Infantiles
Por Laura Isola
Los libros para niños ofrecen, mejor que ningún otro género, la posibilidad de volver a ellos ad infinutum. Se los lee más que a un diccionario y uno los busca, bajo la mirada y la orden insistente del pequeño demandante, bajo la pila de los otros juguetes, ya rotos. Y allí están siempre para volver a ser contados, para nombrar una vez más dónde está el pato, qué hace la nena, cuál es el agua y demás preguntas existenciales sobre arte y literatura. Así son los libros y ya que de esa materia eterna y esa fidelidad con los lectores están hechos, regalarlos para las fiestas o para cuándo cuadre es muy ventajoso en la horrorosa relación precio-calidad con la que se mide, por ejemplo, un plato de comida en un restaurante determinado. Dicen que cuando se es madre muchas cosas cambian en la vida. La primera, más evidente, es que se tiene un hijo que antes no se tenía. Y ese niño empieza a consumir bienes culturales de cuya existencia una no sabía nada. Así como siempre he dicho que los niños son consumidores indiscriminados, debo admitir que la selección de libros que presento a continuación tomó como referencia los gustos infantiles, corroborados, eso sí, por mi competencia lectora, mis conocimientos sobre literatura y demás degeneraciones que me hacen un adulto impecable y envidioso de esa manera primal que tienen los niños de relacionarse con los libros y que, cuando les gustan mucho, hasta llegan a morder. Indispensable un Graciela Cabal, que ya es una marca registrada y es tan ingeniosa y por suerte sigue escribiendo muy bien. Esta vez se mete con Papanuel (Primera Sudamericana) en una historia muy argentina, con barrio y hombres y mujeres comunes con panza y algunos problemas. Carmela y Valentín (Primera Sudamericana) es, básicamente, un libro sobre pajaritos que comparten texto y dibujos para que mientras les leemos, los niños pueden ir haciendo que leen. Un descubrimiento maravilloso: los libros de ediciones iamiqué. Ellas, las autoras, son Carla Baredes y Ileana Lotersztain, física y bióloga, respectivamente, que hicieron unos libros sobre ciencia divinamente ilustrados y muy divertidos. Tienen varias colecciones para distintas edades, entre las que se destacan Sueños curiosos, ¡Qué bestias! y Preguntas que ponen los pelos de punta. Por último, Alfaguara publica y publica y nosotros contentos: Luna recién nacida, de María Brandán Aráoz y la clásica María Granata, que escribió una historia impecable sobre la sombra de un niño, que se llama El niño azul.