“Una a su edad ya no es un individuo sino un período histórico”, se autodefine rozando el siglo de vida la abuela Dora. “Mi abuela es una aforista involuntaria”, redefine con afecto Andrés Neuman, su nieto, a la definidora.

Probablemente, el talento para renombrar el mundo resulte en la familia Neuman un asunto hereditario. Y quizás también Barbarismos, el nuevo libro de “neumanismos” que se acaba de editar en la Argentina, no sea más que la evidencia tangible de esa tendencia genética por escapar de las rigideces nominativas.

Glosario anti-canónico, homenaje satírico al diccionario tradicional, entre el Diccionario del diablo de Bierce y las greguerías de Gómez de la Serna se inscriben estos Barbarismos surgidos, en palabras del autor, de la “vocación traviesa de cuestionar la institucionalización del lenguaje y esa aspiraci?n museística de centralizarlo”.

Siguiendo esa línea, se podría decir que Barbarismos es un libro de neo-definiciones que, originalmente publicadas en el diario español ABC, actualizadas y en algún caso reformuladas, se desencorsetan aquí para plantear una muestra provocadora de observaciones sobre algunos de los conceptos más urgentes de estos tiempos. Porque si Barbarismos es una experimentación con lo fragmentario a partir de la resignificación del lenguaje desde la palabra, lo es también desde la conciencia de la carga ideológica que toda definición conlleva. “El diccionario académico disimula su ideología aunque esté lleno de interpretaciones ideológicas de la realidad”, observa el autor, y es esa suerte de disimulo ideológico lo que propone, desde el juego y la hibridez genérica, visibilizar. No hay inocencia en este libro de Neuman, que parodia y se autoparodia, en un verdadero ejercicio meta-definicional, desde la definición de la palabra “Diccionario” en tanto “Lectura policíaca donde el personaje que comete el crimen linguístico es el mismo que lo investiga” que el propio libro plantea.

Andrés Neuman, entonces, comete el crimen e investiga. Vuelve a nombrar, desacraliza y pone en evidencia toda posible corrección política del lenguaje y sus contradicciones.Y lo hace desde su lugar de “intrépido aventurero del Logos”, adentrándose en la zona bárbara y primitiva del lenguaje y sus formulaciones, con lucidez e ingenio.