Domingo, 1 de septiembre de 2013 | Hoy
Port Bou ¿alemán?, del crítico italiano Ulisse Dogà, se dedica por entero a un poema de Paul Celan sobre Benjamin pero, en sucesivos atajos, conduce al suicidio del filósofo alemán en Port Bou, el 25 de septiembre de 1940, en la frontera entre Francia y España, y sus resonancias a lo largo de casi treinta años, llegando al poema que Celan escribió en pleno Mayo francés.
Por Enrique Foffani
Este libro escrito por el profesor italiano Ulisse Dogà está enteramente dedicado al análisis e interpretación de un poema de Paul Celan, que lleva por título “Port Bou ¿alemán?” y que su autor decidió no incorporar a su libro Parte de la nieve. El estudio entre filológico y literario deviene un asedio acuciado no sólo por comentarios, excursos y menciones contextuales ineludibles, sino también por el deseo si no de agotar, sí al menos de contribuir a la iluminación de su sentido. El poema en cuestión está fechado (fue escrito por Celan el 19 de julio de 1968, así lo atestigua no sólo el manuscrito sino también el tomo de los escritos de Benjamin que leía Celan en ese momento) y ostenta un carácter dialógico incontrastable: su contenido es, básicamente, una cita de Walter Benjamin, extraída de una reseña que éste escribiera en el año 1930 acerca del libro publicado en 1928 sobre el clasicismo alemán de Max Kommerell, un poeta esotérico del círculo de Stefan Georg; un libro cuyo título debió resonar con inquietud en los oídos de Paul Celan, sobre todo durante ese emblemático año de 1968, en cuyas revueltas estudiantiles la presencia de Benjamin no había pasado desapercibida sino todo lo contrario. El título del libro de Kommerell rezaba El poeta como Führer y la nómina de poetas estudiados estaba conformada por Klopstock, Herder, Goethe, Schiller, Jean Paul, Hölderlin. Más allá de la posición eminentemente conservadora de Kommerell, es la palabra Führer ligada al poeta lo que llamó la atención de Celan, quien buceó en la crítica que le había hecho Walter Benjamin titulada “Contra una obra maestra” a fin de despejar no las dudas que podría ocasionarle un libro como éste escrito cuarenta años antes sino la posición que Benjamin como judío, en los umbrales del nazismo, había tomado frente a la tan mentada germanidad como continuidad cultural.
Celan encuentra ambivalencia en Benjamin, que critica el conservadurismo de Kommerell pero parece caer embelsado por su estilo (aunque no por su ideología: he ahí el dilema, núcleo de debates y discusiones que atraviesan el poema) y es este movimiento de oscilación el que desata la escritura celaniana casi de inmediato.
Port Bou es la aldea catalana, enclavada en la zona limítrofe entre España y Francia, hasta donde llegó Walter Benjamin huyendo del nazismo, con la intención de cruzar la frontera y poder embarcarse desde Portugal hacia los Estados Unidos, donde lo esperaban sus amigos Theodor y Gretel Adorno. Pero la noche del 25 de septiembre de 1940, después de la larga travesía por los Pirineos, Benjamin decide quitarse la vida. El poema “Port Bou ¿alemán?” deviene así el lugar donde quedan entrelazados para siempre Celan y Benjamin: por un lado, como toponimia de la muerte, Port Bou es también una lápida, la tombeaux que Celan le escribe a Benjamin, como él judío de lengua alemana y como él atravesado por la barbarie e impelido a ser un habitante nómade entre las culturas y las lenguas, y –por el otro– Port Bou también habla de la Historia con mayúsculas del acontecimiento ante el cual Benjamin finalmente sucumbe, y sin embargo, como escribe Dogà, “lo histórico termina en geografía”, una grafía plantada en la tierra, en contacto con el humus y sus componentes más elementales: en Celan, escribir es siempre emplazar, de allí su recurrencia a tecnicismos idiomáticos, como ocurre precisamente con el vocablo “Abraum” en este poema, proveniente de la mineralogía, el cual se refiere a la acción de quitar los escombros, de desembarazar un lugar de cosas que lo estorban. El poema podría ser pensado a partir de esta acción: descombrar hasta que el diálogo se vuelva vivo, hasta que entablar un diálogo con un muerto se vuelva un contrapunto de vida. La última estrofa, contradiciendo la palabra escrita por Benjamin en su mencionada reseña de 1930, afirma lo siguiente: “nada de demasiado tarde”, un lema que otorga al lenguaje poético la posibilidad de decir lo contrario y de invertir, además, las frases paremiológicas de la lengua corriente: en vez del secreto a voces, Celan rematará el poema con los versos “una apertura secreta”, haciendo que el poema alcance su fin en la inminencia misma de lo abierto, para decirlo parafraseando a Rilke, una apertura secreta que no deja de ser familiar, compartida por ambos.
El libro de Dogà demuestra lo dificultoso que es desentrañar la significación de este poema, y efectivamente lo es menos por la intrincada retícula filológica que por su misma naturaleza dialógica, ya que Celan somete a reconsideración la palabra misma de Benjamin, su palabra escrita, para que ésta diga otra cosa; menos para contradecirlo (ni negarlo ni denegarlo) que para que el poema, como el libro de Bertolt Brecht, reúna en su propio espacio al que dice sí con el que dice no (Der Jasager und der Neinsager) y funcione como una suerte de dialéctica capaz de retener algo en medio de la pérdida y la barbarie de la historia. Es la visión que tiene Celan de la palabra poética: sólo es valiosa aquella que, habiendo (tras)pasado la experiencia mortífera y soportado entonces el más hondo de los mutismos, sobrevive para decir lo que aún puede decir, lo que aún tiene para decir. De este modo, la poética de Celan brega porque las huellas no pierdan el carácter indeleble ante la historia: no sólo brega por la memoria sino que su poesía es al mismo tiempo combate, denuncia, testimonio. Por eso también sus poemas están fechados: inquieren, anclan, se arraigan, se prenden a los referentes históricos tanto como a aquellos que son escandidos en el plano de lo personal. Su contundencia es del orden de lo real: Port Bou es un lugar en el mapa que ahora tiene también su lugar en la poesía. O dicho de otro modo: el poema como lápida habla de un “ha lugar” en el lenguaje que es la instancia de la que se sale la poesía de Celan.
El libro de Dogà es la tentativa por comprender el poema de Celan en el presente histórico de su enunciación: el ‘68 francés por un lado y por el otro el período de una amarga posguerra en la que Celan percibe la reticencia todavía de Alemania a asumir el horror de los crímenes del nazismo. Es sobre este telón de fondo que Celan escribe el poema y la ambigüedad que lee en Benjamin se transmuta al poner entre signos de interrogación la identidad de lo alemán que, imbuida en una larga tradición secular, queda asociada al Cantar de los Nibelungos, esa epopeya llena de magia pero también de acero que el poema critica de manera categórica. Poema-epitafio, Dogà lo lee bajo la figura del puente, símbolo de la filiación espiritual que Celan parece tender hacia Walter Benjamin, haciendo de Port Bou el signo de interrogación sobre lo alemán, menos una identidad que una interrogación abierta.
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