Cucurto incursiona en la novela negra. Y lo hace a su manera, claro. Una trama bizarra salpicada de humor y disparatadas situaciones sociales entre el centro y los arrabales.
› Por Sebastian Basualdo
Washington Cucurto ya no necesita construir una imagen de autor marginal (puede pensarse en ese interesante juego de significaciones entre autor y literatura propuesto en Cosa de negros, por ejemplo: su foto sonriente, señalándose, y debajo el W. C. en el marco rectangular que apelaba a las placas de los baños públicos), su nombre se fue convirtiendo con los años en algo así como una especie de sinónimo de una poética bien definida, coherente y hasta el límite, como suelen ser las convicciones: el universo literario del lumpenaje y sus mitologías que no se reducen en modo alguno a meros tópicos sobre sexo, las drogas, el alcohol, la cumbia o la corrupción política simplemente para narrar buenas historias sino como hallazgos, incursiones hacia ese otro costado de lo real, un modo de dar vuelta la camiseta social de manera frontal y salvaje, como son las verdades.
La culpa es de Francia es la primera incursión de Washington Cucurto en el género policial, oscilando por momentos entre la parodia y el homenaje a la novela negra. Irónica y sarcástica, siempre brutal, narra la historia del singular Santiago Chichardelo, un hombre que trabaja como portero en la biblioteca Evaristo Carriego, padre de cinco hijos, amante de las prostitutas, aficionado a la poesía y colaborador de una cooperativa, que conoce un día a una joven dominicana llamada Francia que le va a proponer un negocio tan tentador como insólito: blanquear ocho millones de dólares con la compra de propiedades, dinero de las FARC proveniente de las drogas destinado a la compra de armas y a las apuestas del fútbol sudafricano. Santiago Chi-chardelo tiene dos días para cumplir su misión y lo primero que hace es visitar a su madre, que además de consejera es su amante, y ambos planean realizar su propio negocio destinando el dinero a una cooperativa barrial, un mecanismo de fraude. Pronto aparecerán en escena Quispe y Tugurio, dos policías corruptos que entre tiroteos y persecuciones harán de la vida del antihéroe Chichardelo un verdadero infierno.
La culpa es de Francia tiene todo lo que uno espera de uno de los escritores más entrañables y controvertidos del panorama literario actual.
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