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Domingo, 21 de agosto de 2005

MERKLEN

La mitad más uno

Un atractivo desafío a las comodidades de la sociología.

Por Gabriel D. Lerman


Pobres ciudadanos. Las clases populares en la era democrática
Denis Merklen
Gorla
214 páginas.

El prólogo, la dedicatoria de este libro y una serie de anotaciones que serpentean el texto constituyen, en conjunto, una provocación diáfana a las ciencias sociales de Argentina. Es como si el autor y la prologuista (nunca tan bien elegida, se verá) hubiesen rebuscado por años el tono, la forma de llamar la atención, de decir algo de un modo que no ofenda pero que a la vez no pueda dejar de tenerse en cuenta. Pongámoslo en términos generacionales (aunque también se diga aquí que es una variable inútil, y casi siempre lo es): el autor se llama Denis Merklen, nació en Montevideo en 1966, pero vivió y se formó en Buenos Aires, en la universidad democrática, esto es, de 1983 para acá. El año que viene cumple 40. La prologuista es Silvia Sigal, radicada hace años en París, una suerte de gurú para los tesistas argentinos que van y vienen, y a veces no vuelven, de la meca de las sciences sociales, y es de la generación anterior. El libro está dedicado a Juan Carlos Portantiero, un par de Sigal, en cuya cátedra de la UBA Merklen se formó como investigador. Lo roto, la grieta, tiene un antes y un después. El antes es la tragedia de un país que dañó los lazos generacionales: de afectos, de enseñanzas, de transmisión. El después es un intento de reinserción teórica y práctica que tuvo a las instituciones democráticas como centro de preocupación (y compromiso personal) de los que sobrevivieron a la destrucción y reiniciaron (y sembraron) el camino. El punto es que Merklen no se fija, por ejemplo, en por qué los que se fueron en los ’70 reciclaron o abandonaron su pensamiento, haciendo un giro desde la vanguardia revolucionaria a la adhesión democrática (y no es que lo ignore), sino que directamente polemiza con la sociología y la ciencia política académica de las últimas dos décadas en el instante y el lugar en donde han quedado. Porque este libro directo, franco, erudito y entretenido habla de los sectores populares. Su tema es el pueblo, no la gente. El pueblo de esta época, de un tiempo llámese socialdemócrata, peronista, radical y/o neoliberal. Y su debate con las ciencias sociales, un cruce cargado de tributo puesto que no cae en un parricidio tonto sino que está hecha palmo a palmo, con cada argumento en la mano y mirando a los ojos, es que algo pasó para que la política de esta democracia se construyera olvidando lo social, para que partidos y sindicatos les dieran la espalda a los pobres (hijos y nietos de la democracia y la dictadura), en un país que en 1970, según la Cepal, tenía un tres por ciento de pobreza y hoy, según el Indec, llega a la mitad de la población. Este libro es una crítica, también, a la construcción de opciones políticas como el Frepaso (alentadas por el periodismo, por las ciencias sociales), al facilismo de blandir términos como “corrupción” y “clientelismo”, y construir “opciones” a partir de premisas falsas. Aquí hay comedores comunitarios, piquetes, estallidos, cazadores que multiplican sus afiliaciones y reeligen y negocian en simultáneo con punteros de todo pelaje. Merklen ofrece un trabajo valioso y recomendable para adentrarse en la madre de todas las batallas, el conurbano bonaerense, cuando acusaciones cruzadas de mafia, padrinos, alquiler o venta de territorios oscurecen el relato, o lo adaptan para una suerte de elector asustadizo que supone, o le han hecho creer, que la política es o debe ser algo limpio, y que los pobres ciudadanos, los pobres de la democracia, no crucen ni corten la General Paz, ni saqueen el almacén de la esquina.

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