ADIEU
Despedimos a Nigel Nicolson
Despedimos a Nigel Nicolson (1917-2004) como corresponde: contando chismes e intimidades del editor británico de Lolita.
Por Sergio Di Nucci
“El hijo de una lesbiana engendrado por un puto / Pero un hijo de puta por derecho propio” rezaba el couplet que circulaba contra Nigel Nicolson en los clubes aristocráticos. El editor, biógrafo, periodista y ex parlamentario tory murió la semana pasada a los 87 años. Era el hijo de la novelista Victoria Sackville-West y del diplomático, también escritor, Sir Harold Nicolson, uno de los grandes diaristas de las letras inglesas. Sobre ellos publicó uno de los libros más escandalosos del siglo británico, bajo el título Portrait of a Marriage (1973), y por eso lo saludaron en el couplet como “self-made son of a bitch”. Fundó la editorial Weidenfeld & Nicolson, todavía una de las más importantes que publican literatura en inglés. Como editor, protagonizó otro escándalo del siglo cuando fue llevado a juicio por publicar la novela Lolita, prohibida entonces en Inglaterra por pornográfica aunque a Nicolson no lo entusiasmaban el ruso emigrado Vladimir Nabokov ni su novela.
El libro sobre sus padres se convirtió en escándalo: acusaron a Nicolson de traicionar a su familia y a su clase, de vender por unas pocas libras secretos mucho más caros. Sin embargo, otros vieron coraje y justicia en Nicolson, porque el libro honraba el amor de su mami Vita por Violet Trefusis (aunque la propia versión de Vita parecía estar a punto de publicarse, por supuesto póstumamente) y el de su padre por los hombres. Durante cincuenta años, esos dos protagonizaron la “más rara y exitosa unión que dos personas talentosas podrían disfrutar”. Las novelas de Vita The Edwardians y All Passion Spent (publicada como Toda pasión concluida por la editorial Sur en la inmejorable traducción de Alicia Jurado) o las de Harold, Some People o Public Faces, retrataron con tersa elegancia el mundo de la aristocracia inglesa, sus decadencias y caídas.
Entre 1975 y 1980, Nigel Nicolson editó seis volúmenes de las cartas de una fugaz amante de Vita, Virginia Woolf, y en 1992 la compilación de la correspondencia entre Vita y Harold. Esto último produjo un pequeño y furioso debate en las páginas del New York Review of Books, donde una reseña se complacía en señalar el snobismo irreductible de los padres de Nicolson. Entendió Nicolson que el snobismo era inaplicable a sus padres, si por snobismo se entiende ansiedad por la genealogía y apego a las convenciones.
Divorciado y con tres hijos, este hombre que fue hermano del historiador del arte Ben Nicolson se convirtió con el tiempo en una leyenda viva para el turismo internacional, que lo encontraba de excelente ánimo en el castillo isabelino semiderruido donde vivía en Sissinghurst, alguna vez propiedad de la familia y luego del National Trust. Cuentan que desde la ventana de su estudio invitaba a los turistas norteamericanos a compartir con él una jarra de té. Aseguran que el té tenía gusto al Támesis.