Domingo, 9 de octubre de 2016 | Hoy
OULIPO: EJERCICIOS DE LITERATURA POTENCIAL
Quizás sea la última vanguardia viva y coleando que traspasó el nuevo siglo, aunque ellos mismos negarían tal status y sólo conservarían el sentido de un trabajo colectivo. Juego serio, literatura potencial, una apuesta permanente a que el lenguaje se salga de sus funciones rutinarias y meramente comunicativas caracterizan a este grupo de activismo literario. Ahora se publica en Argentina, por primera vez en castellano, Oulipo: ejercicios de literatura potencial (Caja Negra), volumen que antologa manifiestos, textos de sus principales miembros (Raymond Queneau, Georges Perec, François Le Lionnais, Italo Calvino, Henry Mathews) y actas de funcionamiento de este grupo de escritores que, más que una escuela, integran un divertido club del libro desde 1960 con espíritu lúdico y rigor científico.
Por Mercedes Halfon
Obligar al sistema del lenguaje a salirse de su funcionamiento rutinario. Ese objetivo tan sencillo y tan difícil de llevar a cabo ha sido el de diferentes movimientos literarios existentes a lo largo del siglo XX y de los cuales muy pocos o quizás uno solo hayan perdurado hasta ahora: Oulipo. Acrónimo de Ouvroir de littérature potentielle, en castellano Taller de literatura potencial, se trata de un grupo de experimentación literaria creada en Paris en 1960 y que funciona regularmente desde entonces. Hay que conceder a este grupo de nombre extraño la capacidad de mantener sus cualidades intactas pese a su longevidad. Más de 55 años después su tiro de largada se encuentra en pleno apogeo de sus formas, logrando un reconocimiento y expansión inusitado para un proyecto tan singular. Así llega a la Argentina Oulipo, ejercicios de literatura potencial (Caja negra) el primer libro que antologa manifiestos, textos de los principales miembros del grupo –Raymond Queneau, Georges Perec, François Le Lionnais, Italo Calvino, Henry Mathews entre otros– más biografías de sus miembros, actas de funcionamiento y una potente caja de herramientas con consignas de estos escritores que no ven nada de malo en escribir para divertirse: “Más que una escuela, somos un jardín de infantes literario donde, a espaldas de nuestros padres, tratamos de que los cilindros entren en los agujeros cuadrados”, como alguna vez bromeó uno de sus miembros, François Caradec.
El grupo fue fundado en París por el mítico escritor Raymond Queneau y el singular matemático François Le Lionnais, unos meses después de un Coloquio en Cerisy dedicado a la obra del primero, en torno al cual se había reunido un grupo de creadores no convencionales. En un primer momento se llamó Seminario de Literatura Experimental (Sélitex), para luego llamarse de una vez y para siempre Oulipo. Desde ese momento se trató de la unión de escritores y matemáticos que buscaban crear obras utilizando técnicas de escritura limitada. La unión de estos rubros no es casual sino constitutiva, es por medio de conceptos matemáticos y restricciones literarias que los oulipianos exploran los recursos infinitos del lenguaje.
En el origen se trató de un grupo cerrado, una suerte de club secreto enraizado formalmente con el Colegio de Patafísica, al que por un período perteneció, llegando a exponer sus trabajos dentro de sus publicaciones. Sin embargo pese a su aura de excentricidad y su funcionamiento colegiado, su búsqueda es claramente la de provocar una apertura y que sus investigaciones puedan ser utilizadas por cualquiera. Así lo afirmaba el mismísimo Queneau en el acta fundacional: “Llamamos literatura potencial a la búsqueda de formas y de estructuras nuevas que podrán ser utilizadas por los escritores como mejor les parezca”.
Marcel Benabou, Secretario provisionalmente definitivo del grupo y autor de las palabras preliminares del libro de Caja Negra ha dicho: “¿Y qué es un autor oulipiano? Es una rata que construye ella misma el laberinto del cual se propone salir. ¿Un laberinto de qué? De palabras, sonidos, frases, párrafos, capítulos, bibliotecas, prosa, poesía, y todo eso”. Sí, Oulipo es el último vagón de las vanguardias históricas, proviene orgánicamente de la Escuela de Patafísica, su fundador Raymond Queneau, fue miembro del surrealismo –del que luego se alejó por desavenencias con André Bretón– pero hay notorias e importantes diferencias con todos ellos. Pese a su funcionamiento colectivo no se erigen como vanguardia, no pretenden imponer unos dogmas ni tampoco borrar el pasado de manera sistemática. Además, si bien su objetivo es un método de búsqueda de nuevas estructuras formales para la literatura –en la senda que recorrió el surrealismo y el dadaísmo– los oulipianos son estrictos: tal como definió Claude Berge, otro de sus miembros: “El Oulipo es el anti-azar”.
Veamos un poco a qué se refieren. Así como el surrealismo acudía al inconsciente o el dadaísmo al azar en la búsqueda de procesos de creación sin restricciones de la mente, el paradigma oulipiano traza la ruta en sentido contrario, aplicándose restricciones de modo deliberado y razonado. El instrumento privilegiado de los oulipianos para la creación es la Restricción, la contrainte. Esta puede ser semántica, fonética, combinatoria, algorítmica y más. Se importan de las matemáticas métodos de exploración sistemática de las potencialidades de la lengua para producir textos nuevos. Pero no hay que confundir método con normativa. El Oulipo no establece unas reglas a cumplir, no es un corset, sino la posibilidad de usar una serie de procedimientos de creación con fines exploratorios. Como dijo Georges Perec, el miembro más famoso del grupo: “En el fondo, me someto a reglas para ser totalmente libre. La invención siempre nace, en mi caso, a partir de una invención formal”.
La edición que acaba de salir en Argentina ha seleccionado textos de tres antologías históricas publicadas por la editorial Gallimard: La literatura potencial (1973) y Atlas de la literatura potencial (1981) y Antología del Oulipo (2009), junto con artículos de la web oficial del grupo y algunos trabajos particulares de autores oulipianos. Hay cuatro módulos: “Hacia una definición de la literatura potencial” con textos fundacionales, manifiestos y documentos que introducen a este particular universo de letras; “Alrededor de Raymond Queneau” con textos referidos a la figura emblemática del fundador del grupo; “Sobre restricciones y experiencias” con textos que disponen las bases de las restricciones más productivas y “Ejercicios, experimentos” con ejemplos literarios resultado de esas restricciones. Por último los apéndices son una Caja de ideas con un exhaustivo listado de las restricciones con su definición para probarlas por mano propia; y las biografías de todos los miembros del grupo hasta hoy.
Para llevar a cabo su indagación, los oulipianos han adoptado dos tipos de misiones: Inventar estructuras que permitan producir textos originales y examinar antiguas obras literarias para encontrar allí restricciones utilizadas, en una pesquisa de precursores o como ellos los llaman “plagiarios por anticipación”. Así han incorporado a autores como Raymond Roussel o Robert Desnos como oulipianos avant la lettre. El mismo Queneau sería un precursor y fundador al mismo tiempo, teniendo en cuenta su libro Ejercicios de estilo de 1947, en que se presentan hasta 99 formas distintas de contar un episodio trivial ocurrido en un transporte público.
Pero, la creación de restricciones nuevas, es lo que ocupó el centro de las preocupaciones de la troupe. A eso se dedican desde su fundación hasta hoy tanto individualmente como en sus reuniones mensuales. Si bien desde siempre en la literatura se han utilizado los juegos literarios o las consignas, este grupo ha profundizado o radicalizado esa inclinación. Como dice Marcel Benabou: “Para muchos la crítica a Oulipo se sitúa precisamente allí, en el límite que separa la regla de la restricción. A punto de aceptar la regla, rechazan la restricción, dado que no se trata de una regla necesaria, la consideran un mero recurso literario, es decir una exageración”. Y quizás sea eso, el hecho de que los oulipanos sean unos exagerados que se toman ridículamente en serio sus juegos, lo que los hace tan atractivos.
Algunos ejemplos de restricciones más o menos célebres: El ejercicio S+7 (tomar un texto y cambiar todos sus sustantivos por el séptimo consecutivo en el diccionario), la Bola de nieve (un poema en el que cada verso tiene una sola palabra y cada palabra tiene la cantidad de letras equivalente al número de verso que ocupa), el Lipograma (quitar una letra en un texto del tipo que sea y escribir sin ella). Estos simpáticos procedimientos pueden ser llevados al extremo de construir una novela entera a partir de su aplicación como es el caso célebre La disparition de Perec, escrita prescindiendo de la letra “e” en su caso, o la “a” en laesforzada traducción al castellano bajo el título de El secuestro. O la de Italo Calvino –otro de sus bigs names–, El castillo de los destinos cruzados, donde utilizó la técnica combinatoria: un grupo de viajeros se encuentran en un castillo y cada uno narra una historia utilizando las cartas del tarot. Otra de sus obras más lúdicas es Si una noche de invierno un viajero, en la que cada capítulo es el comienzo de una novela que siempre queda interrumpida. También es conocido el Cronograma de Harry Mathews editado en Argentina en formato libro bajo el nombre Veinte líneas por día, en las que el autor hace precisamente eso, sin importar la relevancia o pertinencia de esas líneas. También está el hermosísimo libro de Queneau Cien mil millones de poemas, consistente en diez sonetos, en los que en todos se mantiene la misma rima, así que cada verso puede ser substituido por el verso correspondiente de otro soneto. Por ejemplo: el verso 1 del soneto 1 puede ser substituido por el verso 1 de cualquiera de los sonetos 2 al 10. El número total de sonetos que existen potencialmente es cien mil millones: se calcula que para leerlos se tardarían, sin parar a comer ni a dormir, varios millones de años.
Oulipo viene trabajando hace décadas con humor y discreción. Espíritu lúdico, pero rigor científico. Trabajo colectivo e inventiva individual. Siempre características que si bien no son estrictamente opuestas, pocas veces se encuentran juntas en un artista o un grupo. Si oulipiano es la rata que construye ella misma un laberinto del cual se propone salir, hace tiempo que estos autores han salido y entrado y vuelto a construir desafíos cada vez mayores, escapes más disparatados. Una vez afuera de su jaula, están dispuestas a propagar su mal. Este libro con la historia de todas sus provocaciones es el mejor modo de fabricar nuevos oulipianos, un contagio gozoso, una jaula que puede convertirse en ciudad liberada.
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