Domingo, 31 de julio de 2011 | Hoy
Penelope Lively es una de las grandes damas de la narrativa inglesa, especializada en literatura infantil, ensayista y cronista. En Consecuencias, su primera novela publicada en Argentina, narra la saga familiar de tres generaciones que a pesar de los sinsabores de la historia y los dramas familiares, jamás pierde la corrección.
Por Luciana De Mello
“La señora Lessing es una novelista política, una novelista de ideas. Las ideas son un tema serio, como la política. Pero hay formas de escribir seriamente, y maneras ficcionales de explorar ideas, que evitan la exageración, que conservan la fuerza de la forma de la novela sin que el lector se sienta aleccionado. Otra vez, la sensación es que la ficción está siendo usada como un mecanismo para generar polémica.”
Esto reflexionaba la escritora, guionista y crítica literaria Penelope Lively respecto de la publicación en 1981 de Los experimentos sirianos de Doris Lessing. La producción crítica de un escritor de ficción oficia en gran medida como prólogo frente a su propia obra, lo que lee, cómo lo lee, y en este caso, de qué manera piensa una categoría de “novelista política, novelista de ideas” como si existiera una contraparte para la serie, un novelista no político, una novela neutra. Más allá de que esta última entrega de la trilogía de Lessing no fue la mejor recibida por la crítica, Lively ponía el acento en su enorme crítica al colonialismo que fue la saga de Canopus en Argos. Una manera posible de leer Consecuencias, la primera novela de Penelope Lively editada en Argentina, es desde su propia crítica a la obra de Lessing.
Lively ha escrito y publicado más de cincuenta libros que van desde la literatura infantil (sin duda el género que la hizo famosa en la literatura británica) hasta novelas, ensayos y crónicas. Una dama inglesa de las letras que ha ganado el premio Booker por su novela Moon Tiger, es miembro de la Royal Society of Literature y nombrada Comandante de la Orden del Imperio Británico, condecoración que muchos otros escritores, como Aldous Huxley y Graham Greene, se han negado a recibir en clara posición ideológica frente a la corona. Todo un currículum real es entonces el de Penelope Lively, quien como Doris Lessing pertenece al grupo de escritores ingleses que nacieron en territorio colonial durante el largo período de las guerras mundiales. Nacida en El Cairo en 1933, logró llegar a los claustros de Oxford gracias a la insistencia de su padre banquero, y una vez instalada en la madre patria, nunca más se alejó de allí.
Consecuencias es la historia de tres generaciones de mujeres que comienza con un casual encuentro en un parque londinense a mediados de 1935. Matt y Lorna provienen de diferentes clases sociales y sin embargo en la pareja reina el amor, la comprensión y la felicidad de la vida sacrificada del campo hasta que la guerra deje a la chica viuda y con una pequeña niña para criar sola. A partir de ahí, todo lo previsible de una historia bienintencionada y, eso sí, muy bien escrita, con un lenguaje fluido, correcto, y un ritmo narrativo sostenido. El hilo que enhebra las historias de estas tres generaciones es la reflexión sobre el tiempo, la relación entre pasado y presente, la percepción del espacio y las distancias en la construcción de la memoria familiar a medida que avanza el siglo XX. La segunda generación cuenta la historia de Molly, hija de Matt y Lorna quien, abatida por la pronta pérdida de su esposo, se casa por segunda vez con el mejor amigo de Matt en una Londres devastada tras el fin de la Segunda Guerra. Molly se convertirá rápidamente en una chica independiente de ideas propias y vida bohemia al decidir ser madre soltera desairando a un millonario que daría la vida por ella. Finalmente, llegamos a la historia de Ruth, mujer de este tiempo, periodista independiente que hace sus compras en Sainsbury’s y se divorcia muy civilizadamente.
El principal problema de la novela: Que no haya secreto. Y la novela familiar por definición se origina alrededor de un secreto, que claramente no necesita ser dicho, ni siquiera insinuado, pero que debería estar latente en alguna parte, en algún resquicio. Nada de eso, las historias individuales son atravesadas por la Historia, las parejas se divorcian, los hombres se casan con las viudas de sus mejores amigos, hay exámenes de VIH, madres que desheredan, que mueren, que deciden criar a sus hijos solas, pero no existe un solo momento de fricción. Lo de Lively no es falta de talento para narrar, de hecho la novela podría resumirse a la última escena, una gran cuento de 25 páginas que condensa toda la historia y la tensión nunca antes esbozada. La ausencia de conflicto no se basa en el hecho de que ella pertenezca a la clase de escritores que respetan la forma de la novela para no caer en dispositivos generadores de polémica, sino en que sus propios personajes, hagan lo que hagan, no lleguen siquiera a rozarla.
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