RESEñA
Escalera a la fama
Golpeando las puertas de la TV: crónicas de la fama repentina
Julián Gorodischer
Prólogo de Daniel Molina
Libros del Rojas
Buenos Aires, 2003
140 págs.
Por Cecilia Pavón
Un par de meses atrás, en un encuentro sobre Adorno, se hablaba sobre qué actitud tomar frente a los productos de la industria cultural. Un profesor universitario que estaba en el público, contestando a la pregunta de una investigadora del panel sobre si consumir o no “cultura basura” dijo “yo propongo que la consumamos, pero con culpa”. Esta culpa que, siguiendo a Andreas Huyssen, podría ser interpretada como miedo a la contaminación es muy común entre intelectuales que consideran que este tipo de producción cultural carga con la responsabilidad de embrutecer a las masas, y otras acciones viles. En Golpeando las puertas de la TV, primer libro de Julián Gorodischer (que como periodista se especializa en temas de televisión), no hay una mirada optimista frente a la cultura televisiva, pero tampoco encontramos ningún miedo a la contaminación sino todo lo contrario, un deseo por mezclarse y volverse uno con esos sujetos que consumen sin culpa y hasta con fe ciega esa “cultura basura”, y que además de consumirla sueñan con formar parte de ella. Como “un antropólogo cimarrón” –en palabras de Daniel Molina, autor del prólogo– Gorodischer se introduce en la vida cotidiana y las mentes de fans, aspirantes a bolos, participantes de paneles del público y postulantes a reality shows, y se mimetiza con sus historias y sus psiquis, desplegando una trama textual en la que por momentos, se hace difícil discernir las voces ajenas de la propia. En este sentido, no se trata de un libro de investigación periodística convencional sino más bien de un experimento de escritura, ya que el resultado se parece más a un largo poema de corriente de la conciencia que a un análisis frío o a la crónica de un observador distante.
Así, en el primer capítulo, recordando una anécdota de infancia en la que se ganó el desprecio de su madre por distraerse mirando a Margarito Tereré y arruinar su sillón preferido al volcar un vaso de gaseosa, deja claro que el sentimiento de fascinación, el hechizo lobotomizante provocado por la TV es un rasgo compartido entre él y sus conejitos de Indias: la presidenta gordita y fea del club de fans de Mambrú o una pareja con psicopatías evidentes que espera a los famosos en la puerta de un Canal para llenar sus libretas de autógrafos. Estos “informantes” aparecen retratados como seres socialmente disfuncionales, con psicologías border, sin empleo, con problemas familiares, y sin ningún otro sentido en sus vidas más que el de participar de un modo u otro de la fama milagrosa de la TV.
Pero el autor no se presenta como ajeno a estas patologías, una y otra vez desnuda su costado más escabrosos de cholulo cualquiera: él también se anotó en un programa de preguntas y respuestas y falló, él también se compara con los galanes de los posters cuando envidia el amor que le tienen las fans, él también inventó historias sobre extraterrestres para llegar a un estudio de televisión. Esta empatía es en cierto modo exigida al lector, ya que actores y programas de los últimos veinte años son introducidos en el relato con toda naturalidad como si no hiciera falta ninguna explicación por ser el saber televisivo. Quizás por eso, para quienes no crecieron mirando Jugate conmigo, Pelito o Clave de sol, el texto esté demasiado lleno de guiños generacionales y corra el riesgo de volverse opaco, aunque un aparato de notas intente reponer los referentes. (Por esta misma razón los de veintipico y los de treinta y pocos lo encontrarán cargado de reminiscencias). Más allá de estos detalles, Golpeando... se sostiene en su desafío: presentar en un formato textual experimental las subjetividades nacidas al calor de los últimos años de cultura televisiva, sin sacar conclusiones ni emitir juicios de valor sino abriendo un espacio para formular preguntas.