libros

Domingo, 1 de septiembre de 2002

Antropología y política

EL Lanús

Sergio Visacovsky


Alianza

Buenos Aires, 2002

356 págs.

POR JORGE PINEDO
Si se contabilizara a todos los que afirman haber presenciado el recital de despedida de Sui Generis en el Luna Park, no es improbable que el número resultante rebasaría con creces la capacidad del estadio. Tampoco podría tildarse a tales rockeros de mentirosos ya que hubo varios conciertos de despedida. Más aún, Sui Generis hasta el presente continúa diciendo adiós.
Algo semejante sucede en el ámbito psi con el Servicio que desde 1956 funciona en el Policlínico de la sureña localidad bonaerense de Lanús, llamado hoy “Evita”, en tiempos antiperonistas “Gregorio Aráoz Alfaro”, más familiarmente El Lanús. Charly García de la Salud Mental en la Argentina, el doctor Mauricio Goldenberg supo erigirse en una suerte de tesmóforo, héroe civilizador y líder cultural y el Servicio por él fundado se convirtió en un espacio mítico.
Lugar de quiebre entre el aislamiento manicomial y una psiquiatría “humanizada”, entre la omnipotencia médica y la apertura hacia el psicoanálisis, entre el encierro en el consultorio y la práctica social en calles y barrios, entre la academia cerrada y la transmisión mediante la praxis, El Lanús destruyó dicotomías y construyó otras. Lo social y lo individual, lo público y lo privado, la ciencia y la política se desplazan de sus modelos cotidianos de interpretación a fin de que fluyan las distintas versiones sobre una experiencia que rebasa con creces el mero ámbito sanitario.
Sólo un antropólogo pudo maniobrar las herramientas indispensables para dar cuenta de complejidades entrecruzadas que convergen y abonan la construcción de “lo político”. Sergio Visacovsky (Buenos Aires, 1959) en, precisamente, El Lanús, traslada su tesis de doctorado en la Universidad de Utrecht (Países Bajos) a un libro donde demuestra cómo “la apropiación selectiva del pasado” legitima determinadas perspectivas mientras estigmatiza otras, plasmadas en imágenes narradas según “concepciones colectivas de temporalidad, evidencia, autoridad y validez”. Por ello, el análisis de Visacovsky ha transformado a esta peculiar historización en un texto de mayor amplitud que la evocación melancólica del ámbito psi: avanza sobre el modo de producción ideológico (una profunda deuda de la Antropología) y se torna modelo de sistematicidad etnológica; brinda un paradigma de trabajo en las (mal) llamadas ciencias sociales al tiempo que oferta un marco donde apreciar que las coordenadas políticas expulsan a carcajadas fenomenologías y reducciones de mercadotecnia.
Desde las historias de vida de Oscar Lewis (Tepoztlán, Los hijos de Sánchez, etc.) de fines de los ‘60 o el libro de Néstor Perlongher denostado por la antropología académica (La prostitución masculina, 1993) un ensayo antropológico no tenía el alcance del relevamiento concretado por Visacovsky. La clave tal vez se encuentre en que “estudiar al Lanús no constituye un ardid para arribar, en definitiva, a la historia política argentina” sino, por el contrario, en que lo adopta como objeto significativo donde el antropólogo puede utilizar categorías políticas (democracia, autoritarismo) y aplicarlas “a dominios no políticos”, y viceversa, politizar a “estos últimos mediante el empleo de marcos de significación políticos”. Con herramientas teóricas y metodológicas tansobrias como sólidas (con la sola excepción de las categorías de espacio y temporalidad tomadas de Giddens y Goffman), El Lanús –el libro– de Sergio Visacovsky multiplica los efectos producidos por El Lanús –el Servicio de psicopatología creado por Goldenberg–, proyectándose más allá de su propia historia –la del Servicio, aun la del mismo libro– hacia lo que la narrativa es capaz de brindar al rigor científico habiendo provenido de la creación artística.

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