Domingo, 30 de julio de 2006 | Hoy
POLEMICAS
El conservador premio Strega fue disputado por escritores de izquierda, generando una polémica tan fuerte como la de los sobornos en el fútbol.
Por Sergio Di Nucci
En un concurso que se ha asociado tradicionalmente con la cultura de derecha, hasta último momento compitieron dos figuras que representaron a la izquierda no ortodoxa y al centroizquierda italianos. Para muchos italianos, el premio Strega, el más famoso del año –algo así como el Goncourt francés o el Booker inglés– quiere decir aburrimiento, rito, vencedores que se conocen desde mucho antes de anunciarlos siquiera como finalistas. Pero esta vez, en su edición número 60, ocurrió todo lo contrario. Y el proceso para elegir al premiado reencendió un duelo ausente durante los últimos años. Por un lado, el escritor progre Sandro Veronesi, que fue finalmente el ganador con Caos calmo (editorial Bompiani). Por el otro, la histórica de la izquierda más dura, Rossana Rossanda, de 82 años, la amiga romana de Jean-Paul Sartre –conocida de los lectores argentinos sobre todo por las vivas columnas en el diario que fundó, Il manifesto–, con su memoriosa La ragazza del secolo scorso (Einaudi).
Un lugar común sobre Italia dice que se trata de un país con tendencia al barroco, a la fusión de planos y niveles distintos y contrapuestos. Nadie podrá negar hasta qué punto la política se mezcló con la literatura, y viceversa. Como telón de fondo de la entrega del Strega 2006, el centroizquierda de il professore Romano Prodi reemplazó al centroderecha del megamagnate de los medios Silvio Berlusconi. Y mientras el intendente de Roma Walter Veltroni prestó un apoyo incondicional a Veronesi, el vicepremier Massimo D’Alema hizo lo propio con Rossana Rossanda. Curiosamente, la editorial del libro más “rojo” es propiedad del grupo Berlusconi. Los diarios de izquierda lamentaron el fallo en respectivas editoriales. Concuerdan Il Manifesto, Riformista, y el diario del partido Rifondazione Comunista, Liberazione, en que el relato de Veronesi es una buena novela negra, pero una que sólo interesa a la gente inmiscuida en la Justicia y la policía. Según el Riformista, el jurado, de escritores, se comportó “de manera corporativa”: votaron al candidato que les parecía más escritor de los dos.
El centroizquierda televisivo estuvo por Veronesi: Furio Colombo, Umberto Eco, Veltroni. A Rossanda la apoyaron en cambio Alberto Asor Rosa, Bernardo Bertolucci, Luciana Castellina. También el ya no tan joven escritor caníbal Aldo Nove, que señaló: “Rossanda pertenece a una generación que colocaba a lo privado en segundo plano. En esto es sincera. Además reconoce los errores cometidos en política, pero no esconde el orgullo por una elección que le sigue pareciendo justa”.
¿Pero qué opinó la intelectualidad de derecha en Italia cuando se otorgó el galardón a Veronesi? Al parecer, prefiere este fallo, que premió al centroizquierda antes que a la izquierda más virulenta y disidente. El escritor de derecha Giorgio Montefoschi, premio Strega ‘94, admitió que “no he leído el libro de Rossanda y no lo leeré. ¿Por qué? Porque no me interesa. Me niego a leer un texto que comienza así: Sé que soy un mito vivo”.
Más duro e incongruente –¿más al estilo de la derecha argentina?– estuvo el escritor Fausto Gianfranceschi, vecino al Opus Dei: “Voté por Veronesi aunque su libro no me gustó. Lo hice sólo para contrarrestar la vergüenza que hubiera sido el triunfo de una comunista no arrepentida que intenta elevar un monumento a su fracaso”.
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