La discusión está sobre la mesa: torres sí, torres no.

Con los vecinos de muchos barrios ya en pie de guerra y el famoso corralito constructivo vigente, llegó el momento de argumentar cómo deberían ser las intervenciones, cuadras adentro de la trama.

Por ese motivo y desde la SCA una mesa redonda/debate sobre el tema con algunos de los involucrados en el tema. La convocatoria tiene su valor simbólico y es el de despegar a la institución de la falsa postura de defensora de la corporación de los arquitectos vinculados con los desarrolladores y las grandes constructoras. Nada de eso. Sin embargo el genial invento del parate para verificar los diámetros de los caños de agua es más que difícil de defender.

Ahora, si todo esto llega de la mano para de una vez por todas aprobar el Plan Urbano Ambiental y poner sobre la mesa al código de planeamiento, y eso hace falta de hace rato.

Con tanta resistencia a las torres metidas en los barrios, siguen en alza los PH de mediana escala que florecieron y florecen desde hace más de una década, posiblemente nacidos en barrios como Palermo Viejo y ahora también en Hollywood.

Para fijar posición o algo así, desde la Dirección General de Obras y Catastro reflotaron un premio que en épocas pasadas se entregaba en la Municipalidad a las fachadas que merecían un reconocimiento público. En esta primera edición de esta nueva época, ya sin el referente a los frentes sino a la arquitectura en su totalidad, se premió una obra interesante por su escala, adaptación al tejido y sobre todo a la forma de cumplir con los requisitos contemporáneos “sin matar” a sus vecinos. Es un conjunto de viviendas en propiedad horizontal organizados en dos bloques independientes unidos por un núcleo con un local comercial en la planta baja. El edificio de tres pisos y terrazas está en Thames 1737, Palermo, y fue proyectado por Darío López, Laura Leyt, Marcel López y Mariana Yablón. Sin embargo nada se resuelve tan fácil, los PH no son un sustituto de las viviendas de lujo en torre ni éstas son una solución en sí mismas.

Por otro lado la ciudad y sus habitantes van a tener que empezar a hacerse la idea de que las viviendas de interés social son necesarias y que hace falta construirlas rápido. La quema de la villa El Cartón instauró el tema.