Domingo, 15 de junio de 2014 | Hoy
Los zapatos voladores
Margarita Belgrano; ilustraciones, Chacha (1976)
Vuelan las plumas, vuelan las cometas, vuelan los gansos, vuelan los platos de la felicidad griega. Vuelan globos y patos, mariposas y libélulas, vuelan los murciélagos, las cañitas y los objetos no identificables de don Fabio Zerpa y hasta un extraño diapasón. Pero, ¿cómo puede ser que un zapato vuele? Y más aún, en un sitio en el que no hay “bochinche ni berrinche”. Estos son los protagonistas del cuento: Los zapatos voladores, y también el pueblo que se empieza a preguntar de dónde ha salido este zapato del aire. Y cuando nadie lo supone aparece ni más ni menos que un gran caminador: el cartero Cartín que, hastiado de trabajar por unos pocos pesos, con los pies doloridos y “cansado de la injusticia”, lanza por los cielos uno de sus zapatos hasta que luego lo rescata un bombero. Son los bomberos quienes le acercan el zapato al gobernador al que el cartero le reclama un poco más de sueldo. Mientras, el pueblo conmovido decide ayudar a Cartín, quien se disculpa por haber lanzado los zapatos con furia.
La censura del cartero “que no podía comprarse nuevos zapatos” se inscribía en una ola de prohibiciones realizadas al Centro Editor de América Latina. Comenta Delia Maunás en Un golpe a los libros que se pensó en hacer una denuncia ante el Tercer Cuerpo del Ejército en Córdoba, sitio del cual dependían los ejércitos de Mendoza y San Luis. Pero se optó por callarse, “nos quedamos en el molde”, agrega, por temor a que la censura se expandiera.
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