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Domingo, 2 de enero de 2011

Algunos poemas

Dos perros

Un perro viejo con miedo de su propia sombra
en un pueblo del Sur.
Me cuenta la historia una mujer casi ciega
una cálida noche de verano
mientras las sombras se acercan sigilosas
desde los bosques de New Hampshire.
Una calle muy larga en la que sólo hay un perro nervioso
y un par de gallinas sucias,
y el sol cayendo a plomo
en un pueblo sin nombre del Sur.

Me hizo acordar de los alemanes
que desfilaban ante nuestra casa en 1944.
Todos estábamos parados en la acera
mirándolos de reojo,
la tierra temblaba, la muerte desfilaba con ellos
Un pequeño perro blanco corrió hacia los soldados
y se perdió entre sus piernas.
Una patada lo hizo volar como si tuviera alas.
Es lo que veo ahora.
La noche que cae sin prisa. Un perro sin alas.


Escolares con el pelo gris

Los viejos tienen malos sueños,
Por eso duermen poco.
Caminan descalzos
sin encender la luz,
se quedan quietos, apoyados
en algún mueble en la oscuridad
mientras escuchan el latido de su corazón.

La ventana
es negra como un pizarrón.
Los viejos están solos
en sus aulas, mirando de reojo
la delgada raya de tiza
que separa el estar-aquí
del no-volver-a-estar aquí.

Nada grave. Sólo iban
a buscar un vaso de agua,
pero aún no ha llegado el momento.
Escuchan la carrera de los ratones,
un coche que pasa por la calle,
sus padres muertos que arrastran los pies tras ellos
cuando van a la cocina.


UNA CARTA

Queridos filósofos, pensar me entristece.
¿Les ocurre a ustedes lo mismo?
Justo cuando voy a hincarle el diente al noúmeno
alguna antigua novia viene a distraerme.
“¡Si ni siquiera está viva!”, clamo al cielo.

La luz invernal me señaló el camino.
Vi camas cubiertas con las mismas sábanas grises.
Vi hombres adustos sosteniendo a una mujer desnuda
mientras la rociaban con agua fría.
¿Se trataba de una cura para sus nervios o de un castigo?

Fui a visitar a mi amigo Bob, quien me dijo:
“Encontramos la realidad al superar la seducción de las imágenes”.
Estaba exultante de alegría, hasta que me di cuenta
de que nunca me sería imposible tal abstinencia,
Me sorprendí mirando por la ventana.

El padre de Bob sacaba a pasear al perro.
Se movía con dificultad; el perro tenía que esperarle.
No había nadie en el parque,
Sólo árboles desnudos con infinidad de formas trágicas
Que le hacían pensar con dificultad.


REPOLLO

Ella estaba a punto de partir el repollo en dos,
pero hice que lo pensara dos veces cuando le dije:
“El repollo es el símbolo de un amor misterioso”.

O por lo menos eso dijo un tal Charles Fourier,
que además de eso dijo cosas raras y maravillosas,
tanto que la gente lo llamaba loco a sus espaldas.

Después la besé en la nuca
con delicadeza,

y entonces ella partió el repollo en dos
de un solo tajo.


Juguetes terroríficos

La Historia agita sus tijeras
en la oscuridad,
así que todo acaba
sin un brazo o una pierna.

Qué se le va a hacer, si no tienes
otra cosa con que jugar
¡Esta muñeca tenía cabeza
y sus labios eran rojos!

Armazones de casas como exposiciones lúgubres
alineadas en calles vacías
en las que una niña sentada en el escalón
con un camisón de flores habla sola.

Parecía un asunto serio.
Hasta la lluvia quiso enterarse de aquello
y cayó sobre sus pestañas, haciéndolas brillar.

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