Ocios y negocios
En El recurso de la cultura, George Yúdice examina “los usos de la cultura en la era global”. En pocas palabras, explica a Radarlibros los alcances de su perspectiva.
por A. L.
¿Cómo surgió la idea de pensar la cultura como recurso económico?
–En varios encuentros sobre políticas culturales y también en algunas participaciones en gestión cultural fui observando que, cada vez más, la cultura aparecía como un recurso para resolver ciertos problemas, que se trataba de encontrar una nueva legitimación en un momento en que se había cortado el financiamiento de proyectos artísticos. Hay un estudio del año ‘97 hecho para el Fondo Nacional de las Artes de Estados Unidos donde se dice abiertamente que el modo de convencer a los financiadores es usar la cultura para resolver problemas sociales como el racismo o para generar empleo.
¿Hay, en los últimos tiempos, una reorientación de los proyectos culturales que sirven como recurso para otros fines?
–La estabilidad económica es fundamental, ya que en momentos de abundancia la cultura es un recurso contra la pobreza, mientras que cuando hay recesión, como sucede desde el 11 de setiembre en Estados Unidos, se piensa más de una vez antes de invertir en cultura.
¿De acuerdo con esa nueva concepción hay un replanteamiento de la relación entre arte y mercado y artistas y política?
–La cultura como recurso trasciende el mercado. Si estoy en una fundación que quiere resolver problemas de pobreza o de tolerancia y evalúo proyectos, puedo ver que hay una especie de mercado no económico, pero que participa del juego, formado por la Unesco, las fundaciones y las ONG. En cuanto a los artistas, a diferencia de lo que sucedió en otra época en la que se discutía la intervención directa en la política, el problema es que muchos de ellos, que estuvieron en movimientos de arte comunitario, en un momento determinado empezaron a ser ante todo considerados trabajadores sociales y entonces debieron hacer una importante autocrítica.