas, puede haber consumo, rating o repercusiones.
Para la desculturización a que nos llevó la segunda Década Infame –la del ‘90– puede servir más Bilardo que Bielsa. Y funcionales a todo esto, la acometida que empezó un año atrás durante el Mundial de 2002 por las pantallas del monopolio a través de los portavoces de la decadencia, se recrea súbitamente a partir de la vuelta de Bilardo a la dirección técnica. Los mismos Niembros que después del Mundial de 1994 operaron para que Bielsa ocupara el lugar que dejaba Basile y que en definitiva ocupó Passarella, ahora juegan a sacar a Bielsa para poner a Bilardo. Porque viven hurgueteando entre los pliegues del poder, husmeando bien vestidos y perfumados los vahos de las alcantarillas.
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