Hace ya más de una década el mundo virtual no sólo es motivo de reflexión teórica, sino que ha invadido también el lenguaje y la reflexión de narradores, críticos y sociólogos sobre los avatares de la creación. En La década posteada, Diego Vigna aborda el fenómeno aún vigente, pero que particularmente tuvo un fuerte auge algunos años atrás, de los blogs de escritores.
› Por Mara Laporte
Toda escritura es, en cierto modo, tecnológica. La pluma, el pergamino, el lápiz y el papel, la imprenta, la máquina de escribir, el procesador de textos: cualquier recurso de escritura utilizado a lo largo de la Historia supone algún acercamiento, más o menos rudimentario, a las bondades de la técnica. Por lo tanto, historizar La Literatura será también, en esta diacronía de sucesivas innovaciones en el ámbito de la producción discursiva, atender al modo en que cada uno de esos hitos tecnológicos ha ido transformando tanto el corpus textual como las rutinas de lectura y escritura de su época.
En La década posteada. Blogs de escritores argentinos (2002-2012), de todas las bifurcaciones posibles que la literatura ha experimentado en la era de las nuevas tecnologías, Diego Vigna propone una línea de corte en torno al universo de los blogs, centrándose en el análisis de más de una veintena de ellos, sostenidos por otros tantos escritores argentinos durante la citada década de gobiernos kirchneristas. Una etapa, en palabras del autor, “de pruebas y formas escriturarias que alternaron y alternan soportes impresos y virtuales, y que, tras la crisis de 2001, se nutrió con los clichés siempre dispuestos a ser renovados: el ‘auge de la subjetividad’, (...) la ‘exaltación del yo’ y las ‘formas orales’ aplicadas al universo literario, en el devenir cotidiano”.
De esta manera, el autor delimita su objeto de estudio y lo enmarca, cronológicamente, en ese decenio de reestructuración del campo editorial y literario en el que la búsqueda de nuevos medios de expresión y producción, ante la contracción del mercado editorial, desplazó su eje hacia Internet y los soportes digitales.
En un recorrido que va desde lo formal a lo concreto, el trabajo de Vigna propone –más allá de Benjamin y sus consideraciones sobre el aura y la transformación del arte en tiempos de reproducción mecánica– indagar el espacio de encuentro entre dos lenguajes, el poético y el técnico, y el modo en que desde esta convergencia se retroalimentan la producción literaria individual y el medio como soporte y contexto. Porque si algo deja claro el autor, desde una mirada nada ingenua y siempre atravesada por lo sociológico, es que en este juego de relaciones y tensiones históricas entre creación y técnica, esta última no representa ni una causa ni un instrumento, sino la dimensión constitutiva de la sociedad misma. La neutralidad atribuida a la tecnología, sostiene el investigador, es ilusoria, y desligar al medio de su origen social es despojarlo de responsabilidades. Esto implica partir de una perspectiva sociohistórica (“todo relato está enmarcado pero también en-mercado”) que lleva a repensar el modo en que las nuevas tecnologías conforman y condicionan la lógica de funcionamiento de los campos de producción artística.
No son un detalle menor las coordenadas desde las que aborda el autor su trabajo exploratorio: Diego Vigna es escritor, licenciado en Ciencias de la Comunicación, doctor en Ciencias Sociales de América latina y becario posdoctoral del Conicet, pero mantiene, además, su propio blog desde hace varios años. Por lo tanto, si conoce el mundo de los blogs literarios, lo hace desde el análisis y la praxis, y de ahí tal vez su decisión de elegir un registro en primera persona para encarar una investigación revestida tanto de legitimidad académica como de la cercanía de enfoque que le otorga su experiencia personal.
La década posteada parte de un punto de fuga con doble interrogante: qué publican estos autores en sus blogs –y las relaciones entre sus publicaciones virtuales y en papel–, y cuál es el motivo por el cual los autores ya consolidados deciden continuar manteniendo periódicamente sus espacios virtuales. En la búsqueda de respuestas posibles, Vigna sigue a Pierre Bourdieu en la idea de que un autor es parte de un sistema de relaciones, de un campo de juego literario construido a partir de las luchas por los límites y la pertenencia. Este campo de intercambio comercial y simbólico, observa el autor, también ha sufrido mutaciones: los escritores no producen sólo para un público, sino también para sus pares, y las nuevas formas de promoción, así como los mecanismos de consagración, deben hoy reformularse a la luz de los medios digitales.
En este universo de publicaciones virtuales, los blogs, por su doble cualidad personal y relacional, constituyen una experiencia de “extimidad” (neologismo acuñado por Lacan para nombrar aquello que representa lo más íntimo sin dejar de ser exterior) que permite a los escritores posicionarse o fomentar, en tanto formato abierto y “democrático”, la comunicación directa con sus lectores. En esa suerte de mapeo que conforman los blogs analizados –que pueden consultarse, siguiendo la lógica de la virtualidad, en el blog anexo al libro www.ladecadaposteada.wordpress.com– el panorama es variopinto. En un recorrido transversal marcado por la categorización de sus contenidos y la atención a sus diversos matices, Vigna plantea seguir la línea de diferentes blogs, desde las primeras exploraciones del formato (Ronsino, Coelho, Incardona), blogs que mantienen el sentido tradicional de bitácora (Link desde su diálogo con la crítica, Mairal entre la ficción y el periodismo, Ramos en su espacio casi epistolar, Neuman como ejemplo de bitácora de escritura), blogs de producción literaria (Nielsen, Chejfec), blogs como espacios de promoción (García Lao, Casciari) o de difusión de trabajos ajenos (Berti, Martín Cristal), entre otras tipologías y autores. Porque, refutando a Barthes, si alguna vez el autor murió ahora se ve resucitado, también, a golpe de posteo, y la cuestión áurica, antes inherente a la obra, parece haberse desplazado a la figura del artista.
Sin euforias ni lamentos, en la certeza de que la tecnología jamás reemplazará a la obra, de que el e-book no podrá sustituir al libro tantas veces desahuciado, lo que Vigna propone es repensar la Literatura como la continuación de una historia en curso, como una involución hacia adelante.
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