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“Como si se tratara de su destino, pateó con fuerza un bollo de papel que el azar le ponía adelante. Junto con el papel voló una pequeña nube de arena que el viento del mar recogió como el guante de un desafío, para torcer su intención y arrojársela al cuerpo.” Esa tensa calma por donde caminan los habitantes de Pinamar es el territorio de esta historia conmovedora que narra Alicia Plante en Fuera de temporada. La autora nos sumerge, con la potencia de las olas de octubre, en un mar de humanidad, a través de una prosa precisa y transparente.

Un juez llega para exiliarse de sí mismo por recomendación de su psiquiatra luego de un accidente fatal. Los que habitan el balneario fuera de temporada son parte del paisaje. Pero como en todo pueblo chico, el infierno es ocupado por el poder y la impunidad. El dueño de una inmobiliaria dirige el entramado del pueblo con sus negocios inescrupulosos. Hasta que un asesinato, tan bello como escalofriante, pone a prueba los límites de la condición humana.

La cronología de los capítulos, los días y las horas en las que van sucediendo los hechos, más que subrayar una secuencia temporal, marcan, como en los cuadros de Monet, un mismo paisaje y sus variaciones. Luces y sombras llenos de matices que transcurren en un mismo día. Distorsiones y perspectivas en cada punto de vista, donde los personajes tendrán que evaluar desde su condición social y tomar una decisión. Las pinceladas de contrastes y saturaciones puestas al servicio de una multiplicidad de voces logran capturar la realidad cambiante, imperceptible, tamizada por la bruma de las pasiones y el poder.

Personajes sustanciosos que lejos de representar la moral pedagógica en sus acciones, navegan al interior de sus conciencias. Llenos de contradicciones pero también de certezas que salen a la luz con el asesinato. Como si el viento del mar de octubre templara los cuerpos y los despojara de todo andamiaje normativo, la ética los interpelará hasta las últimas consecuencias.