Domingo, 27 de marzo de 2011 | Hoy
A contrapelo de la extrema seriedad que suelen tener las obras dedicadas a la figura de Jesús, la novela del escritor alemán David Safier es una pieza de humor y entretenimiento sobre el regreso de Jesús a la Tierra para enamorar a las mujeres.
Por Juan Pablo Bertazza
Desde hace unos años, la televisión y la literatura chick lit rezuman, con mayor y menor calidad, los clamores de mujeres desesperadas por encontrar amor, pareja o lo que sea, pero ya. Sex and the City y Ciega a citas son algunos ejemplos evidentes. Jesús me quiere –novela que se transformó en un verdadero bestseller en Alemania y el año que viene será llevada al cine– forma parte de esta tendencia, aunque trae algunas particularidades: la primera es que fue escrita por un hombre, David Safier, escritor y periodista que se formó básicamente en la radio y la televisión –algunas de las series que ha realizado son Mi vida y yo y Berlín, Berlín; por las cuales obtuvo premios como el Grimme y hasta un Emmy de Estados Unidos–. Sin que esto hable mal para nada mal de él, Safier es de esos escritores que desarrollan y le sacan jugo a una fórmula que ellos mismos crean: Jesús me quiere presenta una estructura casi idéntica a su anterior novela, Maldito Karma, también muy vendida y publicada en castellano. En aquel libro, había una protagonista femenina (una obsesiva presentadora de televisión), y una situación tan absurda como arraigada en el imaginario: la reencarnación y el karma, con la participación especial de un personaje mítico como Buda.
Ahora en Jesús me quiere, Marie es una treintañera que trabaja de manera bastante frustrada como periodista; pero lo que mejor la define es su capacidad para enamorarse siempre del hombre equivocado: luego de que la abandonaran todos sus prometidos, no tiene idea o impulso mejor que dejar plantado en el altar al único novio que parecía genuinamente enamorado de ella. Antes de dilatar más de lo aconsejable la respuesta al “sí quiero”, Marie queda subyugada con una imagen de Jesús crucificado y naufraga en una serie de reflexiones herejes en torno de su genio, su figura y su extraño parecido con uno de los Bee Gees, mientras el pastor y su futuro ex marido comienzan a entrar en pánico. Entre la culpa y la depresión, conoce a Joshua, un carpintero palestino con barba que dice ser Jesús; pero además de decirlo habla en todos los idiomas del mundo, es bondadoso y realiza milagros por doquier. Entre su acidez y su sarcasmo (por ejemplo, con respecto a la relación de su padre con una bielorrusa mucho menor que él), poco a poco Marie se encuentra en el brete de enamorarse nada menos que del Hijo de Dios.
A diferencia de otros regresos y otras obras sobre Jesús –entre las cuales podemos mencionar Jesucristo Superstar, La última tentación de Cristo y La pasión de Cristo de Mel Gibson–, Jesús me quiere no tiene ninguna pretensión teológica; simplemente hace uso de un recurso para volver más atractivo aún un libro por demás divertido que desarrolla, en clave cómica, una idea casi filosófica que tiene que ver con el amor y la caída; o la renuncia a algo que en toda vida implica la entrega del amor. “No se puede ser sabio y estar enamorado al mismo tiempo”, dijo Bob Dylan en el documental de Scorsese, y es algo que puede testearse tanto en la vida de Superman (quien tenía que renunciar a sus superpoderes para poder vincularse con la también periodista Louisa Lane) como en la de Jesús –a quien, justamente, en la película de Scorsese le ofrecían abandonar el sacrificio de la cruz para casarse con María Magdalena–.
Con dosis de humor que parecen estar a mitad de camino entre los mejores gags de Sex and the City y las películas menos trascendentes de Woody Allen, efectos de sorpresa con referencias al mundo del pop, y la incursión permanente de historietas que hacen aún más descansada la lectura ya ligera de este libro, Jesús me quiere hace del Mesías el hombre ideal para las mujeres.
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