libros

Domingo, 1 de septiembre de 2002

ENCUENTROS

Rosario lo hizo

Durante tres días intensos, Rosario fue escenario de debates intelectuales, lecturas literarias e intercambios de todo tipo bajo el auspicio del III Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria, que presentó las nuevas tendencias de la moda literaria: las escrituras de sí.

POR LEONORA DJAMENT, desde Rosario

Con un poco menos de expositores que en el año 2000, pero muchos más de los que se esperaban en medio de la peor crisis argentina, se desarrolló entre el 14 y el 16 de agosto pasados el III Congreso Internacional de Teoría y Crítica Literaria, organizado por la Universidad Nacional de Rosario. Lo que se incrementó notablemente fue la participación de asistentes y estudiantes, así como también de expositores extranjeros (Venezuela, Canadá, España, Francia, México, EE.UU., entre otros) gracias, tal vez, a la conveniencia cambiaria. Esto, por supuesto, resulta siempre estimulante: aislados como nos sentimos del mundo, el debate intelectual se enriquece aprovechando al revés la crisis local.
¿De qué habla la crítica literaria académica hoy en la Argentina? Los congresos sirven probablemente como barómetro de lo que se ha dado en llamar el “estado de la cuestión” (¿o la cuestión de Estado?). Los temas de siempre (la construcción de una nación, la literatura de frontera, el canon, la revista Sur, Borges, Piglia o Saer) se vieron ampliados por la refrescante incorporación académica de la narrativa de “jóvenes” escritores como Alan Pauls, Zoe Valdés, Martín Kohan y Sergio Chejfec, o de los menos transitados por la crítica como Estela Dos Santos, Amir Hamed, Diamela Eltit o Margo Glantz. Otra novedad fue la mesa dedicada exclusivamente a Osvaldo Lamborghini, un intento para repensar su relación con el canon académico. Los trabajos leídos planteaban tanto una lectura foucaultiana como un análisis de sus textos con relación a la generación del ochenta y la construcción de la nación argentina a partir del fraude. Resultó también estimulante verificar la multiplicación de las relaciones entre el sector editorial, la universidad y los escritores, por lo menos a partir de tres modos distintos. Por un lado, la relectura de Martínez Estrada provocada por la aparición editorial de tres nuevos libros con su firma. Además, se presentaron en sociedad cuatro títulos: La dorada garra de la lectura de Susana Zanetti; Andares clancos de Adriana Astutti; El imperio realista, volumen de la Historia crítica de la literatura argentina dirigida por Noé Jitrik, coordinado por María Teresa Gramuglio, y Literatura argentina: perspectivas de fin de siglo, compilado por María Celia Vázquez y Sergio Pastormerlo. Y, en tercer término, se inauguraron este año en el congreso rosarino los “paneles de escritores” en los cuales leyeron sus textos Sylvia Molloy, César Aira, Margo Glantz, Diamela Eltit, Alan Pauls y Sergio Chejfec: el cierre perfecto para cada uno de los tres días. Como dato curioso hay que destacar lo que constituye una tendencia de la moda literaria de esta temporada: la primera persona –construida desde diferentes lugares (el diario-íntimo-por-encargo, el cruce con el discurso médico, la infancia, el discurso del trabajo– atravesó estos seis textos literarios. Las lecturas que hicieron Diamela Eltit y Margo Glantz serán de esos recuerdos encantadores (en el doble sentido de la palabra) que perdurarán en los oídos de los congresistas por largo tiempo. Y el congreso siguió avanzando: las conferencias de Nora Catelli, Nicolás Rosa, Juan Ritvo, Cristina Iglesia y Noé Jitrik. La relectura desde el exceso sentimental que hizo Sylvia Molloy de los poemas de Amado Nervo (memorizados hasta el cansancio en la infancia) fue uno de los momentos más inteligentes del congreso. Recién llegada de la Universidad de Río de Janeiro, Bella Josef contó cómo piensa el multiculturalismo y cómo construye un pensamiento a partir de la heterogeneidad, en oposición a las nociones de “identidad” y “diferencia”, y produjo uno de los debates más ríspidos e interesantes. María Teresa Gramuglio, aguda y atenta como siempre, recordó que el positivismo no es tan monolítico como se lo acusa, y que sólo a partir de la “igualdad” se puede construir una verdadera democracia con acceso plural a la educación. ¿De qué habla la crítica literaria académica hoy en la Argentina? De un modo u otro, y como siempre, del presente.

Compartir: 

Twitter

 
RADAR LIBROS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.