Dom 20.10.2002
libros

ENTREVISTA

Cine y literatura

Por Albertina Piterbarg, desde Dorset
El escritor norteamericano John Irving vive y trabaja en un idílico pueblito ubicado al sur de Vermont, en mitad de un parque nacional de Nueva Inglaterra, en Estados Unidos. Desde su estudio puede observarse un paisaje impactante de montañas nevadas, pinos y casitas de techos de madera. Pese a su jovialidad y maneras tranquilas, se reconoce enemigo de los reportajes: “Generalmente los periodistas que llegan hasta aquí me preguntan acerca de cualquier cosa menos sobre literatura: chismes, política, mi vida privada... Esa dinámica ha llegado a cansarme”. A pesar de la reticencia y la desconfianza, tanto el escritor como su esposa Janet recibieron a Radarlibros con gran cordialidad. Más tarde Irving reconoció que fue lo “exótico” de la situación lo que lo llevó a aceptar la entrevista exclusiva para Radarlibros, ya que se trataba del primer encuentro del escritor con un periodista argentino en toda su carrera. “Hace muchos años que deseo realizar un viaje a Brasil y la Argentina, pero siempre me detienen otras prioridades.” Aunque no le guste hablar de política, Irving mostró estar bien al tanto de la crisis argentina y, preocupado, interrogó largamente a esta cronista. Después de una amable visita guiada por su mansión, entramos en su estudio, ubicado en la habitación contigua a su cuadrilátero privado de lucha libre donde entrena diariamente. Una habitación cubierta de ventanales, con un amplio escritorio, libros, un sillón de cuero, máquina de escribir electrónica (es su asistente quien pasa los manuscritos a la computadora) y una panorámica impactante.
Lo primero que llama la atención al ingresar en el estudio es una mesa redonda tapada de libros. Dos de los títulos son The Amazing Adventures of Kavalier & Clay de Michael Chabon y The Black Veil: A Memoir with Digressions (El velo negro: una memoria con digresiones) de Rick Moody.
“Todos esos libros están esperando su turno de ser leídos”, explica Irving. “Son libros que fui seleccionando en los últimos seis meses entre los muchos que me llegan de obsequio. Probablemente dentro de otros seis meses haya demasiados libros acumulados allí y no me quede más remedio que realizar una nueva selección y descartar muchos de ellos sin haber llegado siquiera a hojearlos.”
Si se le pregunta cuánto tiempo dedica actualmente a la lectura, Irving sonríe divertido: “Fui un buen lector, un excelente lector. Desde chico me evadí de todo sumergiendo la cabeza en un buen libro. Durante mi juventud, es decir, los primeros cuarenta años de mi vida, leí muchísimo. Una vez que entré en los cuarenta me transformé en un novelista-lector, tan buen lector como cualquier otro novelista. Escribía algunas bibliográficas para el New York Times o algún otro medio dos o tres veces al año y cuando alguien me hablaba de un nuevo escritor interesante, trataba de encontrar un momento para al menos echarle una ojeada a su libro. Debo reconocer que he dejado tras de mí muchísimos libros sin terminar. Desde hace por los menos quince años escribo novelas y guiones de manera intercalada. Siempre estoy involucrado en más de una cosa a la vez, con lo cual no me queda tiempo para la lectura. Cuando me jubile volveré a leer. Mientras tanto, escribo”.
En la actualidad, los proyectos que lo ocupan son al menos tres: la preproducción del film basado en su novela (y guión de su autoría) Un hijo del circo, la escritura del guión de su última novela, La cuarta mano, y su nuevo libro de ficción, Until I find you (Hasta que te encuentre). “Reconozco que el cine ha modificado mi manera de entender la literatura. Por ejemplo, mi última novela publicada, La cuarta mano, estuvo muy influenciada por la estructura cinematográfica. Ahí intenté abordar un nuevo tono, más ligero y rápido, con un ritmo cercano a la comedia, casi televisivo. Quería cambiar. Y aunque terminé en un sitio nostálgico y amargo, probé con este nuevo ritmo porque estaba cansado de mi propia voz. En ese sentido la considero experimental, por ejemplo, desde el punto devista de su extensión. Se trata de una novela corta. Es decir, una novela corta tratándose de mí. No llega ni a la mitad de Viuda por un año. No incluye la niñez de los personajes, no hay sucesión generacional, no hay detalles históricos. Como guionista, aprendí a comprimir libros extensos en argumentos acotados, suprimiendo las referencias que marcan el paso del tiempo. Casi se podría decir que La cuarta mano es una novela-guión. Disfruté mucho del intento por mantener la novela corta, resistiendo mi impulso natural de extenderme en el espacio y en el tiempo, enfocándome en lo que es primordial en un buen guión, es decir, enfocándome en avanzar.”
De la escritura del guión de La cuarta mano, su última novela editada, participa su actual compañero de trabajo, Lars Hallstrom, el director sueco del film Las reglas de la vida, a quien reconoce como único socio posible de aventuras cinematográficas: “Si Lars no estuviera interesado en seguir colaborando conmigo, creo que no escribiría guiones con nadie más. Lo bueno es el equipo que logramos juntos y también lo que me motiva a continuar con el proyecto”. Si bien esta afirmación puede ser cierta, la realidad demuestra que la mayoría de las novelas de Irving han tenido algún vínculo con el cine, independientemente de sus compañeros de ruta. El mundo según Garp, El hotel de New Hampshire, Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra (Oscar al Mejor Guión Adaptado) han tenido su versión cinematográfica. Incluso, de acuerdo con el autor, su libro Un hijo del circo nació con la forma de guión: “Primero escribí el guión y después la novela. Es un guión-novela, no al revés. Y todavía está esperando su turno de ser filmado”.
El tópico de la extensión vuelve a escena cuando se lo interroga acerca de las principales dificultades que encuentra para escribir buenos guiones. “El problema con las películas, creo que no hace falta decirlo, es que duran mucho menos que los libros. En un libro uno puede dedicar grandes áreas a la descripción de un personaje, áreas que en una película quedan eliminadas. Si este aspecto no se trata con cuidado, un guión puede resultar contradictorio y confuso. Encontrar la forma de subsanar la falta de espacio y tiempo para ajustar esos detalles y brindar una descripción más profunda es el gran desafío que todo guión entraña.”
Respecto de su nueva novela en camino, reconoce que vuelve a su tono habitual, alejado del cine. Otra vez se trata de una obra de vasta extensión (calcula que el manuscrito final contará con unas 900 páginas), que comienza con la niñez de su protagonista y cuya voz cantante es un narrador en primera persona (algo que no ocurría desde Oración por Owen Meany).
Según nos adelanta Irving, la historia comienza con los recuerdos de un niño. Son las memorias del disparatado viaje que realizó junto a su madre, cuando apenas tenía cinco años de edad. Un viaje de país en país y de ciudad en ciudad, mayormente por Europa del norte, que tuvo como objetivo la búsqueda de su padre. La madre del protagonista es tatuadora profesional y el abuelo también lo era. La madre es escocesa, de Edimburgo. El niño, en cambio, es canadiense, y él y ella viven ahora en Canadá. Realizan el viaje por todas las ciudades-puerto del norte de Europa, donde ella cree que el padre puede estar trabajando. El padre del chico era músico, organista en una iglesia. O sea que su periplo consiste en visitar iglesias y casas de tatuaje en Copenhague, Helsinki, Oslo, etc. “Esa es sólo la primera parte de la novela”, aclara Irving. “Al final el protagonista realiza un viaje similar, respetando el mismo recorrido, treinta o cuarenta años más tarde, una vez que su madre ha muerto y él siente la necesidad de recuperar el tiempo. El libro, entonces, termina por el comienzo, con un viaje idéntico, pero con una perspectiva diferente. Una búsqueda. Y así se va a llamar, Until I find you (Hasta que te encuentre), que es una frase que encontré en un viejo tatuaje... uno de esos tatuajes estándar, con un corazón roto, partido en dos, que muchas veces tiene un nombre en dos mitades.” El tema del olvido, el recuerdo y la memoria reaparecen así una vez más en la obra del autor. “La memoria es un monstruo –asegura Irving–, pero no a causa de lo que uno olvida, sino a causa justamente de lo que nos obliga a recordar.”
Frente a la pregunta acerca de a qué cree que se debe la abundancia de traducciones y la gran popularidad de su obra fuera de Estados Unidos, Irving no duda: “El tema principal de todos mis libros es la pérdida. Mis personajes pierden hijos, pierden maridos, trabajo, dinero, ojos, manos, penes... Algunas veces estas pérdidas pueden resultar más divertidas o trágicas que otras, pero en todos los casos se trata de aquello que no está más, aquello que ha desaparecido de nuestras vidas y extrañamos inmensamente. Creo que el día a día de todos los seres humanos, no importa dónde vivan o qué nacionalidad tengan, consiste es eso: en poder continuar con la vida una vez que algo de ella nos ha sido arrancado”.

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