Sábado, 29 de septiembre de 2012 | Hoy
Un repaso por algo del diseño correntino. Lo nuevo en mobiliario y artesanía, y el más bello hotel boutique.
Por Luján Cambariere
Luego de años de tortícolis intelectual, hoy muchos reconocen la oportunidad de abrevar en lo propio para el diseño. En esa sintonía, la provincia de Corrientes representa un escenario sin par. Primero porque es de las pocas no contaminadas por la educación del viejo paradigma del diseño europeo. Y segundo porque en ella hay mucho de qué abrevar, mirar, disfrutar, escuchar, tanto mejor al pie de un lapacho en flor y saboreando un tereré.
Diseño Mboyeré (lo mezclado, el mix, anche lo desordenado en guaraní) ensaya llamarlo Hada Irastorza, la joven y pujante gestora cultural que tiene la provincia, encargada de coordinar su Semana del Diseño y la Moda realizada por la Subsecretaría de Cultura y de tantos otros seminarios y eventos con identidad regional que tienen como objetivo promoverlo y ayudar a consolidar redes de trabajo en nuestro noreste y en el Paraguay, que tienen pegado, con la rica influencia y cruces que se generan.
Hada los sabe ver, los enaltece, relaciona, y por eso resultan tan interesantes sus propuestas que mezclan acervos materiales e inmateriales como las fiestas patronales, la lana, la yerba mate, el gaucho y las devociones religiosas o paganas tan instaladas como la Virgen de Itatí y el Gauchito Gil.
Milagreros es el nombre de una serie de banquitos de su autoría que hacen alusión al santoral popular correntino. “Los banquitos son el puntapié inicial de un proyecto productivo relacionado al diseño y la decoración, ámbitos en los que trabajo, pero partiendo de parte del encanto y la mística de esta provincia. Conociendo el potencial que tiene la maravillosa mano de obra de esta zona, cargada de saberes y de materias tan sencillos y cotidianos que es donde se radica su belleza, me pareció que hacía falta empezar a mostrar nuevas propuestas a partir de algunos clásicos como son los tejidos en lana de oveja, el tiento, las sillas materas. Al mismo tiempo que empezar a contar historias que sirvan como disparador para el diseño y también propaguen nuestra cultura”, explica Irastorza.
Dar valor a las materias primas que se producen en Corrientes y jerarquizar el trabajo de sus artesanos, resume.
“Así, para Milagreros uso como disparador las historias de tres santos populares de estos pagos: el Gauchito Antonio Gil, Antonio María y Aparicio Altamirano (menos conocidos fuera de la provincia, pero que comparten con las anteriores similitudes en sus historias). Perseguidos por la Justicia, asociados a robos, muertes y deserciones, pero también a los milagros, las sanaciones y la fe popular. Hoy los tres son venerados y poseen altares. Antonio Gil, el más conocido de los tres, es visitado en su tumba-santuario cercana a la ciudad de Mercedes por miles de fieles que se multiplican año a año para pedir y agradecer favores de todo tipo. Altamirano, también conocido como el último “gaucho alzado”, es venerado en su tumba en la ciudad de Bella Vista como también en un viejo palo borracho donde dicen que se escondía. Mientras que a Antonio María, sólo conocido por los lugareños de la zona Iberá, acuden sus devotos a pedir sanación”, detalla.
Lana hilada a mano y tejida en telar para los tapizados y madera de eucaliptus de forestación, esmaltada en los colores característicos de estos santitos (colorado y celeste, que son los colores que por años definieron a los partidos políticos de Corrientes y cuyo uso en pañuelos o en la indumentaria era sinónimo de afiliación política) para la estructura.
“El proceso de trabajo empieza en la búsqueda del tema a tratar, los materiales y los artesanos que intervendrán en el proceso, que en el caso de los banquitos son seis personas entre los procesos de diseño, carpintería, hilado, tejido y tapizado, más un artesano que realiza placas de alpaca en miniatura emulando a las que se usan en acción de gracias en los altares de estos santos. Sin contar la parte de la comunicación y el diseño gráfico, para lo cual estoy trabajando con una diseñadora de Uruguay gracias a las posibilidades que brinda para estos casos Internet. El proceso termina en las piezas de comunicación que vienen con cada banquito. Un minilibro con la descripción de los mismos y una oración asociada al santito a cuyo nombre responde en la tela que cubre el revés del asiento”, remata.
Mientras que también dentro de las propuestas de mobiliario, otra de las promesas de la región es el diseñador Sebastián González, creador del estudio Metria. Con estudios de diseño gráfico y arquitectura, desde el 2009 se dedica a dar rienda suelta al mundo del proyecto a través de sus líneas de mesas y sillas realizadas en madera de cedro, paraíso y eucalipto de forestación. ¿A saber? La mesa Adra (Primera Mención Premio Fedema) y la silla Sake en madera maciza reciclada. Además, González se encuentra desarrollando otros objetos como luminarias, siempre en madera, uno de los materiales emblemáticos de la zona.
Corrientes ostenta verdaderos “tesoros nacionales vivientes”, que es el título otorgado en Japón a ciertos maestros de trabajos manuales para preservar técnicas y habilidades artísticas en peligro. Tal el caso, en Corrientes, del imaginero Gregorio Cabrera, tallador de figuras religiosas y también profanas en madera, con más de cuarenta años de experiencia. Y más de 25 en la docencia desde el Museo de la Artesanía ubicado en Salta y Quintana, donde aún hoy se lo puede ver trabajando por las mañanas, silencioso con su mate, sus preciadas gubias (algunas construidas por él mismo) y concentración absoluta en su madera de algarrobo como compañía. Sus vírgenes de Itatí no tienen igual (cuenta que con los años y la experiencia se animó a sintetizarla y estilizar, sobre todo su manto), y la Virgen de la Merced que acompaña todas las procesiones más importantes, así como la de San Nicolás de los Arroyos y creaciones que llegaron hasta el Vaticano. Aunque también hace a San La Muerte.
Consultado sobre sus preferencias, fue ecuánime: “Todos son mis protectores y compañeros”. Otro lujo ostenta la ciudad. Mientras que Juan Andrés Cáceres es el baluarte de la talla en hueso, una artesanía muy particular, que él ha sabido desarrollar con un virtuosismo extremo. Sus figuras de San La Muerte, bastante desacartonadas por decirlo de algún modo, tocando el violín o el acordeón, o las de santos con pelos al viento, resultan tan expresivas en un material duro de domar, que impactan.
Eso es lo que se respira, al traspasar la puerta de la bellísima casa tradicional correntina de más de un siglo adaptada para albergar al hotel boutique de alta gama La Alondra. La combinación del vidrio repartido, los tonos pastel, la nobleza de la carpintería en madera, la atmósfera de cuidados detalles y un encantador (y encantado) patio central lo convierten en lo que sus dueños Porfirio (h) y Valeria Aquino aspiraron para ella: “Ser un refugio para nómadas de este tiempo. Un lugar mágico para propios y ajenos. Una casa de huéspedes, para quienes recorren el mundo y extrañan un hogar, donde el viajero es el invitado principal”, señalan.
De hecho, cuando el invitado así lo requiere, como en el caso de celebrities varias que la visitan, de la talla de Luis Miguel, la casa se cierra para ellos. Mención especialísima merece el bistró (abierto al público general), donde se puede degustar la deliciosa picada correntina y los detalles de sofisticación e identidad que reunieron el arquitecto Gabriel Romero junto a Irastorza, como los bancos de tiento, los camastros de Ysipó con colchones de lana, los cubrepiés para las camas realizados por tejedores locales y la artesanía en barro de la región.
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