Dom 06.03.2005
libros

PREMIOS

A cuatro manos

Dos escritoras argentinas especializadas en literatura infantil ganaron el Premio Alfaguara con una novela protagonizada por Marco Polo y un copista a partir de un encuentro supuestamente real en la cárcel. El turno del copista es la segunda novela argentina que gana el Alfaguara.

“En el principio, era una charla de café.” Así podrían empezar a contar Graciela Montes y Ema Wolf la génesis de la novela El turno del escriba, recientemente galardonada con el premio Alfaguara, que surgió –casi como una seña del destino– en un bar del barrio de Belgrano llamado Marco Polo. Desde luego, si con un rapto de genialidad no se puede escribir una novela, menos puede lograrse con una expresión de deseos en medio de una conversación, por más inspirador que resulte el nombre del bar. Montes y Wolf debieron trabajar unos cinco años revisando la bibliografía y trajinando –entre otras– la biblioteca del Instituto de Cultura Italiana. La cuestión no fue sencilla, ya que tenían el propósito de recrear nada menos que el universo de las ciudades medievales italianas. A tal fin, además de revisar documentos en italiano, francés, inglés y latín, hasta lograron contactar a un especialista en prisioneros pisanos del siglo XIII (hay especialistas de todo en este mundo...). Semejante esfuerzo fue hecho debido a los requerimientos de una trama en la que un viejo copista medieval llamado Rustichelo, que llevaba catorce años prisionero y ya tenía pocas esperanzas de volver a ver la luz, tiene un cambio de suerte cuando le llega un nuevo compañerito de celda llamado precisamente Marco Polo. El turno del escriba cuenta así la historia de esa relación y de cómo fue que les cambió la vida a ambos. Respecto de si “realmente” se encontraron en aquel momento Marco Polo y Rustichelo, los historiadores no terminan de ponerse de acuerdo, pero todo indica que efectivamente estuvieron juntos esos nueve meses.
Tanto Montes como Wolf tienen toda una carrera desarrollada en el ámbito de la literatura infantil y juvenil, si bien también tienen su obra “adulta” (por ejemplo, Montes en 1999 publicó la novela Elísabet). Escrita a cuatro manos a razón de un capítulo cada una, El turno del escriba fue elegida entre otras 648 obras por un jurado que la calificó como “la recreación de una época fascinante de la humanidad, la de los descubrimientos y la atracción por lo desconocido, que trasciende el marco histórico para convertir su escritura deslumbrante en un acto de libertad”, ya que “transforma el espacio cerrado del calabozo en un arca donde caben el mundo real y el de los sueños”. Las autoras eligieron presentarse al certamen con el pseudónimo “Mark Twain”, el mismo pseudónimo que había elegido Samuel Langhorne Clemens para firmar, entre otras famosísimas obras, su Tom Sawyer. Wolf y Montes recibirán el premio, que consta de la suma de 175.000 dólares (¡unos 540.000 pesos!), una escultura de Martín Chirino y la publicación en simultáneo en diecinueve países, el próximo 13 de abril. Como suele suceder, uno de los países que más candidatos aportaron fue Argentina con 168, precedido por España (192), y antecediendo a México (81), Colombia (43) y Estados Unidos (35). El turno del escriba se convirtió en la segunda novela argentina en obtener el premio, ya que en 2002 había ganado El vuelo de la reina, de Tomás Eloy Martínez.

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