› Por Sebastián Basualdo
Muchas veces ocurre que se tiene la necesidad de regresar a ciertos lugares, cruzar una calle que todavía resulta familiar y detenerse en una esquina con la esperanza todavía viva de encontrar algo reconocible, un antiguo portón, acaso la fachada de una casa que ya no existe o fue remodelada hasta el anonimato, vendida hace ya tanto tiempo que resulta difícil excusarse con un toque de timbre para luego explicarle a un desconocido que se tiene la intención de volver a entrar sólo para recuperar una parte del pasado, la historia familiar, perdida ya, o acaso sobreviviendo en ese presente continuo de toda fotografía o en los relatos que nos contaron cuando era posible entender que las palabras son como las casas: están hechas de historia. “Me equivoqué. Me confundí”, terció finalmente Quimey acompañada por un hipo interpretado por los hombros. “Pensé que ésta era la casa de mi nonna Vicenza. Los Porter vivían adelante, en la colchonería, eso era lo que decían mis viejos. Los Porter en el local y nosotros en la primera puerta.” Nosotros, dice la joven Quimey, un modo como cualquier otro de establecer un puente tendido; y éste bien podría ser el punto de partida de Falso contacto, la nueva novela de Ana Ojeda, donde narra la historia de inmigrantes italianos provenientes de Figline a partir de una joven que, como tantos otros después de la crisis de 2001, emprende un viaje hacia sus raíces europeas. Ana Ojeda es escritora y traductora, y su primera novela, Modos de asedio, obtuvo el segundo premio Casa del Escritor 2005.
Quimey busca algo más que un futuro promisorio. Su historia abarca dos generaciones de familias entrecruzadas, llena de secretos, pasiones y frustraciones que se irán develando a medida que pasan los años. Estructurada en actos como en las piezas teatrales y en un tono que recuerda por momentos las aguafuertes de Roberto Arlt, Falso contacto aborda de manera novedosa el tema recurrente de la inmigración, poniendo de relevancia, entre otras cosas, la abnegación de tantas mujeres que, en un mundo regido por y para los hombres, han sabido afrontar las vicisitudes de la vida dentro un siglo que les fue por completo desfavorable.
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