Teoría de Babel
POR MAX GURIAN
Desde el principio, la traducción. Una palabra señera -literalmente, el Big Bang– concibió un ejército de hermeneutas que entablaron, durante siglos, una feroz lucha por el sentido. En la actualidad, armado hasta los dientes con su popular erudición políglota y la praxis como escudo protector, Umberto Eco decide asaltar la torre de Babel desde sus mismos cimientos. O al menos, como punto de partida, aborda su emplazamiento más voluble y moderno: el espacio virtual de Internet. Para ello pone a prueba al traductor automático del sitio Altavista, denominado Babel Fish, asignándole una tarea inhumana: la traducción a varios idiomas del fragmento inicial del Génesis, según la versión inglesa de King James. Los resultados, hilarantes, de tenor surrealista, hacen del texto y del mundo la creación de un disléxico, una perorata falaz que, como señala Eco con gesto profano, quizá no diste mucho de la verdad.
Reformulación de una serie de conferencias y seminarios dictados en Toronto, Oxford y Bologna a fines de los noventa, Dire quasi la stessa cosa traza un recorrido personal a través de las problemáticas inherentes a la actividad cotidiana del traductor.
La pregunta que atraviesa toda la reflexión sobre la tarea del traductor es siempre la misma: ¿qué significa traducir? El título del libro esboza la primera respuesta, y Eco somete a análisis cada uno de sus componentes. Si a primera vista traducir es “decir casi la misma cosa” en otra lengua, la perspectiva cambiará radicalmente según se haga hincapié en el plano ontológico, gnoseológico o identitario que cada término implica. Remitiendo a los postulados ya expuestos en Kant y el ornitorrinco, Eco deja a un lado las discusiones filosóficas sobre la existencia –la cosa en sí– y la posibilidad de forjar un doble fiel –la mismidad–, y se refiere asimismo, con suma cautela, a las adaptaciones intersemióticas entre literatura y cine –las formas del decir. En consecuencia, centra su interés en el inveterado conflicto entre repetición y diferencia que enlaza al “texto fuente” con el “texto de destino”. El desafío, escribe, “es intentar comprender cómo, aun sabiendo que no se dice nunca la misma cosa, se puede decir casi la misma cosa”. La hipótesis central del libro sostiene entonces que, para determinar cuán elástico deba ser ese casi, es necesario apelar a una figura económica: la traducción, ante todo, es un proceso de negociación constante. La obtención de dividendos dependerá en gran medida de la apuesta previa que el traductor realice sobre el sentido del texto. En otras palabras, Eco invoca los nombres de Peirce, Gadamer, Steiner, Derrida y Ricoeur paraenfatizar, una vez más, el rol activo del intérprete en la materia en cuestión.
En mundano comercio o amigable cofradía, la traducción se erige, en definitiva, sobre el cadáver siempre exhumado del original, como una de las bellas artes.
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