Domingo, 24 de julio de 2016 | Hoy
Generaciones separadas por la edad y los cambios contraculturales pero con un trasfondo común que en definitiva permitirá que sus historias puedan narrarse, protagonizan América alucinada de Betina González. Una novela que, recurriendo a la fantasía y a las imágenes alucinadas, indaga en los conflictos más acuciantes de una sociedad amenazada por la falta de solidaridad y de sentido comunitario.
Por Sebastián Basualdo
Sucede en una ciudad de Estados Unidos pero bien podría ser en cualquier otra donde la ideología del capitalismo funcione a modo de puente quebrado entre las distintas generaciones, promoviendo el desinterés por el pasado, o acaso apelando al olvido como una única opción para poder construir un futuro hecho únicamente a la medida de los jóvenes, siempre engañados frente al descubrimiento de lo nuevo, la novedad como un valor en sí mismo, inextinguible. Para privarlos de la memoria es necesario primero desprestigiar la vejez, quitarle deliberadamente toda virtud -salvo que contenga algún rasgo de juventud- y postergarla todo lo posible, ridiculizarla si es necesario y hasta directamente callarla, no sea cosa que la experiencia de vida finalmente un día se convierta en relato capaz de impedir que la historia se repita como comedia y luego como farsa. La verdadera amenaza. “Ya sabemos en qué terminó. En la degradación total. En toda esta gente desorientada, prendida a sus computadoras y a sus teléfonos portátiles, en tipos sucios que vagan por la calle con sus perros, se dicen anarquistas, pero tiemblan ante la sola idea de compartir algo (una idea, una palabra) con sus próximos. En ese grupo en los bosques. En jóvenes que ni siquiera saben ser jóvenes. Tamaña esperanza para el mundo”, dice Beryl, una anciana que, internada en un geriátrico, acepta documentar su experiencia frente a una psiquiatra húngara interesada en conocer la intimidad de una comunidad hippie que existió en Bridgend, a finales de los años sesenta. Sólo que Beryl tiene un secreto a revelar que excede por completo aquella experiencia donde el sexo libre y el consumo de todo tipo de drogas eran parte de una filosofía de vida.
En la ciudad donde transcurre América Alucinada, la nueva novela de Betina González, dos hechos aparentemente sin conexión han conmocionado a la opinión pública: una gran cantidad de ciervos eufóricos atacan a las personas al tiempo que parejas jóvenes, denominados “los desadaptados”, abandonan a sus hijos en lugares públicos para refugiarse en los bosques. ¿Será posible establecer algún tipo de relación entre la comunidad hippie de los años sesenta y esta reacción de los jóvenes que cuarenta años más tarde cuestionan con sus actos todos los mandamientos sociales establecidos?
A la realidad le gustan las simetrías y los meros anacronismos. Sobre esta idea elabora Betina González una novela original, notablemente estructurada a partir de tres historias amalgamadas que van a confluir hacia el final en una única trama. Con un excelente ritmo en la prosa y un registro impecable frente a los cambios de narradores y perspectivas, América Alucinada comienza en el momento en que Brian Vikram, un extraño inmigrante proveniente de Coloma, obsesionado con la seguridad, instala en su casa un circuito cerrado de cámaras cuyas imágenes se proyectan en su teléfono celular. Un día descubre que hay una mujer escondida en su casa: se trata de una desadaptada cumpliendo una misión. “Nadie me encomendó nada. Cada uno elige su prueba. Yo elegí esta: primero en la calle, después en la casa de un hombre como usted. ¿Sabe que aquí podrían vivir y alimentarse cómodamente más de quince personas? Lo he calculado Y la cantidad de comida que usted desperdicia, por favor. Pero, bien mirado, todo en el mundo es desperdicio. No, lo que quise decir es que me intrigaba saber hasta dónde podíamos llegar usted y yo”, le dirá la joven a Vik una vez que se termine el misterio y se imponga lo verdaderamente importante: sus vidas son dos islas generacionales y sin embargo tienen más cosas en común de lo que se hubieran imaginado. Si es cierto que el saber es intransmisible por su incapacidad de reconstruir una experiencia, al menos queda la información y el conocimiento. Vik rememorará una parte de su historia y pronto saldrá a luz el tema de la Flor de la Conciencia, que otros conocieron con el nombre de La Salvia lundiana y luego como albaria o sueño sin mal, una flor alucinógena originaria del Caribe y América Central, “donde los nativos la utilizan en ritos religiosos desde hace más de mil doscientos años. Según la creencia popular, el consumo de sus hojas frescas, de olor penetrante, produce el encuentro con el animal interno y confiere al iniciado sus características”. Y tal vez este sea uno de los puntos centrales de América Alucinada: el modo en que tantas generaciones han estado ligadas a esa planta alucinógena mientras los paradigmas culturales fueron cambiando hasta desmoronarse por completo. Evadirse no es rebelarse. Y ahora habrá que volver a la anciana Beryl e intentar desentrañar qué hay detrás de aquella historia que le cuenta a la psiquiatra noruega, donde surge un plan de cacería a los ciervos y un secreto guardado durante años como un crimen en la conciencia: una joven de nombre Gabi se instala en el presente para resignificar el pasado, allá por el año 68 y la comunidad hippie y las drogas (sobre todo la albaria) culpables del temor a que el niño fuera un monstruo, “que naciera con malformaciones, que tantas drogas tenían que tener consecuencias y que quizás fuera ese su castigo por no saber ni siquiera quién era el padre. Era el niño de todos los hombres con se había acostado desde su llegada a Bridgend”.
Tanto el destino de aquella joven como la relación que existe entre los hippies y la nueva comunidad de los llamados “desadaptados”, se completa del todo por medio de la tercera historia que tiene como personaje principal a Berenice, una niña aparentemente abandonada por su madre para huir a los bosques. Desde una muy lograda perspectiva de la infancia interrumpida, Betina González reconstruye toda una serie de circunstancias y encuentros por los que tendrá que pasar la niña para intentar acercarse lo más posible a la verdad sobre lo que ocurrió con Emma Lynn, su madre; historia que tiene una relación directa con la señora Beryl y que recién al final terminará por esclarecerse sin romper en absoluto la lógica de una trama inteligentemente construida: todos los personajes comparten un mismo plano de la realidad pero deambulan solos cargando con el peso muerto de sus historias.
América Alucinada es una novela intensa y conmovedora donde el suspenso indaga desde una mirada política a favor de la reconstrucción de los lazos sociales, la búsqueda de la identad y la preservación de una especie que nunca se salvará sola.
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