Mientras que en España se acaba de editar Cuervos y en el mundo anglosajón se conoce The Wrath Of Angels, lejos de ser la nueva novela del detective Charlie Parker Más allá del espejo es en realidad un rescate de casi una década atrás. Cerrando un libro de cuentos inédito en castellano, Nocturnes (2004), data de una época en que Connolly aún no sabía qué clase de escritor quería ser, según recuerda en el prólogo a su reciente edición en inglés como nouvelle (ausente en la edición en castellano). “Era reacio a firmar contratos largos, así como a comprometerme a escribir un libro de Parker por año, aun cuando escribir regularmente una saga con un personaje fijo es la mejor manera de asegurarse un lugar en el atestado mercado de la novela negra”, recuerda el irlandés, que aclara también tener presente entonces que seguir semejante derrotero puede ser también la mejor forma de estancarse como escritor. Sin embargo, después de Más allá del espejo Connolly no sólo comenzó a escribir una novela por año de su detective torturado, sino que también fue mejorando novela a novela, hasta alcanzar una cumbre con Los atormentados (que acaba de editarse en edición de bolsillo). Tal vez la clave esté en que la nouvelle supo funcionar como atinado recordatorio de las mejores características de una saga que ha terminado destacándose claramente en un mercado cada vez más atestado, desplegando personajes queribles y bien construidos, una prosa lo suficientemente chandleriana y un regusto sobrenatural jamás exagerado. El resultado son particulares policiales dark antes que negros, en los que el mal forma parte de un mundo demasiado humano. Ubicada cronológicamente entre las novelas El camino negro y El ángel negro, la delgada trama de Más allá del espejo termina resultando más propia de un cuento, pero aun así se disfruta por el lento despliegue de su personal tono así como por la paulatina aparición de cada uno de sus personajes, principales y secundarios, como si Connolly hubiese disfrutado tanto como alguno de sus fanáticos el hecho de regresar a un mundo que dista de ser realmente disfrutable. Salvo en forma de novela, claro.