Domingo, 15 de enero de 2006 | Hoy
HORACIO SALAS: LECTURAS DE LA MEMORIA
Memoria, reivindicaciones y lecturas se dan cita en este libro de recuerdos literarios de Horacio Salas.
Por Sergio Di Nucci
Lecturas de la memoria
Horacio Salas
Fondo de Cultura Económica
332 páginas
El cóctel es poderoso y de consecuencias inciertas. A los rigores del historiador se agregan las ingenuidades imaginativas del poeta. Por eso, Horacio Salas, ex director de la Biblioteca Nacional, historiador y poeta, podía decir esto sobre la muerte de Pablo Neruda en 1973: “A mí no me la cuentan. No lo mató el cáncer. Eso sería aceptar que una enfermedad miserable y sucia puede más que la poesía. Y yo me niego. A Neruda lo exterminó la muerte de su patria, los fusilamientos, la represión y la tortura”.
Los otros dieciséis ensayos que forman parte del reciente volumen de Horacio Salas, Lecturas de la memoria, aspiran a estos grados de emotividad y obstinación. Quince de ellos están dedicados cada uno a un autor o tema argentino. “Con Neruda en Isla Negra” narra el encuentro iniciático de Salas con el mayor poeta chileno, desde una dimensión íntima pero celebratoria. De ahí en más, todo es más sobrio y equilibrado. En el ensayo que abre el libro, “Revista Martín Fierro: el salto a la modernidad”, Salas ofrece una historia ejemplar, escrupulosa en datos, un balance de los méritos de la publicación que significó el salto a la modernidad de la literatura argentina, en la tercera década del siglo XX.
No es Neruda el único Premio Nobel de la Literatura que ocupa a Salas. Además del poeta comunista está el liberal Octavio Paz. De él le interesa sobre todo su poesía, situada en “conexión erótica” con las palabras. Paz resulta el poeta de la totalidad: “porque las desnudeces enlazadas / saltan al tiempo y son invulnerables // no hay tú, yo, mañana, ayer, ni nombres // oh ser total”.
Las diferencias ideológicas, los fáciles ánimos de partido, jamás incomodan a Salas en este libro que es a un tiempo de estudios y de recuerdos, y donde el término encuentros debe entenderse como un reconocimiento cara a cara de dos personas, de confrontación a través de la lectura. Al omnipresente Jorge Luis Borges sigue Raúl González Tuñón, que antecede a la aristocrática Victoria Ocampo, que a su vez sigue al peronista Leopoldo Marechal y precede al aspirante a premio Nobel Ernesto Sabato.
Especial interés revisten los capítulos dedicados a autores a los que debe caracterizarse como radicalmente menos leídos por quienes frecuentan a los autores antes citados. Así, los dedicados al extraño Santiago Dabove o al excelente narrador, autobiógrafo y conocedor de las letras y la historia argentina y latinoamericana que fue Pedro Orgambide. También reaparece Nicolás Olivari, de quien se cita y comenta con gusto su poema “La viuda” (1929), a la que en el velorio se le van los ojos al bulto del difunto (“la parte picaresca del pantalón / en su atroz hinchazón”), para terminar con una moraleja, que es una de las muchas que deja el libro de Salas: “Vivirá tu recuerdo / si te mueres, lector / únicamente si fuiste / un cerdo en el amor”.
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