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Domingo, 22 de febrero de 2004

RESEñA

El clan de los Kafka

KAFKA, LOS AÑOS
DE LAS DECISIONES
Reiner Stach

trad. Carlos Fortea
Siglo XXI
Madrid, 2003
708 págs.

POR IGNACIO MILLER

La primera anotación fechada de los Diarios de Franz Kafka corresponde al 18 de mayo de 1910, y se refiere a la aparición del cometa Halley en el cielo de Praga. Para ese entonces, Kafka, con poco menos de 27 años, se desempeñaba como funcionario del Instituto de Seguros para Accidentes del Trabajo, mientras su otro trabajo, la escritura, excepto por unos breves fragmentos dispersos, todavía no parecía dar los frutos esperados. Precisamente esa fecha es la que elige Reiner Stach para iniciar su incursión en la vida de Kafka. En el transcurso de los cinco años siguientes, este judío de Praga, además de continuar con su trabajo en el Instituto y el registro de sus Diarios, escribirá La condena, El desaparecido (que se conocerá luego como América), el relato conocido en castellano como La metamorfosis, El proceso, En la colonia penitenciaria, y cerca de 500 cartas a su dos veces prometida Felice Bauer.
Stach ha declarado su intención de completar su recorrido biográfico, del cual ésta sería la primera entrega, con dos tomos más, que abarcarán los años anteriores y posteriores a 1910 y 1915, que son los correspondientes a los del período que aquí se trata. En la “Introducción” del presente volumen, Stach justifica su decisión de “abrir el diafragma de la cámara en el año 1910” y de cerrarlo en 1915, entre otros motivos, por tratarse del período mejor documentado. Pero la elección estaría avalada, sobre todo, por el hecho de que es durante esos años cuando se produce en Kafka una transformación decisiva. Aquella que, desde la tímida constatación: “En mí puede advertirse una concentración en la escritura”, lo llevará a afirmar, dos años más tarde: “Estoy hecho de Literatura, no soy otra cosa y no puedo ser otra cosa”.
Aunque el material más importante manejado en este ensayo biográfico proviene del propio biografiado (especialmente los Diarios y las cartas a Felice), el biógrafo también se vale de cuanto documento se halle vinculado, aun muy indirectamente, con Kafka, así como también de otros que, si bien no se refieren ni a Kafka ni al contexto histórico y material en el que transcurrió su vida, pueden contribuir a la comprensión del objeto. Con envidiable talento, Stach no se limita a recopilar datos sino que es capaz de relacionar la inmensa información de la que dispone y utilizarla en función de sus objetivos. Así transcribe las anotaciones del Diario de Charles Darwin en las que éste sopesa los pros y los contras del matrimonio, para luego compararlas con las hechas por Kafka tres cuartos de siglo después, o dedica casi cuatro páginas al tipo de mobiliario que prefería Kafka y que, tras su primer compromiso con Felice, pensaba comprar para su futuro hogar matrimonial.
Quizás uno de los rasgos más notables y, a la vez, polémicos del libro sea el del protagonismo que le asigna Stach a la figura de Felice, protagonismo acaso equivalente al que Kafka mismo le asignó, al menos si se tiene en cuenta la impresionante correspondencia que mantuvo con ella. En su empeño por rescatarla del lugar, o, más bien, no-lugar, de “pantalla vacía” contra la que Kafka únicamente habría proyectado sus propias fantasías, lugar en el que fue puesta por toda una tradición interpretativa, de la cual Elias Canetti con su ensayo El otro proceso de Kafka constituye el ejemplo más conspicuo, Stach abunda en datos pormenorizados acerca de Felice y “sus circunstancias”. A la vez, no dudaen utilizar recursos casi novelísticos en su minuciosa reconstrucción de las vicisitudes del noviazgo, prácticamente epistolar, que mantuvo con Kafka, lo que puede provocar en prudentes lectores ciertas inquietudes sobre el valor de las interpretaciones volcadas en el texto.
El resultado, comprensiblemente, puede que no satisfaga a todos. Mientras algunos considerarán excesiva la atención otorgada a determinados aspectos, habrá quienes lamentarán el escaso desarrollo dado a otros. En todo caso, lo que se encuentre de objetable en el trabajo de Stach forma parte de los riesgos de la pasión. Y estos riesgos, como bien sabe Stach, que se arriesga con inteligencia, son una obligación cuando se trata con quien, como Kafka, arriesgó todo por la pasión, hasta ser la pasión misma.

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