El perverso literal
por Gustavo Charif
Un día me llamó Fernando por teléfono para preguntarme si podía escribir algo sobre un cuadro mío para integrarlo a una muestra en Normandía. Le dije que sí, fantástico. Dos días después volvió a llamar: “¿Está usted seguro de que puedo escribir algo sobre el cuadro?”. Pero sí, cómo no voy a estar seguro. Cuando llegué al museo, mi cuadro abría la muestra. Cuando lo vi me di cuenta por qué Fernando Arrabal insistía tanto en mi autorización: había escrito algo sobre mi cuadro, esdecir, sobre la tela. Quedaba perfecto, era un poema escrito sobre el cielo de la pintura. Fernando hace esas cosas con absoluta inocencia; según Kundera, Arrabal es un gran jugador. Incluso cuando desafía a Castro o a Franco, Arrabal está jugando como un niño, como un perverso.