Sábado, 27 de octubre de 2012 | Hoy
Adelia Borges envía una forma básica del diseño brasileño a Amsterdam y muestra la diversidad que puede encerrar un banquito.
Por Luján Cambariere
De a poco, parece que los ejes se cambian y la periferia desembarca en el centro. O mejor aún, que los flujos comienzan a no ser unidireccionales. Una persona que aboga mucho para que esto suceda promoviendo el diseño brasileño en el mundo es la periodista, escritora y curadora Adelia Borges, que fue invitada a exponer este mes su colección de bancos en Amsterdam. Fue nada menos que en la galería de los emblemáticos Droog Design, icono de la vanguardia europea.
Borges decidió llamar Elogio a la diversidad a un acervo personal que reúne más de sesenta asientos contemporáneos, concebidos por poblaciones indígenas, comunidades de artesanos y diseñadores de varias regiones del país verde-amarelho. ¿Por qué bancos? Más allá de ser uno de los temas de investigación históricos de Adelia desde hace más de una década, porque es una tipología que según ella propicia los cruces y el encuentro. Todos la han practicado y la practican, y en esa amplia diversidad está como siempre la riqueza.
Con esta colección, Borges ya ha logrado un montón de hitos. Se cuentan la inclusión como instalación de bancos indígenas en la exposición Una historia del sentar, realizada para la inauguración del Museu Oscar Niemeyer en Curitiba, y la muestra Kumuro–Bancos indígenas da Amazonia, elegida por el Ministerio de Cultura como la muestra de diseños presentada en el Espacio Brasil durante el año de Brasil en Francia (Carreau Du Temple, París) en 2005. Le siguen la exposición Bancos indígenas: Entre la función y el rito, en el Museu da Casa Brasileira de San Pablo, y el módulo Viva la diferencia en la exposición Puras Misturas, en el Pavilhao das Culturas Brasileiras, dependiente de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de San Pablo, entre otras.
Y ahora llega a Holanda. Los bancos, y no las sillas, están presentes en Brasil desde antes del 1500, cuando los portugueses los colonizaran, y han sido abordados por todos. Por su simpleza constructiva, versatilidad, confort, practicidad.
Los de esta muestra, reunidos a lo largo de varios años, tienen muchas particularidades. “Por ejemplo, los bancos indígenas siguen formatos llenos de significados que atraviesan generaciones. Hechos en una sola pieza de madera, sus formatos varían. Algunos imitan la forma de un sinfín de animales, como monos y perros. Mientras otros tienen formas más estilizadas que parecen salidas de manuales de la Bauhaus. Otros son particularmente ricos en grafismos”, detalla Borges. “Los bancos populares de autoría anónima emplean materiales que están a mano en la comunidad en la que viven sus artesanos y muchas veces encierran valiosas relaciones de confort ergonómico y uso apropiado de materias primas.” En ese segmento hay varias propuestas de exquisito reúso de materiales o reciclajes.
“El famoso banco caipira –destaca Borges– del interior de Minas Gerais, por ejemplo, con su doble inclinación en el asiento, ofrece condiciones perfectas de confort para quien se sienta, mientras que la estructura de los pies confiere resistencia y durabilidad a la pieza. Mientras que, por otro lado, los bancos realizados por los diseñadores en algunos casos beben directamente de la lección popular. Este es el caso de Sergio Rodrigues, se inspiró en los que usan en el campo para ordeñar a las vacas para crear su célebre Mocho de 1954, uno de los iconos del diseño brasileño.”
Ahí radica una de las riquezas de este apuesta. La exposición muestra, más allá de bellas producciones, cómo la función de sentarse puede generar objetos totalmente diferentes. “Es evidente, pues, que la forma sigue, sí, la función, pero va más allá, expresando la cultura de los lugares en que los objetos son diseñados y producidos”, remata Borges.
Este tremendo acervo material refleja el multiculturalismo, un valor fundamental de la cultura brasileña y su diseño. La mayoría son piezas accesibles, amigables, populares, al alcance. Algo de lo que, según ella, podemos dar cuenta nosotros desde el Sur.
Así, entre las piezas reunidas se encuentran las de distintos pueblos indígenas como los baré, juruna, karaja, mehinako, suyá, trumai, tukano, waiwai, wajampi, waurá. Las de diversas asociaciones de artesanos, poblaciones superfuertes y organizadas en Brasil, como la de Aracati, Arteboa, Curral Grande y Estaçao da Luz de Minas Gerais, entre otras. De los diseñadores consagrados dan el presente André Fontes Torres, Bete Paes, Carlos Fernando Ekchardt, Carlos Motta, Claudia Moreira Salles, Flávia Pagotti Silva, Genival Santos, Ilse Lang, Ivan Rezende, José Paraguai, Lui LoPumo, Marcelo Rosenbaum, Marcos Paulo Caldeira, Michel Arnoult, Nelson Schiesari, Patricia Fernandes, Patricia Naves, Pedro Useche, Rodrigo Almeida, Rodrigo Gonçalves, Rona Silva, Sabrina Arini, Sergio Mattos, Sergio Rodrigues, Severino Borges, Tina LoPumo y Yang da Paz Farias, entre otros.
Mucha madera, pero también fibras vegetales, materiales de descarte, tejidos, para contar sobre qué estamos afirmados de este lado del planeta.
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