Sábado, 23 de febrero de 2008 | Hoy
NOTA DE TAPA
En Pomerode, la ciudad más alemana de Brasil, nace Orbitato, un emprendimiento con el foco en el debate, la producción y la generación de redes. Uno de sus pasos iniciales fue el Primer Encuentro de Arquitectura, Moda y Diseño –Territorio, Tiempo e Identidad– realizado la semana pasada.
Por Luján Cambariere
Visitar Pomerode, la ciudad más alemana de Brasil, en el Valle de Itajaí, estado de Santa Catarina, es de algún modo transportarse en un instante al País de Nunca Jamás. Ese film que se sumerge en un espacio donde todo es posible, el maravilloso mundo de la infancia. Más allá de la arquitectura enxaimel, los jardines extremadamente cuidados y esa abundancia de corazones calados en madera y guirnaldas de papel coronando todas las fachadas rozando lo kitsch, un mundo aparte. De entrada, el hotel da la llave del cuarto y de la puerta de entrada, con lo que tenemos nuestra propia posada en lo alto de un morro con la mejor vista del lugar de vegetación exuberante, cascadas donde refrescarse, bicicletas para volver a ser niños cayendo por las calles empedradas donde todos se conocen (aseguran que si al llegar se pregunta por cualquier habitante, saben confirmarle si se encuentra en la ciudad). Una sensación increíblemente placentera y oxigenante.
De ahí que el núcleo que conforma Orbitato, profesionales de diferentes disciplinas –la artista plástica y diseñadora Celaine Refosco, los arquitectos Ana María Von Atzingen Sasse, Carla Tomazelli, Daniela Pareja García, Joao Paulo Vexami y Christian Krambeck, los historiadores María Elaine Azzolin y Vinicius Schane, las licenciadas en moda Adriane Socreppa y Daiana Riechel, el fotógrafo Errol Sasse, el ambientalista Julio Refosco y en logística Claudinei Furtado– de zonas lindantes (Jaraguá do Sul, Blumenau) lo eligiera para conformar, como dicen, “su abrigo”. Un espacio cedido por la municipalidad, donde se realiza la fiesta más importante del lugar. Buen augurio para ellos que se proponen celebrar encuentros que promuevan redes, pensamientos y debates desde el diseño con el foco, además, en la pujante industria del lugar. Es que en Pomerode, junto a las vacas pastando, se levantan algunas de las fábricas de cerámica, estampería, cristal y madera más potentes del país, data nada menor en sintonía proyectual.
Esta última semana, del 14 al 17 de febrero, tuvimos la oportunidad de visitarlos para el Primeiro Encontro de Arquitectura, Moda e Design que organizaron junto a tres referentes de Brasil y Argentina –el estilista Ronaldo Fraga, el arquitecto Paulo Brazil y el diseñador industrial Alejandro Sarmiento–. En un alto de la actividad que tuvo de todo, Refosco, mentora y directora del emprendimiento, resumió para M2 el origen y las metas de este colectivo que otro de sus miembros, Krambeck, sintetiza en una frase: “Uno solo va más rápido. Juntos se va más lejos”.
–¿Cómo nace Orbitato?
–Orbitato surge en un momento en que yo estaba viviendo en San Pablo, estudiando un posgrado de moda en un año sabático. Viviendo una experiencia única en una ciudad gigantesca donde todo sucede. En Brasil la gente llega a San Pablo como a La Meca, con la creencia de que todo está ahí. Pero enseguida comencé a descubrir que allá se tienen también deseos de otras cosas, de las que adolece una gran ciudad. Realmente fue como un momento de inspiración de allá para acá. Y así, de forma natural, me puse a pensar si en algún momento alguien haría la relación entre toda la industria de Santa Catarina, que es extremadamente fuerte, y la moda y el design en un lugar que es maravilloso, con la playa cerca, una vegetación exuberante y otros tiempos. Enseguida pensé que si era yo la que percibía eso debía actuar y ahí comenzamos a conversar con un grupo grande de amigos, todos con gran determinación y voluntad, y que no se veían trabajando sólo dentro de las instituciones o universidades. Así surge Orbitato como un abrigo de ideas. Un abrigo para estos profesionales que quieren trabajar de una forma más libre siendo más efectivos.
–¿El nombre?
–Como, tal vez por un vicio de profesión, pienso diseñando, fui imaginando que esta institución debía tener una relación planetaria. Que no pretendíamos ningún centralismo ni organigrama, ni cosa rígida o cuadrada. Que preferíamos la flexibilidad de una cosa orbitando otra. Permitiendo, favoreciendo que las cosas sucedan. Y que además eso nos daría también la posibilidad de vincularnos infinitamente con otros generando redes. Así surge el proyecto que tiene algo de hábito, de habitar y de tacto, de hacer con las manos.
–¿Y sobre qué orbitará?
–Acá no existe dinero propio y por ahora tampoco financiamiento externo. No me gusta eso de esperar para que las cosas sucedan. Pienso que la gente tiene poder de realización, facilidad de concretar ideas. Entonces empezamos por pensar qué era lo que cada uno podía aportar: una computadora, tiempo libre, una mesa, contactos. Y una cosa bien preciosa: todos tenían trabajo bien hecho y concretado en la región. Entonces las personas enseguida creyeron en nosotros. Así pude llamar a un empresario que es gigantesco, Malwee, no para pedir apoyo financiero sino para saber si avalaba la idea. Para mí, su opinión era más importante que el dinero. Y él inmediatamente la validó, tan es así que me puso en contacto con el intendente de Pomerode (lugar que nosotros habíamos analizado como ideal para afincarnos, ya que acá no hay universidad, por lo que no iba a haber ninguna contaminación y es un lugar tan especial, con el mayor patrimonio en arquitectura típica fuera de Alemania, cuidado, y toda esta industria a 30 km a la redonda) que, no bien recibió mi mail, me llamó personalmente a San Pablo para cedernos este lugar. Fue increíble. Eso fue en junio del ’07. Entonces nos empezamos a reunir en esta casa y mientras limpiábamos y acondicionábamos el espacio, concretábamos pensamientos. Fue lindo ese proceso porque la gente venía aquí en bermudas y mientras uno pintaba el otro escribía en el computador. Al traducirlo al papel nos convertimos en un Instituto de Estudios. Un lugar que permitiera que las personas se encontraran para debatir relaciones que están por ser estudiadas, dar soluciones técnicas o estéticas. Además, en alemán la palabra instituto tiene un origen que relaciona el estudio con el trabajo, se aprende haciendo. Entonces es un lugar que complementa la formación técnica y creativa. En la región hay 73 facultades de arquitectura, moda y diseño. Este proyecto no pretende competir con ninguna de ellas. Quiere ser un organismo libre que ofrece a todas ellas una formación complementaria. Experiencias, algunas de carácter más experimental, como la que está ocurriendo ahora con un bagaje teórico muy importante, y otras más pragmáticas.
–¿La primera experiencia?
–Fue un workshop de moldería. La idea fue empezar con el cuerpo. Y hace poco el de Jum Nakao, uno de los mayores estilistas del país.
–¿Cuál es la meta?
–Que las personas se puedan relacionar desde esa condición creativa y usar esta capacidad industrial de la región como fuente de inspiración. Por eso en breve levantaremos un minilaboratorio. Una miniunidad fabril que nos permita ejecutar cosas. Y el ideal es que los alumnos que quieran encontrar viabilidad económica para sus estudios puedan producir y nosotros comercializar sus productos en esta unidad de manera de pagar su educación.
–¿La cuestión de estar emplazados en la naturaleza suma?
–Es determinante. Desde el inicio, además, pensamos en trabajar en estructuras que estuvieran abandonadas para no generar más materia. Y de algún modo vitalizar algo olvidado. Además en este lugar las personas se sienten renovadas.
–¿También tienen su propia línea de productos con los descartes de Malwee?
–Sí, usamos los descartes de esta estampería, una de las más importantes de América latina, que son las pruebas o los géneros que usan para limpiar las máquinas, más precisamente los cilindros, que resultan maravillosos, ya que en ellos las estampas se superponen generando diseños muy bellos. La gente las compra para estopa, pero así pierden la belleza que surge en esas piezas. Por eso nosotros las usamos para crear nuestra propia línea de accesorios, indumentaria y para tapizar muebles –sillas y sillones–. Más adelante la intención desde Orbitato es hacer una investigación en estampería limpia, ya que el mundo necesita de tecnología así. Se impone poder estampar de una forma menos dañina para la naturaleza.
–¿Próximos eventos?
–Un festival de moda, que no existe hasta este momento en la región a pesar de que se encuentran algunas de las industrias textiles más importantes. Y nuevos ciclos de arquitectura y diseño con el foco en el desarrollo de proyectos puntuales.
Orbitato: www.orbitato.com.br
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