Domingo, 25 de abril de 2010 | Hoy
Por Nina Jäger
Mañana no será lo que Dios quiera
Luis García Montero
Alfaguara
424 páginas
Si es que hacen falta motivos para publicar en el siglo XXI un libro sobre la Guerra Civil Española y la dictadura franquista, Mañana no será lo que Dios quiera tiene el menos uno muy oportuno. La primera novela del poeta Luis García Montero aparece en Argentina al mismo tiempo que en España procesan al juez Garzón por declararse competente para investigar los crímenes de la Guerra Civil y el franquismo. Mañana no será lo que Dios quiera ganó el premio al libro del año por el Gremio de Libreros de Madrid, y su competidor era nada menos que el esperado Anatomía de un instante de Javier Cercas. Mezcla entre biografía literaria, novela histórica y ensayo, la novela cuenta la infancia del poeta Angel González, atravesada por la Guerra Civil Española. Con un padre que muere mucho antes de lo tolerable, un hermano que debe exiliarse por su activismo político y otro que es asesinado por el mismo motivo, y con la profesión de la hermana y la madre vueltas impracticables por los falangistas, la vida del niño Angel y su familia consiste sobre todo en la experiencia de la resistencia.
García Montero construye un relato en el que la guerra borra la frontera entre lo político y lo doméstico. Un hermano socialista, más ideólogo que militante, anuda al cuello de Angel un pañuelo con el dibujo de la hoz y el martillo y lo lleva de la mano al niño de once años a su primera manifestación para celebrar la liberación de los presos de la cárcel Modelo. En la vida de Angel González, que propone una resignificación política de lo familiar y a la vez una dimensión personal de un conflicto nacional, España es una “Estricta Madre Patria”.
En Mañana no será lo que Dios quiera hay una relación firme entre infancia y poesía adulta, como si las influencias literarias de González, su amistad madura con Juan Agustín Goytisolo y su pertenencia a la Generación de medio siglo hubiesen estado signadas ya desde la niñez por la hermana que leía en voz alta a Rubén Darío, por el abuelo amigo de Leopoldo Alas “Clarín” y de Alejandro Casona y por los vecinos que le prestaban Las mil y una noches.
García Montero busca un vínculo episódico estrecho entre la vida de Angel y su poesía, y así su novela se convierte también en una crítica literaria construida como una exquisita prosa poética: Mañana no será lo que Dios quiera parece un libro escrito para ser leído en voz alta. Joaquín Sabina, que dedicó a Angel González la canción “Angel menos dos alas”, advirtió sobre lo insólito de este relato, que reúne a dialogar en prosa a dos hombres del mundo del verso.
En la vida de Angel conviven pasado y presente. De ahí el título de la novela, de ahí que el mañana, para González, pueda ser transformado por el hombre independientemente de la voluntad divina. En esto coinciden los dos poetas: no existe neutralidad, ni en la política ni fuera de ella. “Vivir es tomar partido, y uno no puede lavarse las manos.” Cuándo declararemos, se pregunta García Montero, ilegales a los jueces que condenaron a muerte, por ejemplo, a Miguel Hernández.
Uno existe de un modo u otro según qué decisiones toma. García Montero decidió emparentarse poética y políticamente con Angel González para escribir, en el siglo XXI y con motivos de sobra –si es que hacen falta–, una gran novela sobre la Guerra Civil y el franquismo.
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