Domingo, 1 de junio de 2008 | Hoy
CRóNICAS
Automóviles funcionales de la clase media, heladeras indestructibles y vanguardias artísticas constituyen algunos de los hitos de la familia Di Tella. Una investigación rastrea la historia de una familia tan parecida al país que no puede sino reflejarlo conflictivamente de generación en generación.
Por Natali Schejtman
Los Di Tella. Una familia, un país
Nicolás Cassese
Aguilar
351 páginas
Si de las historias de todas las familias argentinas se pudieran extraer características que reconstruyan alguna faceta de la coyuntura nacional, la historia que dibuja la familia Di Tella es, sin duda, una historia de manual. Datos como que el inmigrante italiano Torcuato Di Tella gestó la primigenia Siam como amasadora de pan en coincidencia con una prohibición municipal de amasar el pan con la mano, o que Guido Di Tella (mecenas, impulsor del Instituto Di Tella y canciller de Carlos Menem) falleció el tumultuoso último día del año 2001 son sólo algunas de esas informaciones que operan en función de esta concordancia entre lo íntimo y lo público que nunca abandonó a la familia.
El periodista Nicolás Cassese se ocupa de confeccionar una biografía familiar como un entretejido de estos mundos hacia fuera y hacia adentro, y logra que todo lo vertido en estas páginas sea relevante: lo es tanto el hecho de que Torcuato Di Tella padre, siendo ya un llamativo as de los negocios y luego de separarse de su novia de la adolescencia (que se convertiría, años después, en la madre de sus hijos) se haya ido a convivir con la mucama de la familia por cinco años, como que el chofer de la familia –casi un tío para los niños Guido y Torcuato Di Tella– haya sido un simpatizante de la URSS fastidiado con los semáforos por considerarlos parte del sistema; que Torcuato padre, por una especie de guapeza juvenil, haya decidido responder a la carta italiana que lo convocaba a la guerra siendo ya empresario y prácticamente argentino, y que haya mandado dinero a Europa para las actividades de la Concertación Antifascista, incluso con la secuela de haber sido espiado y haber obtenido el pedido de captura en su país hasta el año 1940.
Cassese ordena su investigación con una interpretación política elegante e inteligente entre la sucesión de jugoso material histórico.
El cruce de esferas también ocurre una vez que la historia pasa a ser la de los herederos, esos que entre coyuntura, intereses y sentimientos padre-hijos encontrados y evidentemente muy intensos (como se demuestra en este libro y en la película La Televisión y yo, de Andrés Di Tella, hijo él del ex secretario de Cultura y su primera mujer, Kamala) cambiaron el pesado (y millonario) legado industrial por la ambición académica, política y cultural. Cuando los Di Tella pasan a ser Torcuato (el mayor) y Guido (el menor), los ’60 culturales, la sed de exotismo y vuelo y la dictadura se entrelazan complejamente con esta familia complejamente rica, poderosa y curiosa. La escena que recrea Cassese sobre la detención de Guido por las Fuerzas Armadas en la casa familiar, en la que apareció Torcuato, es descriptiva y desopilante. Mientras Guido había sido encerrado en la biblioteca (funcionario peronista, hasta estuvo en el charter que repatrió al General), el interrogador le preguntó a Torcuato (en tono interrogador) por su profesión de sociólogo, su ideología y la contradicción de que su hermano Guido trabaje “para un populista” y tenga “esta casa de millonario”, entre otras cosas.
La historia está marcada por las historias: sin ir más lejos, a Guido lo rescató de esta detención nada menos que Martínez de Hoz, ex compañero suyo en la Democracia Cristiana.
De inmigrantes humildes a industriales nacionalistas y modelo de burguesía ilustrada. De peronistas a antiperonistas, socialistas, industriales renegados, académicos destacados y agentes culturales. De menemistas procesados a kirchneristas indómitos. Mucamas, psicólogas indias o empresarias del fitness y pilates, el abanico de la familia Di Tella a través de las generaciones –también una especie de mito nacional– es fascinante y tiene una enorme cantidad de puntos de interés en donde lo subjetivo sale hacia el mundo como teoría o configura escenarios públicos, y el peso del afuera contractura la intimidad. Los Di Tella acentúa los cruces y de la mano de esta familia cuenta un siglo de cambios mundiales puertas adentro y puertas afuera.
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