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Domingo, 24 de febrero de 2008

MISTERIOS

Deshojando la Marguerite

La aparición de una novela cuya autoría se atribuye a Marguerite Duras ha causado en Francia un verdadero enigma literario. Con razones a favor y en contra, el público discute si en verdad se trata de una novela que Marguerite habría escrito por razones alimentarias.

Una novela en busca de un autor. O un inédito de Marguerite Duras. O el delirio de un crítico chistoso. Al menos tres explicaciones –las tres totalmente racionales, o razonables– pueden llegar a develar un misterio que, por estos días, está azotando los cerebros de los literatos franceses, siempre tan racionalistas pero a la vez amantes de las intrigas. Dominique Noguez, un crítico que dedicó mucho de su trabajo a la obra de Marguerite Duras, encontró en una librería de viejos un curioso libro del cual le había hablado un amigo en 1996. Heures chaudes (Horas calientes) se llama esa novela editada por la rápidamente extinta editorial Les Livres nouveaux. Tiene 195 páginas, tapa amarilla con letras verdes y –lo que es importante al fin y al cabo– está firmada por M. Donnadieu y fue publicada en 1941. Según Noguez, la novela podría haber sido escrita durante la guerra por Marguerite Duras, como medio de subsistencia económica. “Quise pagarle 25 euros a un vendedor que estaba tan sorprendido que tuve que explicarle que Donnadieu (nombre que, por otro lado, es de ella) podía ser en verdad Marguerite Duras”, declaró Noguez. Pero más allá de la posibilidad real de que el libro realmente fuera de su autoría, el acontecimiento que, sin lugar a dudas, le dio atractivo al asunto fue la forma entre borisvianesca y prevertiana en que Noguez contó su descubrimiento a los lectores del último número de La Revue littéraire. Presentándose como un detective literario confesó que, luego de hacer dos columnas con los “a favor” y los “en contra”, ambas columnas quedaron totalmente empatadas. En otras palabras, ni siquiera él mismo, que postuló la probabilidad, puede asegurar que el libro corresponda a Duras. En la columna a favor, Noguez pone que inmediatamente le encontró al libro la mano de Marguerite a partir de ese título “que presagia la climatología de la historia, al mismo tiempo que adhiere a una meteorología de la pasión”. El epígrafe de Racine también parece ser, según Noguez, una clara elección de la escritora, ya que a ella le encantaba la tragedia y citaba a Bérénice como fuente de inspiración de su cortometraje Césarée. La trama del libro, un rebuscado triángulo amoroso entre unos tales Pierre, Mona y Lucienne Vadier, tendría que ver también con algunas lecturas de cabecera de Duras. Y la columna del “a favor”, se sigue ensanchando con el nombre de los protagonistas del triángulo amoroso de la novela en cuestión. Pierre se llamaba el hermano de Marguerite, Lucienne Vadier tiene las mismas iniciales que Lol. V y ciertas escenas del libro se parecen bastante a El marino de Gibraltar. Algunas de las explicaciones no parecen tan desquiciadas. Claro que la columna de “en contra” también tiene lo suyo. En primer lugar, un montón de clichés argumentales y de estilo que no parecen corresponderle a Duras. También una abundancia de citas literarias que, salvando a Racine, alaban a escritores impresentables. Y el ítem más poderoso del “en contra” es, según el mismo Noguez, un costado machista que planea sobre la obra a través de un amante malhumorado que fustiga a su incondicional mujer. Al día de hoy, Dominique Noguez ya ha dado diversas conferencias y charlas con el mismo tono zumbón de su artículo a un público al que siempre le fotocopia la novela. Nadie se animó todavía a dar un veredicto definitivo.

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