Como suele suceder en Brasil, el encuentro tuvo de todo. A las conferencias y presentaciones de rigor siguió todo un día de visitas a fábricas –Behling de madera y Murano de cristal– y a una pintoresca estancia de la familia Tribess, en un paisaje bucólico con una casa original de barro salida de un cuento de Hansel y Gretel (de hecho uno de los grupos, el de diseño, trabajó esa idea trocando los panecitos del cuento por las abundantes piedras del lugar con la idea de crear caminos, juegos y mensajes). Otros (el grupo de moda) apelaron a las fachadas de las casas y hasta a rituales más personales de los habitantes. Es que la invitación de Orbitato era a “un momento de percepción de la realidad a partir de una visión integrada de la arquitectura, el diseño y la moda, para que quede claro que el proceso creativo se inicia a partir de los elementos de la realidad y las relaciones sociales que constituyen con la idea de construir colectivamente un mapa de percepción de Pomerode”. ¿La meta? Rescatar esa capacidad de mirar y atender a estas relaciones tan fructíferas para las disciplinas proyectuales. Algo de lo que los tres convidados podían dar fe con su trabajo. Fraga, que emocionó con sus colecciones de indumentaria siempre ligadas a un sentir personal –el amor, la música, los conflictos humanos–. Las diferencias entre el universo público y privado que él estampa en sus ropas, causando siempre repercusión y convirtiéndolo en uno de los nombres más importantes de la escena brasileña e internacional (de hecho, llegó a Pomerode directo de Londres, donde actualmente participa de la exposición en el Design Museum que se jacta de reunir a los cien mejores designers del mundo).

Paulo Brazil, uno de los creadores de la Escola da Cidade, con fuerte perfil social y trabajos en las favelas (escuelas, plazas, centros recreativos) con los que promueven una fuerte interacción entre los alumnos y la ciudad. Y Sarmiento, que puebla con sus innumerables propuestas de raíz social y medioambiental nuestras páginas.

Hubo fogata, fiesta, debates interminables para cambiar el mundo... diseño intangible, invisible, afectivo..., ese que oxigena y del que precisa la disciplina para tener mayor sustento y dar alma al mundo de los objetos.