Domingo, 27 de enero de 2008 | Hoy
DILEMAS
No es menor ni fácil el dilema que enfrenta por estos días Dmitri, el hijo de Nabokov. Si obedece al padre, debe quemar el manuscrito inédito El original de Laura. Pero eso le puede costar la excomunión en el mundo literario. ¿Usted qué haría?
Las millones de interpretaciones que tuvo el pedido de Kafka a Max Brod de quemar su obra, recuerdos y escenas familiares que pueden aportar su granito de arena a la gran solución y, sobre todo, la dicotomía de obedecer al padre o rendirle tributo, son algunas de las cavilaciones que en este mismo momento deben estar merodeando en la cabeza de Dmitri, el hijo y único heredero de Vladimir Nabokov. He aquí el dilema: si respeta la voluntad que su padre expresó poco antes de morir, Dmitri tendrá que destruir El original de Laura, un manuscrito inédito de uno de los grandes escritores del siglo XX, pero a su vez hacerlo significará ignorar los ruegos de estudiosos y amantes de la literatura de Nabokov, varios de los cuales ya habrían amenazado a Dmitri de tomar serias represalias si decide quemar la obra inédita de su padre. El original de Laura está compuesto por cincuenta tarjetas manuscritas –equivalentes a treinta folios– guardadas desde la muerte de Nabokov en 1977 en una caja fuerte de un banco de Suiza, de la que hay dos llaves. Su viuda, Vera, no se atrevió a quemar la obra y, desde su muerte en 1991, el insoportable brete de decidir qué cosa hacer con el texto quedó en manos de Dmitri, que ahora tiene 73 años. Además, nadie sabe quién tiene la otra llave.
Según un periodista estadounidense llamado Ron Rosenbaum, que ni lerdo ni perezoso empezó a intercambiar mails con Dmitri, la decisión puede llegar a tomarse antes de lo esperado. Por lo menos eso dice en un artículo publicado recientemente en Slate, según el cual Dmitri estaría, hoy por hoy, mucho más cerca de ir preparando el fueguito que de desobedecer a su padre. En esa probable decisión, siempre según el periodista, estarían pesando más de la cuenta los intentos de Dmitri de proteger la memoria de Nabokov de lo que él considera que han sido “malas interpretaciones” y de la sobredosis de análisis de “lolitólogos” que también encuentra, por lo menos, equivocados. Claro que Dmitri al mismo tiempo estaría calculando la terrible pérdida que significaría la quema del manuscrito, ya que él mismo había asegurado que el texto “habría sido un libro brillante, original y con el potencial de ser totalmente radical, muy diferente del resto de su obra, en el estricto sentido literario”.
Habrá que esperar el desenlace de esta trama. Como pequeño aliciente, agregamos que, según Rosenbaum, Nabokov Online Journal, una página de Internet que publica dos veces al año estudios, ensayos y textos referentes al autor ruso nacionalizado estadounidense, va a colgar próximamente una entrevista con Dmitri Nabokov.
¿Arderán las llamas y se perderá en el polvo una obra que podría llegar a cambiar de una vez y para siempre el imaginario que tenemos sobre Nabokov? O, ¿se hará carne una vez más la gran Brod y, dentro de muy poco tiempo, estaremos leyendo El original de Laura?
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