Domingo, 26 de enero de 2014 | Hoy
Poco más de veinte años después de su primera edición vuelve a editarse Construcción de la noche, la biografía de Juan Carlos Onetti del escritor Carlos María Domínguez, con algunos cambios: ya no están, por ejemplo, las entrevistas de María Esther Gilio con el escritor que formaban parte del original, ya que pasaron a tener libro propio. Y los datos se completaron a partir de precisiones de su vida aparecidas en estas dos décadas. Pero, por lo demás, prevalece la idea de contar a Onetti a partir de las relaciones con sus mujeres y en esa educación sentimental se van desnudando las obsesiones, los rituales y las peripecias de la vida de uno de los escritores fundamentales del Río de la Plata.
Por Juan Pablo Bertazza
Al contrario de Stieg Larsson, que murió poco antes de la exitosa publicación de Los hombres que no amaban a las mujeres, Juan Carlos Onetti vivió su tardío triunfo literario, incluida la aparición, en 1993, de la biografía Construcción de la noche, publicada un año antes de su muerte. Bastó esa docena de meses para que Onetti se enojara, se quejara e intentara también alguna reconciliación con esta poderosa biografía acerca de un hombre que amaba a las mujeres. Precisamente, los múltiples datos que revela el libro acerca de sus relaciones amorosas (muchas de las cuales él intentaba ocultar a los ojos de propios y extraños) fue, según Carlos María Domínguez, lo que más lo molestó.
Desde aquella polémica casi al borde de la muerte, pasaron más de veinte años y la consagración definitiva de Onetti en ambas orillas como una estrella algo rezagada de esa gran explosión que fue el boom latinoamericano. Y esa posición, a su vez, le posibilitó evitar el desgaste o etiquetamiento agotador que sufrieron, por muy diversos motivos, Vargas Llosa, Carlos Fuentes o incluso Cortázar.
Veinte años después, entonces, se reedita Construcción de la noche, aunque no se trata del mismo libro. Si bien no hubo un cambio sustancial en la imagen de los autores sobre Onetti, todo lo publicado, escrito y descubierto a lo largo de esos veinte años les posibilitó precisar, dar mayor información acerca de algunos puntos de su vida que todavía mantenían cierto halo de incertidumbre.
La modificación más evidente, por supuesto, pasa por el desdoblamiento que sufrió el libro originalmente realizado por María Esther Gilio y Carlos María Domínguez. Perteneciente a la colección “Biografías del sur”, de Planeta, aquel libro incluía tanto la parte de la biografía propiamente dicha, escrita por Domínguez, como las entrevistas originales realizadas por Gilio, quien llegó a esconderse una hora tras un árbol para simular un cruce casual y lograr así otro encuentro con quien también tuvo, por supuesto, un affaire amoroso. La idea original, de hecho, surgió a raíz de una invitación de María Esther Gilio a Carlos María Domínguez para hacer un libro que pudiera realizar el pasaje de la leyenda al personaje de Onetti, y que contara su vida a partir de las relaciones que mantuvo con sus innumerables mujeres.
Cuenta Domínguez que, tras agotarse, ningún editor quería asumir el riesgo de volver a publicar Construcción de la noche porque se trataba de un libro muy extenso, y de ahí surgió en 2009 la idea de separar los tantos: en ese año salió en Montevideo Estás acá para creerme (Cal y Canto), para el cual Gilio escribió un nuevo prólogo en que revelaba detalles de su relación con Onetti. Y ahora aparece esta nueva versión de Construcción de la noche, ya con la autoría única del novelista Carlos María Domínguez, quien la invitó a firmar también a María Esther Gilio el libro ya que había realizado muchas de las entrevistas que sirvieron de base, pero ella dijo educadamente que no. Conocido por su celebrada La casa de papel (hace poco cruzó la orilla para presentar La breve vida de Waldemar Hansen), Domínguez recuerda haber trabajado con mucha cordialidad junto a Gilio, que falleció en 2011.
Lo cierto es que, más allá de los años y los cambios consignados, mucho queda de aquella idea original de contar la vida de Onetti a partir de sus mujeres. Sobre todo si entendemos la literatura como una de las más importantes, teniendo en cuenta, además, lo que el mismo Onetti le cuestionó a Vargas Llosa: mientras el peruano tenía una especie de relación de matrimonio con la escritura (escribía todos los días, a la misma hora, tuviera o no ganas) él mantenía una relación de amante porque escribía cuando se le daba la gana y hasta el hartazgo. Mientras ofrece bondades colaterales como dar cuenta, por ejemplo, de la bohemia de la generación del ’45 –a ambos lados del Río de la Plata–, Construcción de la noche constituye un libro indispensable para entender, sobre todo, la construcción (en el mejor sentido del término) de un escritor, es decir, los riquísimos lazos entre vida y literatura de Juan Carlos Onetti.
“Hay en la obra de Onetti un modo de vivir el amor que guarda estrecha relación con su vida y su tiempo. Cuando inició sus primeras experiencias, amar era un sentimiento que debía vestirse en público con paroxismos líricos o esconderse en los rincones de la vida privada.” En esa frase parece condensada una verdadera poética del amor según Onetti, un amor onettiano que incluye, por supuesto, la educación sentimental de los burdeles.
En el mismo sentido, Construcción de la noche recorre la injerencia que tuvo en su propia vida su eterna vocación literaria: su adicción a las novelas policiales, su relación con los escritores consagrados (Onetti asegura que Camus escribió La caída tras una carta en la que le sugirió escribir un libro que explicase por qué el personaje de El extranjero se había vuelto tan frío), y sus lecturas de cabecera (el libro del Eclesiastés, las traducciones de Faulkner y el capítulo XX de Don Quijote sobre todo).
A la inversa, el libro también da claves acerca de la manera en que Onetti hacía literatura con conocidos o experiencias acumuladas: sus cuatro novelescos matrimonios (con sus dos primas, María Amalia y María Julia, con Elizabeth María Pekelharing y, por último, con la violinista Dorothea “Dolly” Muhr), sus seducciones permanentes, sus dos grandes conquistas fundacionales de Buenos Aires, su estadía en prisión luego de integrar un jurado de literatura, su ser escritor algo marginal pero siempre de primera plana que lo llevó a ganar el codiciado premio Cervantes, cuyo discurso de obtención se incluye en estas páginas. ¿Ejemplos? El protagonista de Los adioses está basado en un deportista uruguayo que Onetti admiraba de joven y que desapareció, misteriosamente, en la cumbre de su carrera para irse a vivir, sin motivo aparente, a las sierras cordobesas. El pozo, su primera novela, es consecuencia de su desesperación tras quedarse todo un fin de semana sin cigarrillos (ya que un decreto prohibía la venta de tabaco sábados y domingos) y hasta su hipnótico relato “Bienvenido Bob”, es leído como una forma de exorcizar alguna disputa femenina con su amigo, el periodista Homero Alsina Thevenet, a quien le dedica, precisamente, el cuento.
No es que lo valioso de Construcción de la noche sean estas lecturas transversales entre vida y obra. Pero sí identificar una concepción literaria radical que, sin lugar a dudas, manejaba Onetti y que hoy no abunda entre los escritores: tal como cuenta Domínguez, aquel argumento expuesto por Proust en Contra Saint-Beuve (aquel crítico que pensaba que la obra era un reflejo lineal de la vida de su autor): “... ese yo profundo que ha esperado mientras estaba con otros, que es el único real, y para el cual los artistas terminan viviendo como un dios al que abandonan cada vez menos y al que le han sacrificado una vida que no sirve más que para honrarlo”.
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.