Domingo, 13 de enero de 2008 | Hoy
PàMIES
Un desfile de personajes urbanos y contemporáneos signados por un humor feroz y una fantasía que se torna realidad.
Por Natali Schejtman
Debería caérsete
la cara de vergüenza
Sergi Pàmies
Anagrama
131 páginas.
El título de este libro de relatos breves y demasiado breves, Debería caérsete la cara de vergüenza, se extrae de uno de ellos. Es, más precisamente, la nota escrita que le deja una esposa a su marido. El motivo está claro: después de haberle prometido durante la mañana a ella y sus hijos que iniciaba una nueva vida librada del vicio de la bebida, esa misma noche volvió tambaleando directo al inodoro.
Pero la misma frase sobrevuela sobre las sienes de muchos otros personajes que florecen a lo largo del libro como esas flores que viven un momento de exposición plena pero de manera demasiado fugaz. Una cámara los observa un día o una hora de su vida, los muestra solos y muchas veces deprimentes y patéticos –algo que la constante falta de compañía potencia– y escucha soplar por sobre ellos la fantasmática e imperativa voz del título. Pero no sólo en su contenido, sino también en ese tono de la “jermu” o “jabru” ausente, que se indigna ante el hombre –la mayoría de los efímeros protagonistas son hombres– que recala en escenas penosas.
De esta forma, desfilan con agraciada poca gracia un director bancario que decide esconderse en un armario cuando suena una alarma y bajo la sospecha de que han entrado ladrones y han matado a un empleado –y habiendo oído que los supuestos ladrones ya se han retirado– no sale del armario para no enfrentarse con esa situación; un hombre que, motivado por un anuncio, se dedica a llamar por teléfono a los apellidos de la guía y colgar sin decir nada; otro abandonado por su mujer, que conoce a una mulata espectacular pero tiene que interrumpir la escena de sexo con ella por no estar a la altura de las circunstancias, y otro más que se bate a duelo con un cajero automático. En el muestreo de personajes urbanos, contemporáneos, movedizos y quedados, también aparece alguna que otra familia disfuncional, parejas en crisis, intelectuales celosos y contada gente satisfecha.
Sergi Pàmies acaba de ganar los premios Ciutat de Barcelona y el Lletra D’or por su último libro de relatos breves, Si te comes un limón sin hacer muecas (Debería caérsete... es su primer libro). Como se ve, Pàmies se especializa en relatos breves y títulos largos, y como otro rasgo suyo se resalta el de utilizar un lenguaje feroz y furioso, ni indulgente ni agresivo con sus personajes, y deja colar la ironía para tratar la excesiva individualidad y, de paso, para referirse al mundo literario. Además, alcanza en ocasiones una corrosión filosa (“Dice ‘periferia’ como si se tratara de una enfermedad. Esquizofrenia, difteria, periferia”) y maneja la frialdad con calibre. Por momentos, cae en un tipo de fantasía lisérgica que más que burbujas alucinatorias parecen desprendimientos de las fantasías putrefactas de gente hastiada. Una de ellas también tiene que ver con el título y el pobre alcohólico empedernido, que al leer la nota de su esposa que lo ha abandonado, empieza a ver caérsele, ojo por ojo y diente por diente, la cara de vergüenza.
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