Domingo, 24 de febrero de 2008 | Hoy
SOBERóN
La biografía y la imaginación en un cruce estético que ya tiene su tradición.
Por Ezequiel Acuña
Vidas breves
Fabián Soberón
Simurg
96 páginas
“El arte del biógrafo consiste precisamente en la selección. No debe preocuparse por ser verdadero; debe crear un caos con rasgos humanos.” Con esa afirmación como uno de los puntos de partida, Marcel Schwob justificaba las biografías de personajes históricos que conformaban sus Vidas imaginarias, un conjunto de relatos atravesados por la ficción que buscaban encontrar la particularidad, lo único e irrepetible en la vida de un hombre. Poetas, Pintores, Filósofos, Músicos y Científicos son los cinco apartados bajo los cuales Fabián Soberón organiza, en este caso, los relatos biográficos de Vidas breves. Sin embargo, y a pesar de esa aparente catalogación según la disciplina, el libro se caracteriza por su trabajo con personalidades heterogéneas y distantes. Desde Basho hasta Pierre de Fermat y de Piazzolla a Caravaggio, Vidas breves ensaya una forma distinta de aproximarse a pensadores y artistas reconocidos, haciendo un todo de aquellas diferencias que separan entre sí a los protagonistas de los pequeños relatos. Y es precisamente por ese gesto que Fabián Soberón logra ubicarse en la tradición literaria iniciada por Schwob y continuada de Borges a Javier Marías. Quizás, en ese sentido, los textos más destacables sean aquellos que corresponden a músicos y científicos, sobre todo por su elasticidad lejana a la prosa teórica y cierta contundencia narrativa que recubre de una humanidad singular a los personajes.
Al igual que sus antecesores, Vidas breves es un libro difícil de clasificar. Y es que además de la intrincada mezcla entre historia y ficción, Soberón escribe con comodidad, pasando de la poesía en verso a los textos narrativos, y de la prosa poética al ensayo artístico. La elección del estilo de cada relato parece, a veces, un poco azarosa; sin embargo, algo en esa forma dispar de presentar aquellas vidas breves da la sensación de estar en concordancia con la particularidad que distingue a cada personaje. Un poema fragmentario, irregular y abstracto parece ser, en definitiva, una de las mejores formas de representar a Kandinsky. Y si bien los textos se abren con frecuencia al discurso de la teoría estética y filosófica, es más bien un lenguaje oscuro e incierto el que construye las personalidades.
En el prólogo de Historia universal de la infamia, Borges definía los primeros cuentos del libro como “la reducción de la vida entera de un hombre a dos o tres escenas”, un retrato preciso y selectivo que pudiera revelar la intensidad de la vida de aquellos personajes. De la misma forma, las biografías de Vidas breves pretenden capturar un instante, tal vez menor –a veces anterior a algún gran acontecimiento, otras irreal y figurado–, filtrándolo con la poética de los propios artistas, condensando la base estética de sus obras en la manera de llevar a cabo el relato. De esa forma, consigue establecerse en el límite entre la poesía y el ejercicio intelectual, entre la aprehensión del detalle y el conocimiento abstracto.
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