Domingo, 3 de abril de 2011 | Hoy
Internet > Mientras los grandes medios anglosajones empiezan a cobrar por sus contenidos en la web, dos proyectos salen al rescate del viejo y querido artículo extenso, investigado y escrito con calidad literaria. Por un lado, la BBC digitaliza los archivos de la mítica revista The Listener. Por otro, The Atavist hace una apuesta inédita: sale con un solo artículo, muy largo y muy bueno, y sólo cuando tiene algo que publicar.
Mientras por estos días se discute el acceso libre o pago a diarios y revistas en versión digital, hay otra pregunta que late entre la atención cada vez más dispersa de los lectores virtuales y la posibilidad de almacenamiento de texto casi infinito: ¿quién va a bancar la gran tradición del artículo largo, investigado y literario? Las respuestas van apareciendo, y en el mundo sajón parecen venir por dos rumbos, ambos impecablemente electrónicos.
Por un lado, la BBC anunció que después de un año y medio de trabajo ya tiene casi listo el escaneado de uno de sus productos más singulares, The Listener. La revista fue fundada en enero de 1929 para complementar otro producto de la casa, la Radio Times, y siempre fue más intelectual y –hablamos de ingleses– más clase alta. The Listener fue pensada por Lord Reith, el primer director de la radio, como un segundo hogar para escritores que ya colaboraban con la radio, como Virginia Woolf, Philip Larkin y T. S. Eliot. En sus 61 años de existencia, la revista se dio lujos como mandar a un joven Anthony Burgess a cubrir los funerales de Kennedy y darles espacio a Ian Hislop, Stephen Fry y John Peel. Creada en tiempos sin grabadores y con radios de onda corta a válvula, The Listener servía de archivo y publicaba cosas como la transcripción del últimamente famosísimo discurso del rey Jorge VI anunciando que Gran Bretaña iba a pelear contra Hitler. Que, de paso, fue un cambio de política para el medio: en 1933, su enviado Vernon Bartlett escribía desde Berlín que le resultaba imposible encontrar a una víctima de los nazis.
The Listener duró hasta 1991, cuando la calidad y cantidad de los suplementos literarios de los diarios la hizo redundante. En seis décadas acumuló 130 mil páginas que guardan, entre otras cosas, guiones perdidos de radioteatro, coberturas notables y entrevistas a un quién es quién de la política mundial. El proyecto de digitalización comenzó como algo escolástico, pensado para universidades y centros de investigación, tal vez a distribuir en librerías para recuperar costos. Pero el incendio financiero que se comió tantos de sus servicios en lenguas extranjeras y corresponsalías en el mundo obligó a repensar el proyecto. Para alegría general, el paquete estará disponible en el sitio web de la BBC, cosa de aumentar el tránsito de visitas.
Mientras tanto, del otro lado del Atlántico, contemporánea y norteamericana, la revista electrónica The Atavist, acaba de publicar su tercera edición. Sus editores son personas empecinadas en creer que hay que escribir bien aunque se haga en bites y que los lectores tienen que pagar para leer, aplicando la vieja regla de que lo gratis no es bueno. The Atavist se concentra en artículos que no llegan al libro, pero superan por varios cuerpos la dieta macrobiótica del blog.
Quien visite la página se encontrará con un buen diseño, claro y simple, y con las “ediciones” –en realidad, artículos individuales– presentadas con una tapa y un adelanto que ya es tan largo como una nota promedio de un diario común. El que lea se verá tentado. Un relato comienza con un gran baile en Bombay durante la Segunda Guerra Mundial, de los que tienen lamparitas colgadas de los árboles, un escenario de tablas y una pista de tierra. Los soldados bailan con chicas locales, siguiendo una frenética banda de jazz capitaneada por un pianista enorme, elegante, negro y norteamericano. Entre el público hay un australiano borrachísimo y de uniforme, que sostiene a su mascota, un osezno, de una cadena. El australiano es un racista, odia a los negros y termina tirándole el oso al pianista, que sigue tocando hasta que el aterrado animalito lo hace sangrar por la espalda. Sin dejar de tocar, el negro le da un codazo al oso y lo tira. Lo que sigue es el perfil alucinante del Duke Ellington de Asia, un jazzman olvidado que juntó 25 mil fans en Calcuta el día de su entierro.
Al precio de un 1,99, la revista se puede descargar en Kindles, Nooks y PC instantáneamente, se podrá ver en breve en cualquier tablet y algún día, cuando Apple se digne, también en iPads y iPhones.
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