Inmigración y discriminación
Los árabes, señalados popularmente como los “turcos”, fueron los inmigrantes más discriminados de estas tierras. Desde su arribo a los puertos de Buenos Aires y de Montevideo, no sólo se les dificultaba la obtención de los papeles reglamentarios –frente a los europeos, que tenían asignadas tierras–, sino que se los estafaba aprovechando el desconcierto geográfico de los recién llegados. A esto se sumó el constante hostigamiento de la prensa que, desde principio de siglo, los acusaba de “pordioseros” y de atentar contra la cultura nacional.
Según la historiadora Liliana Cazorla, “como Uruguay no podía retener la cantidad de inmigrantes árabes que llegaron a sus playas –porque no estaban dadas las condiciones propicias para establecerse allí– muchos buscaron suerte en Argentina. Los barqueros, luego de exigir el pago de una suma altísima, les prometían llevarlos al puerto de Buenos Aires y, sin embargo, los abandonaban en la inhóspita isla Martín García. Ya en Argentina, los árabes fueron el chivo expiatorio de la crisis económica de 1890: se aseguraba que eran ellos quienes les quitaban los puestos de trabajo a los nativos”, explica Cazorla.
Hay un dato más que ilustra el desprecio hacia esta cultura: en el Censo Municipal de la ciudad de Buenos Aires de 1904 figuran los siguientes gentilicios: turcos, sirios y árabes; en el censo de 1910 de la misma ciudad únicamente se habla de turcos.
Estas agresiones, explicó el traductor Brahim Husain, continuaron a lo largo del siglo XX, y recrudecieron con fuerza luego del 11 de setiembre tras el atentado a las torres del World Trade Center: “El desconocimiento da lugar al fascismo”, dijo. “Occidente, al desconocer el mundo árabe, no lo comprende y por lo tanto lo rechaza. Pero la ignorancia llega hasta los intelectuales. Hay dos ejemplos muy claros: por un lado, Sarmiento, quien en Recuerdos de Provincia alaba toda nuestra cultura, más tarde escribe Conflicto y armonías de razas en América, donde trata de denostar las raíces árabes de la cultura hispánica. El segundo ejemplo se remonta a 1979. Las escritoras Marta Lynch y Silvina Bullrich publicaron en la revista Gente unas ‘Cartas abiertas’ en contra del ayatollah Khomeini y del mundo religioso árabe.”
“Nadie discute la posición política de ambas, pero lo cierto es que esas dos señoras no sabían nada respecto a El Corán, creo que nunca lo leyeron, y muchos menos entendieron los cambios que produjo la revolución islámica. Hoy en día, da miedo escuchar de qué manera Occidente habla del mundo árabe, desde qué lugar de ignorancia. No sólo nos siguen llamando turcos sino que ahora somos todos terroristas”.
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