RESEñAS
Arlt > ¡Paren las rotativas!
Al margen del cable
Roberto Arlt
Losada
Buenos Aires, 2003
269 págs.
por Ximena Pascutti
Cuando uno abre Al margen del cable, con lo primero que se topa es con una frase de Roberto Arlt en la solapa: “Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Sobre una bobina de papel o en un cuarto infernal. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras”. ¿Se habrá sentido alguna vez –ese hijo de una tirolesa que creía en las ciencias ocultas– un médium, un brujo intérprete de la realidad? Es posible. En las 73 crónicas periodísticas reunidas en este trabajo –publicadas entre julio de 1937 y diciembre de 1941 en el diario mexicano El Nacional–, se ve claramente cómo Arlt desmenuza la realidad con ojos feroces, sarcásticos, y la transmite a sus lectores con sencillez casi didáctica.
Si algo se nota también en estas piezas es cómo el autor se despega de la crónica mecánica y se entrega a los recursos de la literatura: compone detalladamente los espacios, recrea diálogos y supone pensamientos. La noticia es mera excusa “arltiana” para pensar y escribir. Los temas principales: el clima de guerra inminente en Europa, la engañosa “paz armada”, la sed de poder de Hitler, las intrigas y los absurdos del discurso oficial europeo entrelazándose, de tanto en tanto, con historias anónimas, íntimas, pero representativas, como la de un joven italiano que con su padre logró sacar la fortuna familiar de la Italia fascista, fundiendo las monedas de oro y construyendo con ellas el guardabarros de su automóvil.
Las notas reunidas en este libro solían ser publicadas en el medio mexicano aproximadamente un mes después de salir en el porteño diario El Mundo, para el cual habían sido originalmente escritas. La primera de ellas, titulada “El bacilo de la neutralidad en Escandinavia”, es del 3 de junio de 1937. Allí, Arlt cuestiona la supuesta “neutralidad” de los países escandinavos frente a la amenaza creciente de guerra en Europa, y pone en evidencia, con lucidez e ironía, la encubierta carrera armamentista de los políticos del norte de Europa.
En otros artículos, el autor de Los siete locos recrea noticias que pueden parecer menores, como el fracaso económico del señor Dionne, padre de cinco gemelas, o la conmovedora crónica del accidente que provocó la muerte a la aviadora norteamericana Amelia Earhart en el Pacífico. En sólo dos se hace referencia a temas argentinos: “Sed en Santiago” (sobre la dramática sequía que vivió la provincia en el ‘38) y “La necesidad del Transandino”, de febrero de 1941, que reproduce una de las cartas que desde Chile el escritor envía a la redacción de El Mundo. A partir de los escuetos cables periodísticos, Arlt anima episodios e historias de vida con tal destreza y naturalidad que, a veces, y a la distancia, cuesta ver en los textos que los contienen otra cosa que audaces relatos de ficción. Sus últimas crónicas en el diario mexicano datan de finales de 1941 –poco antes de su muerte– y expresan su preocupación por el destino de Europa y su cultura, ante el estallido de la guerra.
Cualquiera de las notas de Al margen del cable trascienden la mera función informativa de dar noticia. Y muestran, una vez más, a un Arlt alejado de los cánones literarios de la época y de la crítica que lo denostaba, pero profundamente empapado del oficio, en la construcción diaria de su arte. “El buen periodista es un elemento escaso en nuestro país, porque para ser buen periodista es necesario ser buen escritor”, asegura en una de sus aguafuertes de diciembre de 1929. Y él era ambas cosas.
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