En el mes de octubre se realizó en la ciudad de Jena el encuentro internacional más importante que se haya efectuado hasta el momento sobre la obra de Leopoldo Marechal. No es algo casual, ya que su literatura, y en especial el Adán Buenosayres, viene siendo objeto de una creciente revalorización. Pero además del rescate de obras inéditas o manuscritos que se creían perdidos, resta mucha tarea por hacer. Su hija María de los Angeles Marechal, que además preside la fundación que lleva el nombre de su padre, llama la atención sobre materiales en peligro y la existencia de textos que podrían haber sido alterados con correcciones y agregados póstumos. Moderno y revisitado, Marechal plantea nuevos desafíos a especialistas y lectores.
› Por María Rosa Lojo
Leopoldo Marechal es desde hace tiempo un clásico hispanoamericano y un escritor argentino universal. Se lo sigue leyendo, se lo sigue estudiando más allá de nuestro país como un renovador. Es más: como el fundador de la literatura argentina moderna. Ese precisamente fue el tema del más reciente y tal vez más importante encuentro académico internacional que tuvo lugar en octubre de este año, realizado hasta ahora sobre el autor de Adán Buenosayres.
La cita fue en Jena: una bella ciudad rodeada de montañas, en el corazón de la Alemania del Romanticismo. La Universidad Friedrich Schiller ofició de anfitriona, con la infatigable organizadora de este evento: Claudia Hammerschmidt, catedrática de la casa, especialista en literatura latinoamericana y autora, en su momento, de una tesis sobre Marechal.
Los invitados llegaron desde diversos puntos, aunque los de Argentina, como era casi lógico, fuimos mayoría (Ana María Zubieta, Graciela Maturo, Adriana Mancini, Ester Andradi, Marta Nesta, Jorge Monteleone, Enrique Foffani, Raquel Maciucci, Fernanda Bravo Herrera, Mariela Blanco y quien esto firma). Pero no faltó la representación de otros países donde también la obra de este gran escritor es conocida: España (Javier de Navascués), Italia (Marisa Martínez Pérsico), Canadá (Norman Cheadle), Cuba (Ernesto Sierra), México (Rose Corral), Alemania (la misma Hammerschmidt, Ulrike Kröpfl, Andrea Pagni, Jorge Locane, Carolin Voigt). Claudio Ongaro Haeltermann (Universidad de Firenze) y Marián Semilla Durán (Universidad de Lyon) estuvieron ausentes por razones de fuerza mayor. Más que invitada, alma mater, María de los Angeles Marechal, presidenta de la Fundación Leopoldo Marechal y principal custodia del legado de su padre, fue una presencia clave. Junto a la Fundación Marechal, apoyaron el coloquio convocado por Hammerschmidt la Deutsche Forschungsgemeinschaft, la Ernst-Abbe-Stiftung y la Embajada de la República Argentina.
Si algo quedó en evidencia desde el principio, con solo leer el programa, fue la versatilidad del escritor abordado, en su calidad de poeta, novelista, ensayista y dramaturgo, así como la pluralidad de los enfoques de sus críticos. Adán Buenosayres (1948), no obstante, siguió siendo el texto más citado y frecuentado, como hito de la novelística latinoamericana. Las distintas voces convocadas adujeron numerosas buenas razones: despliega en clave narrativa el programa de la vanguardia y a la vez lo interpela desde adentro; cuestiona el canon nacional reciclando los estereotipos populares y poniendo en valor la cultura plebeya, deconstruye las dicotomías tradicionales y anticipa la nueva novela de Latinoamérica e incluso la novela postmoderna; utiliza la parodia como eje revolucionario de otra visión del mundo y la literatura; propone la nación argentina misma como una gran metáfora vanguardista, creadora de identidades nuevas con los elementos dispares y distantes provenientes de una inmigración ecuménica.
Uno de los aportes destacables del coloquio fue sin duda la atención prestada a una figura no menos inspiradora que la de Macedonio Fernández para la generación de la revista Martín Fierro. Se trata del multifacético artista Xul Solar (su verdadero nombre era Alejandro Schulz Solari), que se trasluce en un personaje clave del Adán: el astrólogo Schulze, demiurgo de Cacodelphia. Pintor y visionario, Xul es objeto de estudios cada vez más diferenciados a partir de los años ’80 del siglo XX. La ponencia de Andrea Pagni recordó su intensa circulación entre los martinfierristas, así como su peculiar “política de la lengua” y la invención del idioma “neocriollo” que Marechal recoge en su novela. Los múltiples vasos comunicantes entre el ideario de Xul Solar y el Adán Buenosayres permiten pensar –añado– que en esta “novela total” se realiza de alguna manera la panlingua soñada por Xul. Lejos de escribir su epitafio, la novela rescataría, antes bien, el legado más radical del grupo Martín Fierro, apuntó Pagni en sus conclusiones.
Otra singularidad estética del Adán fue puesta de relieve en el trabajo del canadiense Norman Cheadle sobre su teoría y práctica de la imagen, omnipresente y avasallante en todo el texto. Una “guerra de imágenes” (en lucha por la “identidad argentina”) es lo que se desata en el arrabal de Saavedra, donde arquetipos a veces caricaturescos se proyectan contra la noche como figuras de un teatro de sombras o de cartoon. Entre la iconofilia y la iconoclastia (formas acaso complementarias de la misma idolatría, del mismo deslumbramiento), Adán, el poeta, libra su batalla personal contra el tiempo para salvar su amor de la caducidad.
Aunque el Adán fue el “plato principal” en el banquete de Jena, no faltaron alternativas. Antígona Vélez, soslayada en la enumeración de las Antígonas hecha por Steiner, fue el objeto de los trabajos de Adriana Mancini (la estética de la muerte que redime el horror en la belleza) y de Ester Andradi (la lectura de la construcción histórica nacional como negación absoluta del otro). Los estudios de Enrique Foffani y Jorge Monteleone abordaron especialmente la poesía, en un recorrido integrador y exhaustivo. Foffani recuperó la primera obra poética: Los aguiluchos, marcando la continuidad de modernismo y vanguardia y la importancia de la alegoría cristiana, trabajada por Baudelaire, en el autor argentino. Monteleone dibujó su tránsito de la vanguardia al arquetipo, colocando la metáfora sorprendente en el lugar de una tradición ahistórica.
El detallado análisis de Rose Corral se centró en el mapa de la vanguardia y sus revistas y la particular posición de Marechal dentro de él. Raquel Maciucci habló de la “biblioteca española” del autor, menos citada, por lo general, que otras fuentes.
Los investigadores más jóvenes presentaron trabajos en proceso. Mariela Blanco abordó la cuestión del nacionalismo como tensión planteada entre Borges y Marechal en los años posteriores a la militancia vanguardista de ambos. Fue entonces cuando la mexicana Corral aludió a las memorias y el epistolario de Alfonso Reyes, donde Borges aparece, insólitamente, como un nacionalista encendido que provoca en Reyes (embajador de su país en Buenos Aires) cierta incomodidad. Borges (remató Corral) se propondría negar y eludir este pasado de fervores patrióticos en su obra ulterior. Jorge Locane marcó paralelismos entre una “novela total” contemporánea: Los detectives salvajes, de Roberto Bolaño, y el Adán. Y Marisa Martínez Pérsico se refirió a una obra inédita de teatro: Polifemo, precedida de una extensa consideración sobre los “bestiarios”.
El banquete de Severo Arcángelo, fascinante enigma alquímico-policial, fue objeto de la indagación de Marta Nesta (Foro de Pensamiento Latinoamericano). Y Graciela Maturo dedicó su conferencia plenaria al análisis de Megafón o la guerra. En ella se explayó sobre las claves hermenéuticas de lectura, desde las mítico-religiosas hasta las políticas. Como broche final, se proyectó el documental Marechal, o la batalla de los ángeles, de Gustavo Fontán, al que las dramatizaciones de obras de Marechal y el testimonio de sus dos hijas, María de los Angeles y Malena, agregan un particular valor estético y emotivo.
De manera informal, pero elocuente, se presentó también Valoración múltiple: Leopoldo Marechal (2011), una antología internacional al cuidado de Ernesto Sierra, editada por Casa de las Américas, de La Habana, que reúne un vasto panorama de opiniones de escritores y fragmentos de estudios críticos sobre el autor.
Adán Buenosayres fue revisitado además por otros motivos. En la mesa de apertura Javier de Navascués se refirió a su nueva edición de la novela, que acaba de lanzarse en la Colección EALA (Ediciones Académicas de Literatura Argentina), siglos XIX y XX, de Corregidor, dirigida por mí y co-dirigida por Jorge Bracamonte. Se trata de la primera edición crítico-genética de esta obra publicada en la Argentina, y cuenta ahora con una base de pre-textos y manuscritos originales (casi la totalidad) que no estuvo disponible para las ediciones anteriores. Entre otros problemas propios de esta labor, Navascués abordó el de las notas al pie, dadas las casi innumerables correcciones establecidas por un autor minucioso al extremo. ¿Sería realmente necesario marcar todos esos cambios? El editor optó por una selección de lo que le pareció verdaderamente significativo. Aun así, la obra, precedida de un fundamental estudio preliminar, incluye más de cuatrocientas notas, entre las léxicas y generales, y aquellas específicas sobre el proceso genético.
Por otra parte, Norman Cheadle anunció que su traducción del Adán al inglés canadiense, ya concluida, será pronto publicada por la Universidad McGill. En la mesa inaugural, al lado de Navascués, se refirió a los desafíos particulares de la difícil tarea y deleitó al público con la lectura y la explicación de largos pasajes. Esta versión inglesa se suma a la traducción italiana publicada en 2010 por la editorial Vallecchi, de Firenze; ambas fueron financiadas por el Programa Sur, creado por la Dirección de Asuntos Culturales de la Cancillería Argentina con motivo de la presencia argentina en la Feria del Libro de Frankfurt como país invitado de honor, y que hoy continúa como política de Estado.
Alijerandro, una obra de teatro de Marechal nunca publicada antes, compuesta presumiblemente entre 1950 y 1955, se presentó en el mismo coloquio, como “cierre estelar” de la mesa de balance que tuvo lugar en la Embajada Argentina en Berlín el último día. La presentación estuvo a cargo de su editor, Javier de Navascués, y el público pudo admirar la edición artesanal para bibliófilos, de apenas cien ejemplares, realizada por la madrileña editorial Del Centro. Alijerandro (etimológicamente, el hombre alado, o volador), cuya capacidad efectiva de vuelo nunca se prueba, es un personaje idealista que intenta conciliar clases sociales, ideologías en pugna, bandos políticos y actitudes vitales enfrentadas. Ni demasiado astuto ni demasiado eficaz, no tiene éxito en sus propósitos pese a sus buenos deseos. La parodia y la sátira ejercida por los clowns Barrantes y Barroso contrapesan sus pretensiones didácticas y algunos hechos trágicos le demuestran su fracaso. No obstante, conoce por fin la plenitud del amor terrenal en Corina y se hace cargo de la finitud y de la muerte sin abandonar la esperanza trascendente.
Pero Alijerandro es solo la punta del iceberg en un territorio inexplorado. María de los Angeles Marechal comentó la existencia de varias obras dramáticas nunca dadas a conocer en el archivo que las hijas y herederas del escritor lograron recuperar en 2008, después de una ardua lucha: Estudio en Cíclope (que el autor decidiría llamar Polifemo), El arquitecto del honor, El Mesías, Muerte y epitafio de Belona (que podría considerarse un apéndice del Adán), Don Alas o la virtud, Un destino para Salomé, La mona de oro, Gregoria Funes y Tu vida en la balanza (estas dos últimas incompletas).
Se han recobrado asimismo los manuscritos y pretextos de sus otras dos novelas, lo cual permitiría realizar, como se ha hecho en el caso del Adán Buenosayres, nuevas ediciones de índole crítica y crítico-genética iluminadoras del proceso creativo, siempre intrincado y complejo en el caso marechaliano. También algunas conferencias completas e incompletas. Lamentablemente, no todas son buenas noticias en este rubro.
En efecto, parte del material inédito, textual y pretextual, según declaró María de los Angeles Marechal, se halla hoy, junto con lo que resta de la biblioteca del autor, en una sala de la Universidad Nacional de Rosario (Facultad de Filosofía y Letras), aún sin catalogar y en situación de riesgo.
La investigadora Marisa Martínez Pérsico publicó este año un extenso estudio en la revista Cartaphilus, cuyo título habla por sí mismo: “Biblioclastia por incuria: la biblioteca personal de Leopoldo Marechal en Rosario”. La “biblioclastia por incuria”, define, siguiendo a Umberto Eco, no es sino el abandono y el olvido al que son sometidos algunos textos, en este caso, los libros y los manuscritos que fueron objeto de una donación realizada años después de la muerte de Marechal y no autorizada por sus hijas. Las fotos del material, exhibidas en el coloquio por María de los Angeles, también se expresaron por sí mismas con elocuencia suficiente. Durante su última visita en 2012 –señaló–, después de sortear múltiples impedimentos burocráticos, las condiciones de conservación no habían mejorado.
En el caso de los libros, por lo que parece, no son todos los que están, ni están todos los que son. Algunos, muy posteriores al año de su muerte, no pudieron pertenecer al escritor. Ni siquiera es verosímil que, de haber vivido, este los hubiera adquirido o guardado, como ocurre con La antidieta (1978), o con una biografía del ex presidente argentino Carlos Menem. Por otra parte, otros títulos brillan por su ausencia. Faltan los textos vanguardistas de Borges, Güiraldes, Girondo. No hay nada de Cortázar, admirador de primerísima hora del Adán Buenosayres y con quien Marechal mantuvo correspondencia. Tanto Martínez Pérsico como Horacio Zabala, en su folleto pionero El expolio del legado de un escritor argentino, destacan las excedencias y las faltas.
Por otra parte, dentro de cinco cajas sin inventariar, se acumulan, al decir de los investigadores, manuscritos, fotos y cartas todavía por descubrir y describir. Martínez Pérsico llegó a realizar un estudio de sesenta y dos fichas ológrafas, que constituyen materiales pre-textuales de Adán Buenosayres. Se trata de una colección de refranes, proverbios y lugares comunes del folklore oral que se resignificarían luego en la novela con originalidad poderosa.
Un tema no menos delicado, que también surgió en el contexto del coloquio, atañe a las alteraciones realizadas después del fallecimiento del autor en los manuscritos conservados; esto había sido marcado por los filólogos que trabajaron con los originales de Adán Buenosayres. Pero las modificaciones podrían haber afectado incluso a su última novela, Megafón o la guerra, publicada en forma póstuma, según adujo en su ponencia la investigadora alemana Ulrike Kröpfl. Ha sido posible ya comprobar en parte una hipótesis temprana de la misma Kröpfl: que el final de la novela fue en efecto intervenido con añadidos que no están en los manuscritos pasados en limpio. Como se sabe, la novela se publicó en forma póstuma y no fue su autor quien revisó sus segundas pruebas.
En el caso de Alijerandro, Javier de Navascués destacó en su edición crítica las correcciones efectuadas sobre los manuscritos por una mano claramente ajena a la caligrafía del escritor, que someten la obra a una “operación desmarechalizadora”. Así, el nombre del protagonista se convierte en Cristóbal, el título se reemplaza por “Los mecanismos del vuelo”. Y se realizan otras alteraciones que “actualizan” la época probable en que la obra fue compuesta, como reemplazar tranvías (que dejaron de funcionar en 1963) por colectivos, o suprimir el anticuado “quemador de magnesio” cuando se refiere a la cámara de fotos.
Aun en el caso de los libros depositados en la Universidad de Rosario, los investigadores señalan tachaduras, marcas y sobreescrituras discordantes con respecto al sistema de lectura que podría identificarse como propio del autor.
El coloquio de Jena de 2013 se recordará sin duda como un hito en los estudios sobre Leopoldo Marechal: resumen de lo hecho hasta hoy y comienzo de una nueva etapa en la difusión internacional del autor argentino.
Después de este encuentro queda sobre el tapete una verdadera agenda de trabajo y de asignaturas pendientes para los estudios marechalianos, entre ellas, las más elementales: bregar por la conservación, en las condiciones adecuadas, de su biblioteca personal; lograr los recursos para catalogar el frondoso archivo inédito, tanto el que se halla bajo custodia de la Fundación que lleva su nombre, como del que se aún se encuentra en Rosario, y que las herederas de Marechal reclaman para su preservación e inventario.
A partir del cumplimiento de esta agenda, se podrá proceder a la edición de los inéditos desconocidos, al establecimiento riguroso de autoría en el caso de obras publicadas bajo otro nombre (y que se presume podrían ser de Marechal) y al estudio exhaustivo de todos los manuscritos para determinar, sin que haya lugar a dudas, las posibles manipulaciones de los mismos; también se enriquecerá el mapa de los originales, los bocetos, los pretextos que podrán utilizarse en ediciones más complejas y refinadas de los textos que ya se publicaron.
Marechal, el moderno, sigue dando sorpresas, y su obra, lejos de estar cerrada, se abre desde archivos todavía secretos que tienen algo de baúl de tesoro y de caja mágica, a la espera de sus descubridores.
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