Dom 13.11.2011
libros

Tres nuevas revistas abordan el mundo del arte

› Por Lucrecia Palacios

Poco más de un año y medio después de la aparición del último número de Ramona, tres nuevas publicaciones sobre papel se dividen su herencia y les disputan a los artistas la posibilidad de explicar sus obras y el sistema del arte. Ramona había nacido en el 2000 bajo el signo de la crisis (“Con 200 pesos la hacemos”, parece que le dijo Roberto Jacoby a Gustavo Bruzzone) y, simples y sinceros, convirtieron escasez en identidad: sería una revista de arte sin imágenes. En el arco de la década en que se publicó, pasó de centrarse en las reseñas de exhibiciones locales y en conversaciones entre artistas a publicar artículos historiográficos, investigaciones de escenas latinoamericanas o cuestionarios sobre credos estéticos, a medida que iba incorporando voces y géneros a sus páginas. Con cada uno de sus 101 números, Ramona intentó aliviar una sensación que todavía existe: hay cada vez más exhibiciones, pero hay pocos lugares para comentarlas y discutirlas públicamente. Y si en la década del 2000 la polifonía de una sola revista refrescó el medio y proveyó un espacio para la discusión, es justo que en el 2011, cuando el campo ha crecido enormemente, sean tres las publicaciones que asuman y se dividan la tarea. Y que por sus temas, su diseño o su circulación, pero sobre todo por sus tonos, las nuevas revistas no puedan ser más diferentes, cifra el fin de un estado, aquel en que una sola revista podía centralizar y reunir todas las voces.


Cómo ser un lince

Mamá Lince - arte y civilización

Fotocopiada, pequeña y con un diseño que cualquiera podría solucionar en un Word, Mama Lince toma la forma del fanzine, esas revistas urgentes, de frecuencia incierta que proliferaron en paralelo a la fotocopiadora. Con un valor accesible, su circulación se limita a unas pocas librerías y al mano en mano. El formato no puede ser más adecuado para sus objetivos. Los bajos costos de impresión le permiten una independencia completa de anunciantes, coyuntura coherente para una publicación que se dedica en casi todos sus artículos a discutir cómo el arte contemporáneo (y su crítica) no puede entenderse por fuera de la lógica del capital.

Pero más que la perspectiva neomarxista, la mayor novedad de Mamá Lince son los temas que esta óptica le permite desarrollar. Casi no hay escritos sobre muestras o artistas, y sí sobre los sistemas de inserción y legitimación de las obras en el mercado, las condiciones laborales para los artistas, la precarización en el trabajo freelance, etc. Los autores se escapan cada vez que pueden de la posición del espectador y, en la línea de e-flux journal, proponen políticas culturales, analizan el funcionamiento del tejido institucional y su ideología, se preguntan por la vitalidad y razones de la educación artística.

Queda claro que los lectores de Mamá Lince deben tener un alto compromiso, sobre todo laboral, con el sistema del arte. La revista se dirige a artistas, curadores, críticos, gestores culturales, etc. Pero, en esta sindicalización del trabajo artístico, hay también un tono generacional: si en décadas pasadas se discutió una y otra vez la profesionalización del medio, hoy, con un sistema educativo que produce egresados en arte, crítica y curaduría todos los años, no es en vano preguntarse dónde y cómo va a trabajar esta gente.

Equipo editorial: Malena Higashi, Claudio Iglesias, Lara Marmor, Victoria Márquez, Alejo Ponce de León, Florencia Qualina. Diseño: Valentina Liernur.

www.mamalince.com.ar | [email protected]


Todo pasa, todo queda

Anuario Registro de acciones artísticas

Anuario recoge una de las ambiciones que guió a Ramona en sus inicios: no habrá actividad artística en Rosario sin reseña. El equipo editorial convocó a periodistas, historiadores del arte, gestores, curadores, poetas, artistas y críticos para que participen del volumen, y el resultado es un libro que releva, ordenadas por fecha, desde las exhibiciones hasta los programas de residencias y becas que se desarrollaron en la ciudad. Con amplitud de juicio y criterio democrático, se han incluido tanto instituciones consagradas como emergentes. Se sabe: un anuario es también un instrumento de balance. Y si bien no hay un texto que explícitamente arriesgue una lectura del conjunto, el tono general es de satisfacción por la cantidad, calidad y expansión de sus manifestaciones.

Pero más que el impulso de mostrar y dar a conocer las exhibiciones o actividades, la voluntad de la publicación es la del archivo y el registro. Como su nombre lo indica, el volumen aparecido en 2011 agrupa lo ocurrido en 2010, y se deberá esperar a 2012 para conocer las reseñas de este año. El delay explica que la mayoría de los artículos estén escritos en pasado, y quizás explique también que sea la crónica el género más usado. Sin embargo, la naturalidad con la que los escritos desembocan en la primera persona y narran los eventos como experiencias, permiten que Anuario, en su conjunto, funcione también como comprobación de cómo un entramado de museos, muestras y charlas puede ser la forma en que se viva y recuerde una ciudad.

Comité editorial: Pablo Montini, Georgina Ricci, Lila Siegrist.

www.elanuarioarte.com.ar | [email protected]


El arte de la sugerencia

Blanco sobre blanco miradas y lecturas sobre artes visuales

Con un comité editorial compuesto por docentes e investigadoras de la UBA y el Conicet, secciones que actualizan sus contenidos en cada número y periodicidad semestral, Blanco sobre blanco es la publicación aparecida este año que con mayor propiedad puede recibir el nombre de revista. Si bien está especializada en historia del arte, y sus artículos centrales son investigaciones en esta disciplina, también contempla algunas secciones que abren la revista hacia otras direcciones. En “Versión libre”, por ejemplo, se invita a escritores a comentar alguna imagen, o una sección de inéditos traduce textos críticos que no se conseguían en castellano. Más documental, en “Crónica de artistas” se les pide a los artistas que describan la realización de una obra. Pero el meollo, el corazón de la revista, es un dossier de textos de investigación, que en este número trata sobre obras en donde se haya usado el blanco sobre blanco.

Justamente, el título de la revista refiere a la serie de monocromos que Malevich realizó en la década del ‘10. Para el equipo editor, “Blanco sobre blanco alude a una escritura matizada y no conclusiva que ofrezca un caudal de sugerencias sobre las artes y la cultura visual”. También puede servir de metáfora para el carácter pacífico y calmo de la revista, para el discurrir sereno entre sus colaboraciones, que sin contrastar se van superponiendo y sumando. Alejada de las discusiones del arte contemporáneo, Blanco sobre blanco permite revisar artistas y obras que no suelen estar presentes en las exposiciones y acceder a textos que no solían escapar de la academia.

Grupo editor: Talía Bermejo, Silvia Dolinko, María Amalia García, Mariana Marchesi, Isabel Plante, Teresa Riccardi, Agustina Rodríguez Romero, Verónica Tell, Viviana Usubiaga.

revistablancosobreblanco.wordpress.com | [email protected]

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