“Se necesita mucha discusión”
Volodia Teitelboin, ensayista y biógrafo de Pablo Neruda y Gabriela Mistral, entre otras figuras de la literatura chilena, acaba de ser galardonado en su país (no sin polémica) con el Premio Nacional de Literatura. A continuación conversa con Radarlibros sobre las siempre apasionantes relaciones entre literatura y política.
POR SERGIO KISIELEWSKY
Volodia Teitelboin nació en 1916 en Chillán, Chile. A los 19 años publicó su primer libro con Eduardo Anguita, Antología de la poesía chilena nueva. Entre ensayos, biografías (Vicente Huidobro, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda y Gabriela Mistral) lleva más de quince obras publicadas, entre ellas: Hijo del salitre, La semilla en la arena, La guerra interna y Pólvora del exilio. Fue editor de la revistas literarias Aurora y Araucaria (esta última publicada en España). En septiembre de 1997 presentó en Chile el primer tomo de sus memorias, Un muchacho del siglo XX. Desde muy joven participó en la política de Chile. Hoy es uno de los dirigentes del comunismo en la patria de Violeta Parra.
En estos días obtuvo el Premio Nacional de Literatura en su país. “Empecé como poeta. Publiqué la Antología de poesía chilena nueva y también mis poemas aparecieron en revistas. No perseveré en la poesía y eso estuvo muy vinculado con una crisis de conciencia que me produjo ser el antólogo, y la injusticia temeraria y sacrílega que cometimos con Gabriela Mistral al excluirla de la antología. Con el tiempo seguí un camino indirecto para acercarme a la poesía a través de los poetas y las biografías de poetas.”
¿Por qué no incluyó a Mistral y muy poco de Neruda en aquella selección?
–La rebelión contra la gramática, el desconocimiento y rechazo de las antiguas escuelas (el simbolismo, el modernismo) en América latina, que eran para nosotros un signo de atraso, y nosotros nos proponíamos un pacto con el futuro. Era una concepción “revolucionaria” de muchacho de ese tiempo.
¿Por qué cree que Chile es tierra de poetas más que de narradores?
–Es un misterio no resuelto. Menéndez Pelayo dijo que Chile era tierra de historiadores. Él miraba el siglo XIX, la poesía era muy gris, muy pedestre, y de repente el gran vuelco. ¿Por qué se produjo? Admite interpretaciones diversas, da para muchos ensayos. Algunos creen que Chile se cansó de ser una tierra de grandes sueños. Otros dicen que la poesía chilena nace en zonas marginales. Porque Neruda era un niño de la frontera, donde termina la civilización blanca y empieza la indígena. Y Gabriela Mistral fue hija de campesina analfabeta en el fondo de una aldea, rodeada por cuarenta cerros y donde no se puede ver el cielo. Y, luego, la novela no tiene en Chile una dimensión monumental. En proporción, la población de Chile produce más poetas.
Cuando publicó su Antología de la poesía chilena nueva, se generó una polémica nacional alrededor del libro. En la actualidad, ¿hay polémica literaria en su país?
–No tanta polémica, pero no hay unanimidad tampoco... Las grandes discusiones, resonantes, las guerrillas literarias, parece que se perdieron, no son de esta época. Yo espero que lo sean porque se necesita mucha discusión, se necesita hablar en voz alta.
¿Qué recuerdos tiene de los últimos días de Neruda?
–Pablo se enteró por una radio mendocina de que habían matado a su amigo Salvador Allende. Su casa de Santiago fue inundada y asaltada.
La muerte de Neruda fue una tragedia griega. Estaba enfermo de cáncer, pero los médicos dijeron que podía sobrevivir muchos años siempre y cuando las cosas no se complicaran o un trauma externo perjudicara su estado. Así fue. Cuando murió, el féretro fue llevado por una multitud suicida. Gritaban: “Pablo Neruda. Ahora y siempre, Salvador Allende. Ahora y siempre. Víctor Jara, ahora y siempre”. La gente era filmada, se corría peligro de muerte. En el cementerio se cantó “La Internacional” y se entonaron otras canciones. La multitud no quiso abandonar a su poeta.
¿Qué vigencia tiene hoy Neruda en Chile?
–En las minas de cal hay grabados versos de Neruda, se lo estudia en las universidades, en los talleres literarios, se lo reedita. Losenamorados echan mano a sus versos para conquistar chicas. Era cierto lo que escribió en Extravagario: “No crean que voy a morirme”.
¿Qué significó el exilio para usted?
–Con la última dictadura estuve 15 años exiliado. Es muy complejo, pero deshice rápidamente las maletas (hubo gente que siempre estuvo con las maletas listas para volver porque “la dictadura iba a durar seis meses y después retornamos”) y no fue así. El mismo día del golpe empecé a hablar por radio, estuve quince años hablando por radio, fueron miles de programas, desde Moscú a Chile, a 15 mil kilómetros de distancia.
¿Existe posibilidad de que la izquierda vuelva a unirse?
–Creo que sí. Y con todas las fuerzas que están por la recuperación de la democracia chilena. Puede ser muy amplia, es lo que se debió hacer siempre, pero un grupo de la Concertación prefirió entenderse con Pinochet... Será muy difícil porque el poder es sumamente tentador: los cargos públicos, el goce de las prebendas.