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Derrota dura, equipo en ablande
Por Juan José Panno
River –que aunque no lo parezca es el ultimo campeón– había empezado con el paso cambiado el torneo anterior: un empate sobre la ahora ante Newell’s Old Boys, en Rosario, y una derrota frente a Vélez en el Monumental. Dos jugados, un punto. Los agoreros de turno empezaron a contar, por entonces, las horas que le quedaban al ingeniero Pellegrini al frente del plantel. El entrenador, es cierto, estuvo en la cuerda floja hasta último momento y si River hubiera perdido el campeonato, seguramente lo habrían despedido. Pero al final del campeonato nadie recordó aquellos partidos iniciales.
Hoy, pese a la pesada derrota en La Plata, los números de River están un poco mejor: dos jugados, tres puntos logrados el domingo anterior, ante Nueva Chicago. El clima es de frustración y desencanto, aunque no se habla –por ahora– de Pellegrini. Es que en el cielo de River, iluminado por la incorporación de estrellas de la talla de Vivas, Montenegro, Salas y Gallardo, brillaba la chapa de candidato. Dos jugados, un triunfo conseguido con un gran esfuerzo ante Chicago y un poco de ayudita del árbitro, empiezan a debilitar cualquier certeza. Las derrotas, por el contrario, tienen la facultad de multiplicar los interrogantes. ¿Incorporó River los jugadores que necesitaba? ¿No tendría que haber conseguido un buen arquero? ¿No era mejor darle continuidad a Ludueña en vez de poner a Montenegro? ¿No era mejor reforzarse atrás para cubrir bien la ida de Demichelis? ¿Cambiarán las cosas cuando finalmente jueguen todos los nuevos juntos? El tiempo dará las mejores respuestas. Mientras tanto, el sacudón que le produjo Estudiantes obliga a la reflexión y la autocrítica. Una de las medidas más inteligentes puede ser la de asumir la condición de “equipo en ablande” y no hacerse cargo de las chapas que ponen otros.