RESEñAS
Literatas
DIVINA BEATRICE. Una biografía
de la escritora Beatriz Guido
Cristina Mucci
Norma
Buenos Aires, 2002
216 págs.
POR WALTER CASSARA
La nostalgia de Cristina Mucci por un capítulo de la historia literaria argentina en el que el glamour de cierta burguesía cultivada y decadente todavía despertaba el interés del gran público, resulta tenaz y conmovedora. Empezó por la debatida señora Marta Lynch, sigue ahora con la no menos polémica Beatriz Guido y sospechamos que arremeterá en seguida con Silvina Bullrich, impostergable a la hora de recordar este romántico terceto escandaloso. Como ejemplo de esta concienzuda nostalgia, bastaría con leer el fragmento del prólogo que se reproduce en la contratapa –seguramente por el arrebato lírico que despliega–: “Beatriz me permitió también aislarme por momentos de un presente agobiante. Mientras sufría el diciembre negro del 2001 con sus cinco presidentes, sus saqueos a supermercados y sus muertos en Plaza de Mayo, viajé con las latas de La casa del ángel al Festival de Cannes, gané fortunas en el hipódromo de Río de Janeiro, compré una casa en Punta del Este y un Mercedes-Benz blanco para perderlos casi enseguida, me vestí con Yves Saint-Laurent para asistir al estreno de La mafia y disfruté de la enorme esperanza que significó Raúl Alfonsín en 1983”.
En base a recortes de diarios y revistas, a testimonios y encantadores chismes, Divina Beatrice no sólo repasa los duelos mediáticos y maledicencias entre estas tres estrellas (las “gordis” solía llamarlas cariñosamente Arturo Jauretche) de la alta farándula literaria, sino que husmea en la vida sentimental y las relaciones públicas de Beatriz Guido y Leopoldo Torre Nilsson, ofreciéndonos a través de ellos la viñeta de una época y una clase social que vivía –como los camarones– constantemente en el límite de la asfixia y la resurrección.
Así podemos enterarnos de que ambos se tributaban un amor y una obsecuencia sin límites y que viajaban a Europa más o menos con la misma frecuencia con que concurrían a las casas de empeño; que Babsy (Torre Nilsson) además de cinéfilo era un escritor frustrado, burrero y cocainómano empedernido, que su carácter reservado, junto con su figura desproporcionada infundían miedo y respeto entre los actores; que la Bullrich era “una linda señora burguesa que abría la boca y hablaba como un carrero”; que “la única brújula de Marta Lynch era su clítoris” y que la autora de Fin de Fiesta y tantos otros best-sellers no sabía una palabra de inglés y era muy linda de joven, un poco ordinaria también, además de simpática, ingenua, aduladora y mitómana hasta el delirio.
Vidas de cine y televisión, criaturas sobre todo desfachatadas y extravagantes como aquellas divas de teléfono blanco que ilustraban las revistas del corazón: sobre este aspecto se detiene la silueta –casi una entrañable caricatura– de Beatriz Guido que nos ofrece la periodista cultural y conductora televisiva Cristina Mucci; las revistas Para Ti, Antena y Radiolandia, los diarios de la época junto con los almuerzos de Mirtha Legrand en la pantalla chica y el testimonio de intelectuales y actores que conocieron a Guido son las principales fuentes de este trabajo de investigación que consta de 25 capítulos breves y entretenidos, la mayoría de ellos confeccionados con entrevistas que se reproducen de punta a punta, redactados en un estilo coloquial y llano que no prescinde felizmente de ningún dato sensacional y no traiciona nunca la idiosincrasia del personaje que intenta retratar.