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Sábado, 19 de mayo de 2007

SALE AL MERCADO UNA MANSION DEL MAYOR ARQUITECTO DE LA REGENCIA INGLESA

Un Nash en venta

Por primera vez desde 1922 sale al mercado una de las grandes mansiones de John Nash, el mayor arquitecto de la Regencia inglesa.

 Por Sergio Kiernan

Roberto Arlt siempre fue un seco y por eso sabía mucho de dinero. Sus personajes viven tratando de salvarse, de pasar al frente, y en pocas obras literarias se habla tanto de plata como en la suya. Arlt escribió una poco conocida obra de teatro llamada 300 Millones, en que un personaje recomendaba no soñar con sacarse unos pesos en la quiniela para pagar el alquiler, sino soñar con plata grande, con una fortuna, con trescientos millones.

Más modestamente, uno quisiera un billete que rindiese ocho millones y medio de libras esterlinas, unos diecisiete millones de dólares, algo más que cincuenta de los trescientos millones de pesos de Arlt. Es que en Sunridge Park, Londres, a media hora del pleno centro pero ya en el campo, se vende una casa diseñada por John Nash. Es una de las más perfectas residencias jamás construidas, un punto alto en el estilo Regencia y un objeto urbano de primer orden.

Sunridge Park era, en el siglo 18, una de las tantas propiedades rurales que rodeaban a la capital inglesa, grande pero no tan grande como hoy. Su dueño hacia 1790, Edward George Lind, tenía el bichito de la mejora y del paisajismo que tanto bien hizo en ese siglo de elegancia, y había contratado al famoso paisajista Sir Humphrey Repton para que le planificara un parque donde había un campo. Repton, como Capability Brown, trabajaba a lo grande, de a decenas de hectáreas, y ni se mosqueaba en desviar ríos, socavar una colina que le molestara la vista y crear otra donde le diera un punto focal. Como esos proyectos eran vastos, caros y largos de realizar, Sir Humphrey cobraba por inventarlos y los presentaba encuadernados, como un libro hecho a mano. Se conservan varios de esos “libros rojos” de Repton, entre ellos el de Sunridge.

No se sabe bien por qué, pero Lind no llevó a cabo el proyecto y le vendió la propiedad en 1796 a Sir Claude Scott, que en el paquete recibió el proyecto de Repton. A Scott le gustó el proyecto, tenía con qué hacerlo y tenía con quién: Sir Humphrey le recomendó que contratara al brillante, peleón y joven John Nash.

Nash ya era famoso por su diseño del palacio de Buckingham, que posteriormente se transformaría en palacio real pero era todavía la mansión londinense del duque de Buckingham. Como todo arquitecto de esa época, había participado en la nueva moda del barrio planificado, por lo que le debemos nada menos que Regents Park y Regents Street. Repton lo conocía de algunos trabajos juntos similares a éste, en el que Nash se encargaba de la casa y él del paisajismo. Así se completaron los diseños para la gran residencia y empezó el trabajo en los 275 acres (alguito más de 100 hectáreas) del gran parque.

Repton y Nash terminaron peleadísimos por otro proyecto, el del Pabellón de Brighton realizado para el príncipe de Gales, una fantasía morisca que sigue siendo uno de los edificios más juguetones de Gran Bretaña. El paisajista acusó de plagio al arquitecto y se dedicó a quemarlo. Entre otras cosas, logró que Sir Claude lo echara y contratara a otro entenado, Samuel Wyatt, para terminar la casa. Lo que no cambió fue el diseño de Nash, excepto por algunos ambientes que decoró Wyatt.

La mansión sigue el más alto nivel de neoclasicismo inglés y es blanca y de líneas simples como una digna nieta de Inigo Jones. Muy paladiana, la casona tiene exteriores de estuco liso, con columnas y pilastras, dos pórticos pedimentados en las fachadas laterales y una rotonda con columnata perimetral y una bella cúpula achatada. Todo el sistema ornamental es corintio y los interiores siguen la estética de Robert Adam, un agregado de fines del siglo 19 que resulta curioso: a fines del 1800 se redecora una casa de fines del 1700 con un sistema ornamental de fines del 1700 que no se usó originalmente. Como sea, Sunridge muestra hoy una profusión de yeserías decorativas de primera agua.

La casa permaneció en la familia Scott hasta los años 1920, cuando fue vendida y se transformó en un hotel rural de lujo, con un notable campo de golf que sigue ahí, ahora como un club privado. Como todo en Gran Bretaña, está protegida y con el grado más alto, que la hace intocable, inmodernizable, inreciclable. Los actuales vendedores contactaron al estudio John McAslan & Partners para crear un proyecto de restauración y modernización de instalaciones aceptable bajo la muy, pero muy rigurosa ley británica. La casona fue puesta en valor y restaurada como una mansión de ocho dormitorios y siete ambientes generales, con un edificio cercano con una pileta de natación cubierta y estacionamiento para ocho autos. English Heritage, la autoridad de aplicación de los edificios protegidos, aceptó esperar a que se termine la venta para autorizar o rechazar los detalles que pida el nuevo dueño.

Cuesta imaginar qué se le puede agregar a una obra semejante. Por ejemplo, la cúpula tan airosa cubre una estupenda circulación vertical con una escalera en espiral minimalista y de sábana exenta. Todo es blanco, simple y elegante, todo lleva la vista hacia arriba, donde una lucarna deja entrar la luz y enfoca la mirada.

La Casa de Nash en Sundridge Park puede verse en el sitio de James Johnston Property Agents.

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